Inmigración y salarios: el debate está servido
La demografía se deja notar a todos los niveles de una sociedad, incluyendo el mercado laboral
Seguir la actualidad económica es sinónimo de seguir los flujos migratorios. La razón es tan sencilla como que son los inmigrantes los que proporcionan la fuerza de trabajo. Y no hablamos de porcentajes menores. Por el contrario, son porcentajes más que significativos.
Según la última encuesta de Población Activa (EPA), casi la mitad del nuevo empleo lo ocuparon extranjeros. En este sentido, y con motivo de la EPA, un informe de FUNCAS del pasado enero señalaba que “todo el crecimiento del empleo neto registrado en la industria y en la construcción ha sido de mano de obra extranjera”.
Si tomamos una perspectiva más amplia y no limitada a la creación de nuevo empleo, la presencia de extranjeros es todavía más alta. De hecho, la práctica totalidad del crecimiento de la fuerza laboral en 2023 se debe a población extranjera. Al mismo tiempo, se observa una reducción de 54.000 personas en la fuerza de trabajo española.
Por todo ello, “este intenso avance de la población procedente del exterior hizo posible el mayor incremento de la población activa desde 2008”, concluye FUNCAS. Se puede decir entonces que el momento dorado que vive el empleo en España es gracias a los inmigrantes.
La situación, sin embargo, no se presenta tan positiva cuando se desciende de los datos a la realidad. También tiene sombras.
Trabajadores para elegir
Es innegable que los datos macro son extraordinarios, pero también que los datos micro son preocupantes. Y no nos referimos únicamente a que España sea el país con más riesgo de pobreza de toda la UE, según la tasa AROPE. Hablamos también del efecto de la inmigración en los salarios.
El razonamiento es intuitivo: si el empresario puede elegir entre multitud de trabajadores, podrá tirar los salarios a la baja. Además, en el caso de los inmigrantes, ocurre que un contrato de trabajo es esencial para regularizar su situación administrativa. Es decir, que están dispuestos a aguantar más porque sus beneficios no son solamente monetarios.
Si atendemos a algunos datos del INE, se observa que, en efecto, la subida de los salarios se reduce desde el pasado verano. Los factores son múltiples y uno de ellos es el alto nivel de mano de obra extranjera, que hace que los empresarios no tengan que competir entre sí para captar trabajadores. Esto se conoce como “exceso de oferta de trabajo”.
Paralelo a este razonamiento, hay que tener también presentes las particularidades concretas del modelo laboral español.
Se trata de un modelo que, en esencia, está basado en la baja productividad y que no requiere trabajadores especialmente formados. En este modelo, pues, los inmigrantes extranjeros sí pueden formar parte de la oferta de trabajo y, por lo tanto, competir con los trabajadores autóctonos.
Aunque los datos también revelan que, poco a poco, los extranjeros que van llegando lo hacen con formación e incluso con formación superior. Al fin y al cabo, la compensación demográfica afecta a todos los niveles laborales.
¿Y qué hay de lo mío?
El periodista económico Javier Jorrín, de El Confidencial, señalaba ayer en uno de sus artículos que esta realidad laboral “explica que España haya experimentado un gran crecimiento laboral agregado, sin una evolución tan favorable en términos per cápita. La disponibilidad de trabajadores ha facilitado el recorte de los salarios reales (han perdido poder adquisitivo) y la falta de inversión por parte de las empresas”.
Es decir, que asistimos a un crecimiento económico de bulto, de Excel, de despacho del Ministerio de Economía. Como es habitual, los más perjudicados son los más vulnerables, empezando por los jóvenes, que además de decantarse por las oposiciones y el empleo público, son cada vez más dependientes del patrimonio familiar.
En cualquier caso, este crecimiento de bulto ya es suficiente para cumplir con la financiación de los gastos del Estado y, en particular, de las pensiones. Hace mucho tiempo que es público y notorio que el Gobierno calcula que deben llegar cerca de 250.000 inmigrantes anuales para financiar la Seguridad Social.
Sin ir más lejos, el presidente Sánchez decía ayer desde Mauritania que “el fenómeno de la migración es un asunto de pura racionalidad. La contribución de los trabajadores migrantes a nuestra economía es fundamental, como lo es también el sostenimiento de la seguridad social o de nuestro sistema público de pensiones”.
Si se atiende a la realidad demográfica, todo estaba muy claro desde el principio.
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