El Triángulo de las Bermudas: empleo, juventud, inmigración
Durante los últimos meses, se han publicado datos sobre empleo, juventud e inmigración, pero falta una imagen unificada
El asunto es como un dibujo infantil: sigue la línea de puntos y aparecerá una figura. En España, los puntos que hay que seguir son tres: los datos de empleo, la demografía y la cuestión migratoria. Con una imagen unificada se podrán entender las cosas que ocurren y que ocurrirán en España y en Cataluña.
Descorchar un champán que ya estaba abierto
En los últimos meses han aparecido diversos datos sobre empleo, inmigración y juventud. Y aunque lo hagan separadamente y provengan de fuentes distintas, todos se refieren a la misma realidad. Nos proponemos ahora dar una imagen más integral de la situación. Empecemos por el empleo.
El Gobierno presentó la última Encuesta de Población Activa del INE (EPA) como un éxito histórico. De entrada, los datos así lo demuestran: disminuye la tasa de paro hasta el 11,7% y hay 783.000 ocupados más que en 2023. Por primera vez en 16 años, hay menos de tres millones de parados. La población activa aumenta en 600.000 personas y, en resumen, por poco no ha batido España su propio récord.
El calibre de estos datos se presta a la alegría y a expresiones como la del “dinamismo” del mercado laboral español. Más allá de los evidentes efectos positivos de una reducción del paro, hay que atender a las realidades concretas. Y es aquí cuando se empieza a relativizar la alegría: una parte muy significativa de esta creación de empleo no aumenta la productividad ni aporta un gran valor añadido.
De la creación de empleo que refleja la EPA, un 40% es en sectores con poco valor añadido. Así mismo, otra parte importante se debe al sector público. En total, el 65% del nuevo empleo proviene del sector público - financiado con deuda - y de sectores con bajo valor añadido. Y la baja productividad es un problema estructural de la economía española que le impide saltar al siguiente nivel.
La productividad de España está literalmente en niveles del siglo pasado. En renta per cápita relativa a la OCDE, España está ahora igual que como estaba en 1970. Esto se explica por el hecho de que la economía española se construye sobre sectores con poco valor añadido. De aquí que tengamos un tejido productivo con trabajadores poco formados, empresarios poco productivos y empresas muy pequeñas. Como un dominó, esto acaba explicando otro de los datos clave: la fuga de cerebros y la juventud en España.
Llegan jóvenes, se van jóvenes
Y si hay empleo, hay empleados: y los empleados tienen un origen, una formación, una productividad, etc. La baja competitividad de la economía española se revela en que el país no puede absorber - no puede aprovechar - a los mejor formados, que son los que se dedican a las áreas de mayor valor añadido (ciencia, industria, técnica). En la industria española, por ejemplo, faltan 200.000 ingenieros.
En 2023, salieron de España alrededor de 400.000 jóvenes, la mayoría de los cuales están altamente formados. Según el BBVA, esto representa para España una pérdida de 150.000 millones de euros, un 40% más que antes del Covid:
Es decir, España se vacía de las personas formadas para trabajar en sectores altamente productivos y se llena de personas para trabajar en sectores poco productivos o en el sector público. Por esto, con un 45,5%, casi la mitad del nuevo empleo que refleja la EPA lo ocupan inmigrantes.
Por otro lado, FUNCAS señala que “la población mayor de 16 años aumentó en 596.000, el crecimiento nominal más elevado desde 2007, como consecuencia, básicamente, del incremento de la población extranjera, que fue de 444.500”. Es decir, que las grandes dimensiones de la última EPA se explican por la inmigración y en particular por la inmigración joven. “Este intenso avance de la población procedente del exterior hizo posible el mayor incremento de la población activa desde 2008”, dice FUNCAS.
Así mismo, señalan que “todo el crecimiento del empleo neto registrado en la industria y en la construcción ha sido de mano de obra extranjera (incluso, en la industria se ha reducido la presencia de trabajadores de nacionalidad española). En los servicios, los foráneos ocuparon el 43% del nuevo empleo”.
Y la guinda: las pensiones
Todo esto está inventado y tiene un nombre: “inmigración selectiva”. Lo explica otra vez el BBVA en un documento (del 2006) con un título que habla por sí solo: “Inmigración y pensiones ¿Qué sabemos?”. De entrada, se sabe algo que es público y que anuncia el propio Gobierno: entre otros muchos factores, las pensiones se pagarán si llegan a España 9,7 millones de inmigrantes. Ahora bien, estos inmigrantes deben ser unos en particular: deben ser jóvenes.
Cuando se habla de pensiones, a esto se le denomina “inmigración selectiva”. En resumen: solo los inmigrantes jóvenes son económicamente interesantes para la sostenibilidad de las pensiones. Dice el BBVA en este informe: “La elegibilidad de la población inmigrante disminuye a medida que aumenta la edad del inmigrante en el momento de entrar a trabajar en el país”.
El trabajo del BBVA hace referencia a estudios que se hicieron en Suecia y que concluyeron que “la ganancia pública neta es potencialmente alta si los inmigrantes cuentan entre 20 y 30 años en el momento en que entran en Suecia. Por el contrario, inmigrantes mayores de 50 años o menores de 10 suponen un coste neto sustancial”. Esto permite contextualizar el dato que resaltaba FUNCAS: que el aumento de población mayor de 16 años se debe básicamente a la inmigración.
Por todo ello, una de las conclusiones del informe es que “desde un punto de vista de recomendación de política, el elemento clave es la edad de los inmigrantes en el momento de entrada en el país receptor”. En fin, que oído cocina.
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