El fracaso educativo: otro ejemplo de que algo cambia en Cataluña
Los peores resultados en décadas, voces contra la pedagogía y lobbies: la educación refleja una nueva tendencia
De un tiempo a esta parte hay en Cataluña la sensación de cambio de ciclo. Hay incluso algunos que ya advierten de los riesgos de que el péndulo vuelva con excesiva fuerza y provoque sus propios problemas. Sea como sea el futuro, Cataluña ha cerrado la década procesista y ha abierto una nueva época llena de dudas. Ahora bien, lo que no son dudas son los fracasos.
Porque si algo ha dejado la Cataluña postprocesista es una serie de problemas claros y concretos. Ahí están el aumento de la inseguridad, el problema de la vivienda, el sistema sanitario o la ineficacia de la burocracia catalana. Y de fondo, una fragmentación política que sugiere que esta legislatura consistirá en un nuevo reparto de cartas y en una recolocación de los jugadores.
Y entre todos los problemas que afectan a Cataluña hay uno que es especialmente revelador por lo que tiene de espejo de la sociedad. Nos referimos al sistema educativo, que recoge los cambios demográficos y las dinámicas ideológicas del procesismo, como la inmersión lingüística o los nuevos modelos pedagógicos.
En cualquier caso, en estos momentos el sistema educativo se encuentra como el resto de problemas en Cataluña: recuento de daños, primeras voces críticas con verdadero recorrido mediático y hartazgo generalizado. Y mientras tanto, el PSC ha jugado la arriesgada carta de enderezar todo este panorama.
Un rosario de malos resultados
Los problemas venían de lejos, pero explotaron con el último informe PISA, que fue demoledor para Cataluña. Según el informe, los alumnos catalanes obtuvieron en 2022 el peor resultado desde 2006, colocándose por debajo de la media española y de la OCDE. A partir de aquí, se sucedió todo un reguero de conflictos, otros resultados y acusaciones políticas.
El Govern de ERC, por ejemplo, se organizó a sí mismo una polémica cuando dijo que estos resultados obedecían a un exceso de alumnos nouvinguts. O sea, a un exceso de inmigración. Esto llevó al Govern a desdecirse y acabó cesando a uno de los responsables del Departamento para intentar calmar las aguas.
Pero meses después de PISA, el procesismo se anotaba otro de sus paradójicos fracasos y los alumnos obtenían los peores resultados de toda una década en competencias básicas en catalán. Ante esto, la consejera de Educación, Anna Simó, volvió a abrir el melón de la inmigración y habló de una nueva “realidad sociolingüística”. Es decir, que la escuela también somatiza los flujos demográficos, que dejan al catalán en una situación delicada.
Geografía de los lobbies en Cataluña
Todos resultados provocaron el inicio de un cambio ideológico, que es en el que ahora nos encontramos. Su primer efecto ha sido la crítica al modelo pedagógico y a las entidades que, a modo de lobbies, han influido en su implantación. La más destacada es la Fundación Bofill, que también ha sido criticada por varios sindicatos. Aunque esto no fue obstáculo para que varios miembros de la Fundación acabaran formando partes del “comité de expertos” que creó el Govern para afrontar los malos resultados de PISA.
A través de un sistema de captación de subvenciones públicas, la fundación Bofill se dedica a asesorar en materia educativa y a parir toda clase de innovaciones pedagógicas. En última instancia, todas estas innovaciones se reducen al modelo educativo por competencias y proyectos, manifiestamente fracasado. Un ejemplo es el proyecto Escola Nova 21, cuyo directo fue Eduard Vallory, antiguo jefe de gabinete de Mas Colell.
Y es que si por algo se destaca la Bofill y entidades afines es por un sistema de puertas giratorias entre altos cargos de Educación y miembros de la Fundación. Además de su gran infiltración político, esto también explica el vigoroso estado financiero de la Fundación.
Como se explicó en E-Notícies, el sindicato de profesores aspepc se tomó la molestia de auditar las cuentas publicadas de la Fundación. Y en 2022 la Bofill aumentó sus ingresos en que 12,5 millones de euros, que provenían del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. Este dinero, a su vez, provenía de los fondos de la Unión Europea, con la que la Fundación Bofill está alineada a través de la famosa “agenda 2030”.
En cualquier caso, excede las capacidades de este artículo la enorme cantidad de entes, personas y sindicatos que conforman el entrado educativo catalán. La circulación de altos cargos entre Educación, Òmnium Cultural y otros lobbies educativos, como la Asociación Rosa Sensat, ha sido determinante en el actual estado del sistema educativo catalán.
Voces contra la pedagogía
Finalmente, este desplome de la educación y toda su infraestructura adyacente es lo que explica que haya voces críticas (de profesores) que hayan empezado a adquirir mucho recorrido mediático. En este sentido, hay que destacar figuras como la de David Rabadà o Damià Bardera. Rabadà ya explicó a este medio que el problema se ha gestado durante mucho tiempo y obedece a la implantación de “ideologías equivocadas”.
Por su parte, después de la publicación de su libro Incompetencias Básicas, Damià Bardera se ha convertido en una voz referente contra el modelo pedagógico. La semana pasada, por ejemplo, Bardera cargaba contra los lobbies educativos en el programa Café de Ideas. Como ha explicado él mismo en varias ocasiones, el sistema está tan podrido que es necesaria incluso una intervención externa solo para enderezarlo:
La educación catalana, en resumen, se ha desplomado, pero el polvo y la niebla todavía flotan en el ambiente. Al igual que ocurre con otros muchos problemas sociales en Cataluña, todo apunta a que esta legislatura será una legislatura de reorganización. La gran incógnita es qué pasará si no se consigue reorganizar toda esta situación.
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