Fotomontaje de los rostros de la consellera de Educació Anna Simó y el presidente del Govern Pere Aragonès
POLÍTICA

El último 'éxito' procesista:alumnos sacan la peor nota de catalán de la última década

Las competencias en lengua catalana están en caída libre y eso complica (más) el relato procesista

En líneas generales, el catalán no se encuentra en un buen momento. Su uso retrocede de manera global, no es ni mucho menos mayoritario en Barcelona y tampoco lo es entre los jóvenes.

Esto representa una doble contradicción para el relato procesista: fracaso de la educación en catalán y retroceso general del idioma. Y, ahora, los últimos datos que ha ofrecido el Departamento de Educación sobre las pruebas de competencias básicas muestran una realidad preocupante.

Las competencias en lengua catalana entre los alumnos de la ESO están en caída libre. Los resultados son los peores desde hace 10 años. Los alumnos de 4t de la ESO han obtenido una puntuación media de 70,7 puntos, que es la más baja desde 2013.

La responsable de Educación, la consejera Anna Simó, ha admitido que esta notable caída es una “prioridad” para el Departamento. Se trata de una materia en la que “claramente se tienen que focalizar” los esfuerzos, ha explicado Simó.

Según la consejera, esto obedece a una “realidad sociolingüística que supera los centros educativos. Es una realidad de nuestros pueblos y ciudades”. Es decir, que la causa está en los cambios demográficos que han llevado a Cataluña a captar un alto nivel de inmigración que la administración no puede absorber con solvencia.

Anna Simó durante una rueda de prensa hablando

En este sentido, cabe recordar que en un primer momento incluso el Departamento de Educación achacó los malos resultados del informe PISA a un exceso de alumnos extranjeros en los exámenes.

Otra contradicción procesista

Más allá del análisis estrictamente educativo, estos resultados tienen una derivada política que interpela de manera especial al relato procesista.

Y es que, al mismo tiempo que se prometen rupturas y conflictos con el Estado, Cataluña empeora en asuntos tan básicos como la educación o el propio idioma catalán. De esta manera, los partidos procesistas se muestran progresivamente incapaces de reaccionar a las fuertes dinámicas que obstaculizan cualquier proyecto de independencia.

Por el contrario, la reivindicación de la independencia queda como eso: como una reivindicación destinada a mantener un relato cada vez más difícil de sostener. Al mismo tiempo, noticias como esta sobre las competencias en lengua catalana ponen en entredicho el mantra de acusar de “españolismo” a casi cualquiera.

Al procesismo, en definitiva, parece ocurrirle lo mismo que a los Comuns de Barcelona: que quieren hacer ver que nunca han estado en el poder. 

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