El espejo de la realidad económica y social de Cataluña: el PIB per cápita
Cataluña amplifica las dinámicas más problemáticas del modelo económico: inflación, concentración poblacional y mano de obra
Si algo está claro es que la contabilidad nacional (macro) no tiene por qué reflejar la realidad económica y, más todavía, la realidad de la calle. Esto se ha hecho más evidente que nunca con la reciente publicación de The Economist, que puso a la economía española como la mejor del mundo. La publicación del semanario británico era un ejercicio paradigmático de análisis a través de la contabilidad macro (deuda, paro, indicadores bursátiles, etc.).
Pero como decía el economista José García Domínguez en una reciente columna, la España previa al crac del 2008 también habría sido un éxito según este análisis. En E-Notícies también hemos dado cuenta de este desajuste entre el triunfalismo macro y la realidad diaria. El cohete económico de Sánchez tiene pocos pasajeros.
El modelo económico
El fundamento de este desajuste está en el modelo económico. Se trata de un modelo que necesita grandes saldos migratorios para cubrir un mercado laboral de mucho volumen y baja productividad. De hecho, el crecimiento del PIB español se debe al crecimiento del empleo (cubierto mayoritariamente por extranjeros) y al consumo público.
Este modelo dispara el PIB agregado, pero no así el PIB per cápita. Junto a una política monetaria expansiva que desangra el poder adquisitivo, la concentración poblacional también dispara la inflación por el lado de la demanda. El ejemplo paradigmático - y que venimos explicando en E-Notícies desde hace meses - es la vivienda, que refleja las dinámicas de concentración demográfica.
Por todo ello, nos encontramos realidades estadísticas contradictorias y que reflejan este desajuste entre la realidad del Excel y la realidad del bolsillo. Y es que, al mismo tiempo que el crecimiento del PIB español es extraordinario, Eurostat muestra que España es el país con mayor riesgo de pobreza de la zona euro. Esto discurre de manera paralela a la inflación en bienes inelásticos, como la alimentación o la vivienda.
El caso amplificado de Cataluña
Dentro de este proceso encontramos el particular caso de Cataluña, que siempre tiene el interés de reflejar de manera ampliada las dinámicas sociales de la época. En el caso de la reducción del PIB per cápita, los últimos datos del INE reflejaban que desde 2017 Cataluña tiene el peor crecimiento de toda España. En este contexto, el procés, con su desatención de las problemáticas reales, ha actuado como un potenciador de estas dinámicas de empobrecimiento.
Entre 2017 y 2023, la media española del crecimiento del PIB per cápita fue del 23,1%, mientras que en Cataluña, que está a la cola, fue del 18,7%. Esto remarca otras dos tendencias paralelas. La primera es que Madrid sigue cogiendo ventaja a Cataluña, y la segunda es que Cataluña va reduciendo su tradicional riqueza si se compara con la media española.
Además, cabe destacar un efecto agravante de los datos comparados. Y es que observamos que el resto de comunidades ricas, a pesar de que tampoco han crecido mucho, superan igualmente a Cataluña. Es decir, que Cataluña se ha quedado atrás compitiendo con rivales que no han tenido un desempeño extraordinario, a excepción de Madrid, que se erige en el horizonte como la próxima gran urbe con la que España competirá en el contexto global.
Dejando de lado la ineficacia de la década procesista, Cataluña retrocede posiciones en el PIB per cápita porque amplifica los puntos negativos del modelo económico y social. La joya de la corona es la “Cataluña de los ocho millones”, que no ha podido asumir el crecimiento demográfico de manera orgánica. En este sentido, Barcelona desempeña un papel fundamental, captando cada vez más población. Y de aquí que vuelva a tener el alquiler más caro de España, con 23,1 euros por metro cuadrado.
Con respecto a la población trabajadora extranjera, Cataluña es un verdadero foco de mano de obra. Un informe del Departamento de Empresa de hace unos pocos meses señalaba que, después de la pandemia, el 92,1% del aumento de la ocupación en Cataluña se debía a “personas nacidas en el extranjero”. Esto presiona por abajo la oferta de mano de obra, mientras que por arriba lo hace el polo de Barcelona como atractivo internacional para actividades de alto valor añadido (los famosos “expats”).
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