El procesismo perpetra un nuevo fraude para beneficiar a la CUP
El Parlament hace todo lo posible para desdibujar el resultado de las urnas y le da vidas extras a la CUP
Junts, ERC, Comuns y CUP se han puesto de acuerdo para retorcer el reglamento del Parlament y beneficiar a uno de los suyos.
Ayer, día 25, se aprobó una reforma reglamentaria que permite que la CUP salga del grupo mixto que comparte con Aliança Catalana para obtener así un grupo parlamentario propio. Como han señalado algunos expertos al diario ARA, esto no es transfuguismo, pero sí un fraude evidente.
La razón está en que la reforma permitirá que un partido pueda ceder un diputado a otro partido para que este último llegue al mínimo necesario para tener grupo propio. Además, el diputado que actúe como llave podrá volver a su grupo original sin consecuencias.
Después de su fracaso electoral, la CUP perdió el mínimo de cinco diputados, pero con la cesión de Ruben Wagensberg por parte de ERC tendrán el escaño que ahora les falta. Esta maniobra solo sirve para mantener artificialmente con vida a la CUP.
Y es que la pérdida de diputados y de grupo parlamentario se traduce en la pérdida de subvenciones, asesores, tiempo para intervenciones, etc. Por el contrario, el procesismo dará alas a un partido al que los ciudadanos no votaron lo suficiente como para merecer un grupo propio.
Intereses partidistas
“No es una puerta al transfuguismo; es una dinámica de fraude de ley que introduce una nueva herramienta de negociación política”, ha declarado al ARA Pablo Simón, conocido politólogo de la Universidad Carlos III. Simón señala también el “retorcimiento” que implica que un diputado pueda cambiar de grupo para hacerle un favor a terceros y después volver al suyo.
A diferencia de lo que pasa en el Congreso de los Diputados, esta práctica no estaba permitida en el Parlament. Si un diputado del Parlament salía de su grupo, se convertía en un diputado no adscrito. El objetivo era precisamente evitar esta clase de fraudes que desdibujan la soberanía popular.
Esta reforma reglamentaria sintetiza dos de los resultados más claros de las elecciones autonómicas. Por una parte, que el procesismo ha perdido la mayoría parlamentaria. Por otra parte, que la izquierda ‘woke’ está de capa caída y la CUP ha perdido su tradicional influencia decisiva.
En consecuencia, se trata de una reforma sin ninguna correspondencia con la realidad electoral, sino con unos intereses partidistas.
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