Illa se enfrenta a su primer gran examen de la legislatura
El PSC afronta el debate de política general con un Parlament más fragmentado que nunca
Hoy es el debate de política general en el Parlament, el equivalente al debate del estado de la nación en el Congreso de los Diputados. En esta ocasión, el debate es especialmente destacado porque las elecciones autonómicas dejaron un panorama político inédito en Cataluña. Hundimiento de la izquierda ‘woke’, fin de la mayoría procesista, enorme crecimiento del PPC y la irrupción de Aliança Catalana.
Este debate será especialmente relevante para Salvador Illa, que ha heredado una Cataluña fragmentada a varios niveles y con problemas sociales de primer orden. Es por esto que hoy oíremos hablar de vivienda, inseguridad, inmigración y lengua catalana. De paso, cada partido aprovechará para darle recorrido mediático a su relato.
Lo más destacado será la lucha por liderar la oposición. La semana pasada Puigdemont renunció la semana pasada a ser formalmente el jefe de la oposición y eso abre varios frentes. Tanto desde el unionismo como desde el constitucionalismo, Illa tendrá que responder al marcaje que le harán (casi) todos los partidos políticos.
El vacío de Junts que intentará cubrir Orriols
En teoría, Junts tendría que ser la voz de la oposición. Pero con Puigdemont en Waterloo, cautivo de su propia ley de amnistía, y un Batet que no da la talla, los juntaires pierden su ventaja como segunda fuerza. Como mucho, Puigdemont puede hacer pataletas telemáticas contra Illa, que se acaban disolviendo por su escaso impacto real.
Esto da vía libre a Sílvia Orriols, que no encuentra nadie dentro del Parlament que le haga sombra a su maximalismo nacionalista. Además, el cordón sanitario que hay sobre Aliança Catalana solo sirve para dar más visibilidad indirecta a Orriols. El problema a medio plazo que tiene Junts no es la competición electoral con el PSC, sino con Aliança Catalana.
Un PPC y Vox fuertes
Por el lado constitucionalista, Illa también se encuentra la oposición de PPC y Vox, que han acabado en un discurso muy similar. Ambos partidos ponen el acento en la inseguridad y en los efectos del desgobierno procesista. La diferencia entre ambos está en la contundencia con la que Vox señala a la inmigración irregular.
Así mismo, el líder del PPC, Alejandro Fernández, viene muy reforzado por su enorme crecimiento en las elecciones autonómicas. Después de una travesía de años por el desierto, Fernández tiene ahora la legitimidad para ser el referente del unionismo en Cataluña. Máxime cuando la dirección del partido intentó maniobrar para quitar a Fernández de la ecuación.
Por su parte, Ignacio Garriga tiene la seguridad de que ha encontrado un sector social en Cataluña que le apoya sin fisuras. Y es que, además de no perder ningún diputado en el 12M, Vox ganó 30.000 votos. Esto explica que el partido mantenga la línea que siguió durante la campaña electoral: crítica a la inmigración irregular y al aumento de la inseguridad.
Comuns y ERC: sumisión discreta
Por el lado ‘woke’, ERC y Comuns no tienen más que mantener un perfil bajo e intentar que se hable lo mínimo de ellos.
Por la parte republicana, el partido está inmerso en una guerra interna que lo convierte en un partido en ‘stand by’. Además, todo su discurso sobre seguridad, vivienda o inmigración se ha caído como un castillo de naipes. Si no forzaron la repetición electoral fue única y exclusivamente porque corrían el riesgo de convertirse en un partido residual.
Los Comuns viven una situación parecida, pero más acentuada. El partido obtuvo el peor resultado de su historia y eso les ha convertido en un apéndice del PSC. Su margen de maniobra es nulo y solo pueden simular un cierto nivel de oposición en temas como la ampliación del aeropuerto o la lucha contra la inseguridad.
La CUP: los antisistemas inutilizados
Finalmente, está la CUP, que no se saldrá de su guion habitual de maximalismo antisistema. La diferencia está en que ahora no tiene la llave de gobierno, que era lo único que les ataba a la realidad política fáctica. En este sentido, el PSC estará tranquilo: los anticapitalistas no representan ningún peligro.
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