Albert Batet, el poli malo de Carles Puigdemont
El presidente del grupo parlamentario de Junts per Catalunya ejerce de controlador del partido, habla con la prensa y hace llegar el mensaje de Waterloo
Dicen que en los partidos políticos siempre hay fontaneros. No son simpáticos, no buscan protagonismo y solucionan problemas. En la medida de la calidad de estos polis malos, las formaciones funcionan. Un ejemplo claro es el PSC, que gustará a la gente o no, pero sigue siendo una formación ordenada internamente, con jerarquía y disciplina.
Esto es precisamente lo que buscan Jordi Turull y Carles Puigdemont en Junts per Catalunya. Volver a copar los cargos internos de fontaneros y arrinconar a los activistas que están más por la labor de la pancarta que del poder. Y parece que, en esta terna interna para escoger el malo, Albert Batet se ha llevado el gato al agua. El de Valls, presidente del grupo parlamentario, no ha dudado en hacer un pulso al sector de Laura Borràs en el Parlament, ganarlo y pasar de todo lo que se ha llegado a decir de él.
Batet no ha querido ni salir al paso de las acusaciones, gravísimas, de Cristina Casol. Le han acusado de mobbing, de machista y ni se ha inmutado. Ha hecho el trabajo sucio, el que ni Carles Puigdemont ni Jordi Turull han querido -o podido- hacer durante años y ha salido reforzado. Más del 90% de los diputados del grupo de Junts en el Parlament le han dado su apoyo y se ha convertido en una pieza indispensable del engranaje de Waterloo.
Así es Albert Batet, una de las voces en el Parlament de Catalunya de Carles Puigdemont. Durante un tiempo muchos nos habíamos preguntado qué tenía Batet para ocupar posiciones tan relevantes dentro de su partido. No destaca por ser un buen orador, no parece un líder de masas, ni un ideólogo de partido. Ahora ya lo sabemos: es uno de los fontaneros, el policía malo que no tiene miedo a ensuciarse las manos para hacer el trabajo más desagradecido.
Albert Batet, cómodo tras los focos
Al presidente del grupo parlamentario de Junts per Cataluña no le gustan demasiado los atriles ni los micros. Se encuentra mucho más cómodo entre bambalinas, conspirando. Así se fraguó su poder local, así se ganó el respeto de la gente de Convergencia en Tarragona. Fue él quien robó varios de los miembros de ERC para Junts y quien se acercó poco a poco a Carles Puigdemont para ganarse su confianza. A Albert Batet no lo tragan fuera de su partido, como sucede con la mayoría de fontaneros, mientras que en el suyo muchos lo temen.
El contacto de Albert Batet con Waterloo es directo. Un ejemplo claro lo hemos visto esta semana. Varios medios publicaban que Carles Puigdemont no solo será el candidato de Junts en las europeas, sino que podría repetir en las catalanas. Esta información no es gratuita, ha sido Batet el encargado de hacerla llegar a periodistas. Puigdemont controla el relato, Albert Batet hace llegar el mensaje.
No solo eso: Si Junts se debe reunir con el PP tras las generales, Batet es el hombre escogido, para salvaguardar "el honor" de Turull y Puigdemont. Y si lo que toca es sentarse a cenar con Bolaños y la vicepresidenta del PSOE Montero, también está Batet negociando cualquier acuerdo. Podríamos decir, pues, que tras Puigdemont y Turull, ahora mismo Albert Batet es la pieza clave de Junts per Catalunya, el enlace del partido con el Parlament, los medios y las otras formaciones.
Si se preguntaban los méritos de Albert Batet para tener tanto poder en Junts per Catalunya, ya lo tienen: ser fontanero del partido y el poli malo no es poca cosa.
Más noticias: