Montaje con un plano medio cort de Carles Puigdemont y otro de Pedro Sánchez, uno mirando hacia arriba y otro mirando al suelo con cara de preocupación
POLÍTICA

Junts y la amnistía: todo por las autonómicas

Al mismo tiempo que Junts necesita la amnistía, también tiene que presentar un discurso electoralista para las próximas elecciones en Cataluña


El panorama político en España y en Cataluña está tan revuelto que casi parece indescifrable. Hay muchos actores a muchos niveles y todos con objetivos distintos. Ahora nos proponemos explicar por qué la ley de amnistía es la clave de todo el asunto. Al fin y al cabo, son Junts y el PSOE los que acaparan el foco mediático. Y cuando el PP lo consigue es por enredarse también con la amnistía.

El procesismo en Madrid

Lo último que se supo de la amnistía fue que Junts votó en contra. Algo en apariencia incomprensible. Justificaron el sentido de su voto diciendo que la ley no era lo suficientemente garantista para blindar a Puigdemont y al resto de afectados. Poco después, los fiscales dijeron que sí que había indicios para investigar por terrorismo al Tsunami Democràtic.

Y ahí se quedó el asunto. Desde el PSOE dicen que no pueden estirar más la ley porque incluir delitos de terrorismo y de alta traición es la garantía perfecta de que la justicia tumbará la ley. Por su parte, Junts sigue sin bajarse del burro. La imagen que queda, pues, es idéntica a la que había antes: unas negociaciones que parecen haber llegado al límite y que no tienen salida. Pero tal vez la respuesta esté en otro nivel de análisis: el del electoralismo de Junts, que al fin y al cabo, y ‘de facto’, es un partido autonómico que necesita las instituciones catalanas como el que necesita el aire para respirar.

Míriam Nogueras, con cara de enfadada, sentada en su escaño en el Congreso de los Diputados

Y la hipótesis de que todo esto se trata de estrategia electoral de Junts encuentra refuerzo en dos hechos en apariencia independientes. El primero, que Junts se sube a todos los carros electoralistas en Cataluña - la inmigración, por ejemplo - y que Puigdemont no se moja con ninguno de ellos. El segundo, que ERC sí aprueba la ley de amnistía porque dice que, aprobada o no, los obstáculos judiciales no van a desaparecer y que  lo mejor es pájaro en mano y no ciento volando.

Entonces, si se observan desde un punto de vista negociador, los movimientos de Junts sí que parecen erráticos y arbitrarios. La hipótesis que despeja este aparente sinsentido es que Junts esté organizando las piezas y los tempos de la manera más provechosa posible de cara a las elecciones que tienen por delante. Primero las europeas y, después, la prueba de fuego: las autonómicas

Puigdemont en Palau

En E-Notícies, lo explicábamos hace unos días haciéndonos eco de una información de Marcos Lamelas en El Confidencial. Junts había filtrado - léase Albert Batet - que la intención del partido es que Puigdemont sea el candidato a las autonómicas. Algo que está supeditado a la resolución definitiva de la ley de amnistía.

Si esto es cierto, el plan de Junts sería anunciar la candidatura de Puigdemont a Palau después de las europeas. Es decir, que a Junts le interesa estirar al máximo este clima de incertidumbre y maximalismo para continuar en el foco mediático y, si es posible, conseguir el blindaje legal definitivo. Además, mientras se despeja la duda, el Parlamento Europeo es un buen sitio para colocar al expresidente. Y un buen resultado en Europa con Toni Comín tampoco iría mal.

Por otro lado, el electoralismo de Junts tiene una traducción al escenario catalán que se ha podido confirmar durante estos últimos días en el Parlament. Empezado por los presupuestos de Aragonès. Junts condiciona su apoyo a que el Govern elimine el impuesto de sucesiones (que disparó Quim Torra durante plena pandemia) y a que “reduzca la presión fiscal”. Aunque el máximo fuego artificial fue admitir a trámite una ley para debatir la independencia de Cataluña. Y aunque pueda ser fuego amigo - “amigo” - de Solidaritat Catalana, el caso es que, sin los votos de Junts, la Mesa no la habría admitido a trámite.

Primer plano de Albert Batet durante una intervención en el Parlament de Cataluña

Y a todo esto el PSOE también tiene su relato con la ley de amnistía. Su última expresión fueron las elecciones gallegas, que Sánchez quiso plantear como un plebiscito al PP y que, al final, le ha salido mal. Lo ha intentado tapar desviando la atención en la famosa comida de Feijóo con periodistas en la que el líder de los populares dijo que él estaría de acuerdo con unos indultos. Algo que fue convenientemente explotado por la prensa próxima al PSOE durante la campaña.

Finalmente, están los Presupuestos Generales del Estado, que como cualquier otro movimiento del PSOE está supeditado a la aprobación de Junts. Esto significa que las cuentas públicas se juegan a dos niveles: el económico y el político. Porque sería bastante inverosímil que Junts pusiera un puente de plata para uno y un infierno para el otro. 

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