Lluís Llach, levantando el puño y hablando apasionadamente en un micrófono.
POLÍTICA

La ANC y el enésimo intento de confrontar con el Estado: ‘Lucha anticolonial’

La entidad presidida por Lluís Llach se hace depositaria de las tesis más combativas del independentismo

Después de la debacle de las últimas elecciones autonómicas del 12M, el procesismo se reinventa. Los modos han sido variados y ajustados a las necesidades de cada caso. ERC, por ejemplo, tomó la opción menos mala, que era investir a Illa, y ahora quiere presentarse como un socio duro y correoso.

Por su lado, Junts ha hecho una apariencia de renovación y ha situado al expresidente Puigdemont como líder del partido. No ha sido, pues, una renovación estratégica muy radical. Como mucho, ha servido para hacer limpieza dentro del partido y enterrar definitivamente a figuras como Laura Borràs o Jordi Puigneró.

Así mismo, la CUP también se ha lavado la cara después del Procés Garbí. En teoría, han hecho un partido más eficaz en su operativa, con ajustes organizativos y estratégicos. Pero, por lo demás, sus postulados no cambian demasiado e insisten en resucitar el independentismo “popular” y “combativo” a través de postulados ‘wokes’.

Una multitud de personas se manifiesta con banderas de Cataluña y un cartel que dice

La ANC y la continuación del procesismo

Pero, sin duda, el ejemplo más doliente de procesismo que se renueva sin rumbo es la ANC. Sin los corsés que impone la realidad de un partido, la entidad presidida por Lluís Llach no ha tenido la urgencia de modificar sus maniobras. Por el contrario, hacen lo mismo de hace unos años, pero sin mayoría social: organizar la calle y ser altavoz del procesismo partidista.

Los ejemplos han sido múltiples, algunos más anecdóticos que otros. Ahí están, por ejemplo, las manifestaciones contra el Rey en sus visitas a Cataluña. Otros episodios, en cambio, resultarían más preocupantes si no fuera porque el músculo social de la ANC es en realidad mínimo.

Sin ir más lejos, la semana pasada, la ANC cuestionaba la legitimidad del actual Parlament (o sea, del Govern de Illa). Así mismo, también pedían hacerle “insostenible” la legislatura o incluso “expulsar al virrey de Cataluña”. Es decir, romper la baraja en nombre de las más variadas razones: que España es un “Estado colonial”, que Cataluña está “ocupada” desde 1714, el asalto judicial, etc.

La ANC sostiene una pancarta que dice

El enésimo intento de confrontar con el Estado

Esta es, pues, la estrategia de la ANC, que cristalizará en su asamblea general del próximo enero. La nueva idea programática es sintetizar el independentismo más combativo en el seno de la organización. Esto implica, por ejemplo, recoger las ruinas de los famosos CDR y reconstruirlas bajo el amparo de Llach, o sea, de Puigdemont.

La nueva estrategia - que cuenta con el concurso del excupaire Julià de Jòdar - es la última vuelta de tuerca a las tesis unilateralistas. Entre las modificaciones estratégicas, destaca que la cúpula de la ANC tendrá el mando operativo. Asistimos, en definitiva, al parto de otro de los sanedrines políticos que tanto han caracterizado al procesismo durante los últimos años.

Carles Puigdemont con traje oscuro hablando frente a un micrófono.

Por el resto, lo que la ANC llama “lucha anticolonial” se presenta de un modo muy contundente, pero no pasa de los lugares comunes del independentismo unilateralista. Hablan, por ejemplo, de boicots económicos, de lucha antirrepresiva, de confrontación con el Estado, etc. Se trata de las ya conocidas tesis combativas de los sectores más indepes, que siempre han tenido más de tesis que de combativas.

Y, en lo que respecta a la realidad, lo más probable es que la ANC continúe ejerciendo de extensión de Junts y Puigdemont. Esto significa que la ANC actuará como una especie de ejército de reservistas de Junts. Mientras tanto, la unidad indepe desarmada y el PSC aprovechando el espacio

➡️ Política

Más noticias: