El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, durante la sesión plenaria en el Congreso de los Diputados, a 21 de febrero de 2024, en Madrid
POLÍTICA

El Gobierno entra en escena para que ERC pacte con el PSC

Desde Madrid, el PSOE empieza a hacer ofertas para reconducir a los republicanos hacia el tripartito

En un primer momento, el tripartito parecía el desenlace natural de las elecciones autonómicas. Con los Comuns en caída libre y una ERC tocada y casi hundida, apuntarse a la estela del PSC era la menos mala de las opciones. Con el tripartito, además, podrían mantener algunas cuotas de poder y evitar el peor de los escenarios: una repetición electoral. En tal caso, los últimos sondeos publicados muestran que el trasvase de votos de ERC hacia el PSC sería muy destacado.

Pero la elección de Josep Rull como presidente del Parlament puso alguna sombra de duda sobre el tripartito. Según parece, ERC tenía el acuerdo casi cerrado con el PSC y en el último minuto se decidió por Junts. Esto motivó una imagen poco habitual como la de un Salvador Illa bastante airado y tal vez agitado ante la posibilidad real de que ERC tenga el valor de forzar las elecciones. De fondo, pero, hay un factor fundamental: la guerra interna dentro de ERC. Con la dimisión de Aragonès se ha abierto la veda y la lucha de poder.

Plano medio de Marta Roviera junto a Oriol Junqueras

Con lo sucedido en la Mesa, algunos medios han apuntado a que el sector de Marta Rovira se ha movilizado para inutilizar al sector Junqueras, que es más proclive a pactar con el PSC. Según explicaba Marcos Lamelas en El Confidencial, Marta Rovira hace todo lo posible para que el acuerdo de Elisenda Alamany con Collboni en Barcelona no salga hacia adelante.

Es decir, paren las máquinas que ERC vuelve al independentismo y ya no interesa eixemplar la base. Ciertos sectores de la militancia como las juventudes del partido opinan lo mismo.

El Gobierno central o un cajero automático

Además del riesgo evidente de forzar las elecciones o de hacerle caso a Artur Mas y resucitar el ‘Junts pel Sí’, estas maniobras del sector Rovira no tienen en cuenta a un actor importante: el Gobierno central.

Con una sincronización que no es casual, el Gobierno ha empezado a poner carne en el asador para tentar a ERC y estimular el tripartito. Y entre el BOE y la apelación a que todos somos “fuerzas progresistas”, la tentación no es menor. Además, muchas de las cosas a las que se puede comprometer el PSOE son relativamente etéreas y tienen una concreción indefinida. Hablamos, por ejemplo, de “avanzar” hacia el referéndum o tener a la lengua catalana como un “eje de gobierno”.

Al mismo tiempo, entre todas estas abstracciones se pueden introducir concesiones que sí le darían peso real al acuerdo. Ahí están, por ejemplo, un sistema de financiación singular o condonar parte de la deuda autonómica. De hecho, ayer mismo, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, dijo en la radio que las “singularidades” de Cataluña justifican un sistema de financiación propio para la región.

Alguna nuez y también un poco de ruido

Esta concesión para animar el tripartito es bastante factible porque depende íntegramente del Gobierno. La condonación de la deuda, en cambio, es más peliagudo porque implica que las comunidades autónomas puedan protestar. La solución pasa entonces por perdonar una parte de alrededor de 15.000 millones de euros. La ministra Montero ya ha dicho que lo están negociando con ERC.

Plano medio corto de María Jesús Montero, con una camisa y chaqueta lila sonriendo ante los periodistas

Finalmente, quedan una serie de compromisos en los que el PSOE se podría sentir bastante cómodo. Se trata de compromisos más bien indefinidos y a largo plazo. Además de los ya referidos de “avanzar” hacia el referéndum o de tener el catalán como una prioridad gubernamental, el PSC se podría comprometer a mantener ciertas leyes y proyectos del anterior Govern de ERC. En realidad, nada determinante.

En definitiva, los jugadores empiezan a hacer sus apuestas y, por paradójico que resulte, el crupier es ERC. La lucha interna en ERC se mueve entre dos ámbitos: forzar la repitición electoral y que Dios reparta suerte o exprimir lo máximo posible al Gobierno central para aceptar el tripartito. Rovira o Junqueras, Puigdemont o Sánchez.

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