La izquierda soberanista ante su reflejo: desunión, soberbia y elitismo
Del buenismo al puñal y tiro porque me toca: esta semana, la izquierda catalana se reúne para pensar sobre su fracaso
La izquierda soberanista catalana es ese grupo de personas al que le explicas el mito de Narciso y no lo entienden. Si Narciso se ahoga por intentar darle un beso a su reflejo en el agua, a la izquierda soberanista le parece normal, dada la belleza de Narciso. Y el día de mañana, 8, y pasado, 9, la izquierda soberanista se ha dado cita en Gerona para darse otro beso a sí misma.
Se trata de una iniciativa organizada por varias figuras de esta opción política (CUP, ERC y Comuns). Su objetivo, dicen, es reflexionar sobre los “callejones políticos sin salida” en los que se encuentran. Entre otras cosas, quieren descubrir por qué pierden diputados a toda velocidad y por qué la unidad operativa les resulta inalcanzable.
Como viene siendo habitual, la situación ha tenido que rozar con el colapso para motivar la reflexión. Y es que, entre una cosa y otra, la CUP es un partido residual, los Comuns han obtenido el peor resultado de toda su historia y ERC hace eslalon con su desaparición. Se trata, en definitiva, de una clásica situación en la que la pérdida individual de beneficios motiva una unión general.
Según han adelantado, los temas de reflexión serán: derecho a la vivienda, cooperativismo, antifascismo, defensa del territorio, renta básica y feminismo. Es decir, sus temas habituales. En cualquier caso, ofrecemos ahora una reflexión alternativa sobre la situación de la izquierda soberanista.
¿Qué une a la URSS con el wokismo?
Por lejana que resulte, la caída de la Unión Soviética es el factor más determinante de la izquierda contemporánea. Hablamos de que la caída de la URSS supuso la desaparición de la plataforma política que había condensado ‘de facto’ el proyecto izquierdista. Pero, una vez desaparecida la URSS, la izquierda (y la derecha) experimentó lo que ya explicó Antonio Escohotado: una progresiva convergencia hacia el centro.
A partir de aquí, la izquierda en su conjunto - ya fuera más o menos marxista - se convirtió en lo que la CIA bautizó como “izquierda compatible”. Es decir, una izquierda que asume (y trabajo por) el formato de la socialdemocracia y todo lo que la envuelve. En este contexto, el combo de demagogia generalizada y de la vocación liberadora de la izquierda dio lugar al wokismo.
Y a pesar de que ahora es insulto, se puede considerar al wokismo como la forma definitiva de la actitud antisistema integrada. Por esto, es muy común que los wokes provengan de las altas esferas universitarias (soberbia) y las clases sociales más bien pudientes (elitismo). En este sentido, la sociología electoral ya ha constatado cuál es la extracción social del votante de estos partidos, que no es ni mucho menos la clase obrera.
Del buenismo al puñal y tiro porque me toca
Para lo que es el caso, lo relevante de toda esta situación es que la izquierda se ha desligado de sus postulados originales, empezando por la referencia a la clase, que remite a la nación. Una vez fuera de este ámbito, la izquierda empezó a apadrinar cualquier causa que se le presentara, por muy minoritaria que fuera.
Al mismo tiempo, la izquierda contemporánea ha tenido un pie dentro y fuera del sistema político, de tal manera que no se han desempeñado tan bien como los adversarios en los tacticismos de la partitocracia. Y el resultado no podía ser otro que la desunión (llegando a escenas cainitas) que tanto caracteriza a la izquierda.
La mezcla entre el bufé libre de las causas sociales y los intereses creados de la partitocracia impide la unión operativa. En un escenario de competición partidista, siempre se presentará algún contexto para adelantarse al adversario, para hundirlo, para aliarse, etc. El último ejemplo todavía está en marcha: Sumar traiciona a Podemos y Podemos espera su momento para vengarse.
Otra prueba de esto está en las reformas que ha hecho la CUP. Y es que, a todos los efectos, el partido antisistema se ha reformado para intentar ser más eficaz en un contexto partitocrático. Así, por ejemplo, descubren el mediterráneo y hablan de: tejer alianzas con otros partidos, tener una secretaría general, alargar el mando de la directiva, etc.
Como era previsible, el resultado final de esta situación es que el partido más eficaz - el PSOE y el PSC - es el que se lo acaba llevando todo ¿Con qué ha acabado ‘de facto’ el 15M y el procés? Con el PSOE en la Moncloa y con un PSC que acumula más poder que nunca en Cataluña.
Y la traca: caricaturas como mapas y rehenes de sí mismos
También Escohotado señaló que la izquierda contemporánea, ante la agonía de su propia inanidad, necesita un “reflejo especular”. Es decir, poner en circulación toda clase de caricaturas sobre la realidad que tienen enfrente. Así, asistimos a una hiperinflación de los radicalismos nominales: ultraderecha, extrema derecha, fascismo, nazis, etc. Nuevamente, el que se lleva los frutos de esta estrategia es el pez grande: PSOE y PSC. Porque, como es evidente, si el votante siente miedo de verdad, se refugiará en la opción más sólida.
Finalmente, la izquierda contemporánea se convierte en rehén de sí misma cuando su apertura sin límites le impide tener una visión política de, por ejemplo, la inmigración. Sobre esto, la situación de la izquierda soberanista catalana resulta doblemente torpe porque no acepta la evidencia de que una identidad minoritaria, como la catalana, es mucho más vulnerable a los cambios demográficos.
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