ERC suma un nuevo problema en plena guerra interna: ahora con sus bases
Los militantes pueden poner en apuros a los sectores de Rovira y Junqueras en plena batalla por el control del partido
Los cuchillos vuelan en la cúpula de ERC. Los sectores liderados por Marta Rovira y por Oriol Junqueras están más enfrentados que nunca. La batalla es pública y ya nadie disimula. La lucha por quién se apodera del partido a partir del congreso extraordinario del próximo 30 de noviembre será dura y larga. Sin embargo, ahora a los dos sectores se les ha aparecido un nuevo problema. Y lo peor de todo para ellos es que, seguramente, deberán unir fuerzas para solucionarlo.
La guerra interna en ERC es sobre todo una lucha por el poder. Una especie de Juego de Tronos pero al más puro estilo La Casa del Dragón, en la que dos facciones de una misma familia batallan por hacerse con el control. Ideológicamente no hay demasiadas diferencias. Y esto, en el contexto que vive el partido y la política catalana en general, hace que los dos sectores tengan que remar en una misma dirección.
Las bases, en pie de guerra
La guerra entre los junqueristas y los roviristas no se decidirá hasta dentro de casi 5 meses. Antes, el partido deberá decidir si investir o no a Salvador Illa. Y esa es la prioridad ahora mismo de las bases de ERC. Unas bases que, por lo menos una parte, ya ha dejado claro que apuestan por el 'no' al pacto con el PSC.
Las declaraciones de los últimos días dejan claro que tanto el rovirismo como el junquerismo apuestan por investir a Salvador Illa. "Las negociaciones van bien", decía hace unos días Marta Rovira. "Van a buen ritmo", afirmaba también Raquel Sans, portavoz de los republicanos y del sector rovirista. En el otro lado del ring, más de lo mismo. Joan Tardà, cercano a Junqueras, lleva días haciendo campaña por el 'sí' a Salvador Illa. De hecho, el sector junquerista siempre ha visto con buenos ojos alcanzar un acuerdo de investidura con el PSC -en gran parte, por el odio que tiene a Carles Puigdemont-.
Así pues, tenemos a los dos sectores enfrentados preparando el terreno para convencer a las bases de que hay que evitar como sea una repetición electoral que previsiblemente dejaría a ERC al borde de la irrelevancia. El motivo es claro: cada vez hay más militantes que, ante el avance de las negociaciones con los socialistas, están alzando su voz para no pactar con ellos. Recordemos que cualquier pacto entre ERC y el PSC deberá ser avalado por las bases republicanas.
La corriente crítica llamada Colectivo 1 de octubre o la sección local de Lérida ya han anunciado públicamente su rechazo a pactar con el PSC. También hay militantes, cada vez más numerosos, que han advertido que sería un error investir a Illa. Por otro lado, también los hay que ya dejan entrever que facilitar que el líder socialista sea president de la Generalitat es quizás la opción menos mala.
A día de hoy, es difícil saber qué puede pasar en la consulta en la que tarde o temprano participarán los militantes republicanos para avalar (o no) el futuro pacto con el PSC. Los dos sectores en guerra, ahora unidos en la idea de que un pacto con el PSC es la mejor opción, tienen la capacidad para convencer una parte de sus militantes para que den su 'sí'. Sin embargo, se desconoce hasta dónde puede llegar esta influencia.
Es evidente que las bases más involucradas en el día a día orgánico de la formación pueden dar su brazo a torcer y acabar comprando las tesis de sus dirigentes. Pero hay otra parte de militantes, también con derecho a voto, a los que no les importan tanto las cuotas de poder o la viabilidad económica de la estructura actual (que se vería perjudicada en el caso de repetir elecciones y perder otro buen puñado de votos y escaños). Son los menos pragmáticos que, siguiendo la lógica procesista de los últimos años, no ven con buenos ojos eso de investir a un presidente "del 155". Y ojo, que podrían ser los que decanten la balanza hacia el lado contrario de lo que defienden el sector Rovira y el sector Junqueras. Dos sectores en guerra que puede se vean obligados a firmar una pequeña tregua para unirse y combatir contra las bases recelosas de pactar con el PSC. El culebrón continúa.
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