El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo sentado en el congreso con expresión seria
POLÍTICA

El PP da por descontado que Puigdemont es rehén de la amnistía

Los populares ya no se encomiendan a los órdagos de Junts para conseguir tumbar a Sánchez

Hace mucho que sobrevuela por el ambiente la idea de que Junts y PP van a pactar más pronto que tarde. Por el momento, esto se ha revelado como falso, cosa que refuerza el aura de superviviente de Sánchez. Lo que sí que ha habido son algunos episodios que han dado pie a esta teoría de la alianza Junts-PP.

De entrada, desde el PP han hecho tímidos intentos por abrir esa vía; de hecho, ese ha sido siempre uno de los deseos estratégicos de Feijóo. Por otro lado, Junts y PP han votado juntos en el Congreso en algunas cuestiones económicas. Y simultáneo a todo esto, la izquierda - sobre todo, ERC - ha intentado vender la idea de que Junts está alineado con la “derecha española”.

Pero el caso es que Sánchez está en Moncloa y todos los órdagos de Puigdemont se disuelven como azucarillos. Como se ha explicado en E-Notícies a propósito de varias votaciones importantes, Junts está en una posición mucho más débil y confusa de lo que parece. Y es más, esta debilidad se compensa con todo lo contrario: con un perfil muy fuerte, pero con poco recorrido real.

Hombre con gafas y traje hablando frente a dos micrófonos.

Maximalismo y maquillaje

La prueba de esta situación la encontramos en que Junts no ha tumbado al Gobierno, que es el elemento más básico de la estabilidad. Si tumban al Gobierno, forzarían elecciones generales y eso dispararía las posibilidades de una mayoría absoluta de PP y Vox. Este es el tope con el que Waterloo se golpea una y otra vez la frente.

Esta situación conduce a Junts a una estrategia de juego corto muy maximalista y que consigue maquillar más o menos su dependencia hacia Sánchez. Además, coincide con la competición de fondo que ahora plantea Aliança Catalana. Esto último es algo que se señala poco en la prensa, tanto la procesista, que no quiere dar alas a AC, como en la española, que todavía no han calibrado a Sílvia Orriols. Pero el último CEO ya mostraba una trasferencia de alrededor de cinco diputados de Junts hacia AC.

El problema de esta estrategia de Junts es que necesita huir hacia adelante y a medio plazo se queda sin combustible. Porque el PSOE se lo promete todo a Puigdemont y después le entrega incumplimientos o versiones devaluadas. Los ejemplos más claros son el catalán en Europa o la inmigración, que han obligado a Puigdemont a pegar otro tiro al aire con la moción de confianza.

Dependencias mutuas

La pregunta inmediata es por qué Junts estira tanto una estrategia que afecta a su credibilidad y que electoralmente no parece darle resultados. La respuesta hay que buscarla en la clave de bóveda de esta legislatura: la ley de amnistía. Es en este contexto que el PP asume que Puigdemont no consumará sus amenazas hasta no tener el camino judicial despejado.

Si miramos hacia atrás, observamos que los indultos sirvieron para que el PSOE aprisionara a ERC dentro Frankenstein. En cambio, el precio de Puigdemont era un poco más alto: una ley de amnistía y participar en su redacción. Pero como ocurre siempre con el PSOE, los tempos difusos benefician a los socialistas, o sea, al que tiene el poder. No por casualidad es tan famosa aquella frase de Andreotti: el poder desgasta, sobre todo al que no lo tiene.

Alberto Núñez Feijóo en primer plano, borroso, y de fondo Pedro Sánchez y Nadia Calviño hablando sentados en sus escaños del Congreso de los Diputados

La ley de amnistía salió adelante, pero quedó encallada de inmediato en un ‘via crucis’ jurídico que debe pasar ahora por el Tribunal Constitucional. Esto depende, pues, de Conde Pumpido, que es el presidente del TC. Y la tesis que manejan en Génova es que Puigdemont no dejará caer a Sánchez hasta que el Constitucional se pronuncie. “[Puigdemont]no moverá un dedo hasta que Conde Pumpido acelere la sentencia de la amnistía”, decían ayer fuentes del PP a Vozpopuli.

Los populares dan por descontado que la única sintonía con Junts será en temas económicos, es decir, haciendo de altavoz de ciertas patronales. Fuera de eso, en Génova ya no se encomiendan a nuevos órdagos de Puigdemont para tumbar a Sánchez. Porque del mismo modo, Sánchez necesita atar a Puigdemont para mantener la viabilidad de un ‘Frankenstein’ que se cae por piezas.

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