Montaje con dos primeros planos de Alberto Núñes Feijóo con cara seria y Santiago Abascal sonriendo
POLÍTICA

La estrategia del centro no funciona: Abascal le come terreno a Feijóo

Casi el 80% de los votantes del PP pide una oposición más dura al Gobierno de Sánchez

Hay un hecho muy revelador: si hacemos una lista de los líderes políticos que han desfilado ante Sánchez, observamos que solo uno ha sobrevivido. Mariano Rajoy está fuera, así como Pablo Casado, Albert Rivera, Pablo Iglesias y próximamente Yolanda Díaz. El único que se ha mantenido, y no por casualidad, ha sido Santiago Abascal.

Y es que el discurso de Vox tiene dos ventajas. La primera es que es un discurso que al final se queda sin competencia, más aún cuando se presenta a Vox como un elemento radioactivo. La segunda ventaja es que en estos momentos Europa gira casi en su conjunto hacia el nacionalpopulismo. Así mismo, algunos de los líderes políticos más mediáticos del mundo son aliados directos de Vox, como Trump o Milei.

Hombre con barba y traje sentado en un asiento de cuero en un entorno de madera.

¿Cómo debe lidiar el PP con Vox?

Esta situación supone un problema para el PP, que siempre ha albergado tensiones internas con respecto al trato que tienen que darle a Vox. Para algunos populares la estrategia es separarse de Vox para poder pescar en el centro y quitarle votos a Sánchez. Para otros, en cambio, Vox es un aliado natural, y el PP no tendría que caer en el error de ponerse el cinturón de castidad que Sánchez les quiere imponer.

El líder del partido, Alberto Núñez Feijóo, está más bien dentro del primer grupo. De hecho, fue Feijóo el que acuñó la idea de “frontera ideológica” para referirse a una situación ideal en la que PP y PSOE se van pasando la pelota mutuamente. No hay que olvidar que Feijóo se ha forjado en la piscina de Galicia, donde sus mayorías absolutas se sucedían una tras otra.

Ante esta situación, Vox no solo no vacila, sino que estira. El último ejemplo ocurrió hace unos pocos meses, cuando Abascal no dudó en romper los acuerdos de gobierno con el PP con motivo del reparto de ‘menas’. Según explicaron varias figuras de Vox, fue una jugada estratégica a largo plazo. Y si hacemos caso a la encuesta que ayer publicó GAD3 para el ABC, parece que esta estrategia funciona.

El líder del PP y candidato a la Presidencia del Gobierno, Alberto Núñez Feijóo, durante la primera sesión del debate de investidura del líder del PP, en el Congreso de los Diputados, a 26 de septiembre de 2023, en Madrid

Los votantes de Feijóo piden más contundencia

Según GAD3, de celebrarse elecciones ahora, la derecha alcanzaría una destacada mayoría de 187 diputados. El ganador de las elecciones sería el PP, pero el gran beneficiado sería Vox. Esto se explica porque el PP retrocedería con respecto a sus propios resultados en otras ediciones de la misma encuesta y Vox, en cambio, se dispararía hasta los 40 diputados.  Por otro lado, un inapelable 77% de los votantes del PP pide una oposición más dura a Sánchez.

Esto llevó al ABC a redactar un editorial que, con el título de Aviso al partido popular, vuelve a poner a sobre la mesa el debate más tedioso para Feijóo: la relación con Vox. Resulta innegable que estos sondeos (y la estabilidad electoral de Vox) echan por tierra cualquier posibilidad de maniobrar al margen de Abascal. Es decir, que la indefinición a la que tiende Feijóo no es inocua para el PP, que resulta que no es quien recibe votos de Vox, sino quien los da.

Como si fuera una balanza, el peso del discurso electoral de Vox depende de la contraparte que pueda presentar el PP. El caso más evidente es el de Madrid, con una Isabel Díaz Ayuso a la que nadie hace sombra. Su perfil político es tan diáfano que no solo ha inutilizado a Vox en Madrid, sino que genera incluso problemas de credibilidad a la directiva del PP.

Fotografía de Isabel Díaz Ayuso de perfil, en un acto con las banderas de Madrid y España de fondo

Paralelo a todo esto, está lo más importante: la realidad. El actual contexto social, marcado por un empobrecimiento general de la población, es cada vez menos susceptible a la estabilidad política de la partitocracia. Ante esto, y como ocurre en Cataluña con Aliança Catalana, las maniobras políticas para aislar al nacionalpopulismo no solo resultan inoperantes, sino contraproducentes.

Todo ello al margen de que el PSOE de Sánchez hace mucho que se ha alejado de la “frontera ideológica”. Solo una hipotética renovación del PSOE, con alguien del perfil de García-Page a la cabeza, permitiría una renovación del bipartidismo. Feijóo, en definitiva, todavía no ha asumido que donde él querría ver una frontera en realidad hay un muro. Exactamente el mismo muro que diseñó Pablo Iglesias y que después le copió Pedro Sánchez. 

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