Un grupo de personas camina por un pasillo con cortinas rojas, llevando carpetas y libros.
POLÍTICA

El ‘Procés Garbí’ y el problema de la CUP: antisistemas en el sistema

La CUP alcanza la cima de la desorientación estratégica pidiendo que el resto de actores políticos se acerquen a ellos

En sí misma, la CUP como actor político arrastra la dificultad de ser antisistemas integrados. Esto se acaba mostrando no solo inofensivo, sino incluso provechoso. Y es que, a través de la apariencia de actitud contestataria, la CUP le ha servido al sistema para vehicular por los cauces habituales (partido, parlamentos, medios de comunicación, etc.) la cuota siempre existente de opciones políticas radicales.

Como cualquier otro partido antisistema que está integrado, la CUP no hace más que reforzar las estructuras vigentes. La CUP forma parte de la partitocracia en el mismo grado que cualquier otra formación política. Porque, como el resto de partidos, los cupaires dependen de las subvenciones públicas y del interés mediático que se les quiera dar, que en el caso de Cataluña ha estado deliberadamente sobredimensionado.

Dos personas en una conferencia de prensa al aire libre con un micrófono y un cartel que dice

La realidad, mejor que venga a mí

La reforma que ha hecho la CUP con el Procés Garbí es un ejemplo claro de esta situación. Porque, ¿Qué ha sido lo verdaderamente relevante que ha reformado la CUP?

Primero, las estructuras del partido (creando un secretario general y un coordinador interno), y segundo, abrirse a la posibilidad de tejer alianzas con otras formaciones. Es decir, que la CUP se ha reformado para intentar ser más eficiente dentro del circuito partitocrático catalán.

Aun así, estas reformas no han ido a fondo, en el sentido de hacer una estructura de partido verdaderamente eficaz, como es el caso del PSC, PP, Junts, etc. Es decir, de la competencia.

Hasta el propio secretario general de la CUP, Non Casadevall, ha dicho que han creado esta figura solo para que la gente pueda “identificar” al partido. Pero las decisiones seguirán siendo "corales" en una asamblea formada por quince personas. Así se explicaba Casadevall en una entrevista para Els Matins de TV3:

Pero más desconcertante aún es la interpretación que desde la CUP hacen del objetivo de tejer alianzas con otros partidos. Porque no es que la CUP vaya a sumarse a otras corrientes (como ha hecho ERC con el PSC), sino que esperan que sean los demás los que acudan a la CUP.

En la misma entrevista para Els Matins de TV3, Casadevall invitaba al resto de “actores políticos” a sumarse al proyecto surgido del Procés Garbí. “Nosotros hemos hecho una propuesta y esperamos a ver si somos capaces a través de las relaciones políticas de atraer a más gente”, dice Non Casadevall:

Es decir, en la CUP albergan la esperanza de que un proyecto político surgido de un proceso de refundación de un partido que acumula sucesivos fracasos electorales tenga la suficiente fuerza (con 4 diputados) como para atraer al resto de actores políticos. 

Antisistemas integrados

Aunque lo más destacado de la reforma de la CUP es que hablan de aglutinar la sociedad sin tener en cuenta los cambios que vive esa sociedad. Así, por ejemplo, la CUP no hace referencia al espectacular crecimiento demográfico de Cataluña, que a todas luces hace retroceder a la identidad catalana. Sin embargo, la CUP compra el marco típicamente procesista de que el problema del idioma catalán es un problema político, como si la escuela no fuera el reflejo de la calle.

“El desuso del catalán es consecuencia de la desatención y la no aplicación de la inmersión lingüística por parte de los gobiernos de los últimos años”. Así se explicaba estos días Susana Moreno, la nueva coportavoz del partido, en una valiosa entrevista para Diari de Barcelona.

Pero cabe recordar que incluso la exconsejera de Educación, Anna Simó, habló de que los malos resultados del catalán en la escuela obedecían a la “realidad sociolingüística, que supera a los centros educativos”. Incluso alguien tan ajeno a la política catalana como Jesús Fernández Villaverde, catedrático de economía en la Universidad de Pennsylvania, también lo ha explicado en sus columnas.

En definitiva, que la CUP afronta la nueva legislatura desde un espejismo de renovación. Solo quedar esperar cuatro años para comprobar sus resultados. Por el momento, el precedente no es bueno.

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