Las derivadas del 'nuevo' Junts: Sánchez desconfía, Illa sonríe
El 'regreso' de Carles Puigdemont cortacircuita una posible pinza de Junts con ERC en el Parlament
La elección de Carles Puigdemont como nuevo presidente de Junts, y de sus afines como dominadores absolutos en el nuevo organigrama del partido, marca un punto de inflexión en la política catalana. Sobre todo en lo que atañe a las estrategias de alianzas de PSOE y PSC. Pedro Sánchez teme que el ‘regreso’ de Carles Puigdemont complique aún más el frágil equilibrio del Gobierno con ERC y Junts, mientras que en el PSC sonríen aliviados porque creen que el liderazgo de Carles Puigdemont cortocircuita una posible pinza de ERC y Junts contra Salvador Illa.
La consagración de Carles Puigdemont genera desconfianza en el entorno de Pedro Sánchez. La parte positiva es que Junts ha ratificado en la ponencia estratégica durante el congreso su alianza con el PSOE, y en Moncloa creen que Puigdemont se ha convencido de la necesidad de seguir apoyando al Gobierno en Madrid. En cambio, temen las consecuencias de un Puigdemont agradando y, sobre todo, los efectos que puede tener sobre ERC.
En Cataluña, en cambio, el PSC cree que la presidencia de Puigdemont permite definir aún más la dicotomía entre las figuras del presidente de Salvador Illa y el jefe de la oposición Carles Puigdemont. En el congreso, Puigdemont ha dado también la orden de “pasar a la ofensiva” para recuperar la Generalitat. La estrategia de Junts de prudencia en Madrid y dureza en Cataluña beneficia al PSC, que asegura su posición de centralidad y cohesiona aún más el bloque de investidura con ERC y Comuns.
Puigdemont aleja a Junts de ERC
Junts se ha conjurado para la construcción de un amplio espacio independentista que aúne a la sociedad civil y los partidos soberanistas. Aunque en el congreso han acordado rebajar la tensión con ERC, sigue existiendo la tentación de absorber el espacio republicano en el gran movimiento independentista bajo el paraguas de Puigdemont.
En Cataluña, esto tiene que llevar lógicamente a un alejamiento entre ambos partidos y un acercamiento aún más decidido de los republicanos hacia el PSC.
En Madrid, el PSOE teme que la radicalización de Junts bajo el poder absoluto de Carles Puigdemont obligue a ERC también a radicalizarse. Hasta ahora el PSOE ya ha cedido mucho terreno con la financiación singular, pero si Esquerra quiere competir con este nuevo Junts tendrá que pedir más cosas a Sánchez. Como el referéndum, que de momento había quedado enterrado pero que los republicanos nunca han descartado del todo.
Una competencia aún más agresiva entre ERC y Junts supondría una nueva escalada de tensión que ahora no conviene a Moncloa. La crisis del Gobierno deja a Pedro Sánchez en una situación muy débil en las negociaciones con los partidos independentistas, por ejemplo para la aprobación de los presupuestos de 2025.
Por eso miran con desconfianza al refuerzo del puigdemontismo en Junts, y la radicalización del flanco independentista.
El factor Junqueras será clave
Hay dos cosas que ahora mismo preocupan en Moncloa. Una es la reconstrucción de la alianza con el PNV que arrastra a Junts hacia la derecha como se ha visto con la votación del impuestazo a las energéticas. Los dos partidos siguen lejos aún del PP, pero la peneuvización de Junts acentúa las contradicciones internas del bloque de investidura y fomenta aún más la inestabilidad.
La otra es el congreso de ERC, el 30 de noviembre. La victoria de Junqueras sería una buena noticia para Moncloa, ya que consolidaría la alianza de ERC con el PSOE en el Congreso y blindaría la figura de Gabriel Rufián, clave para mantener esta alianza.
Además, tanto en el PSOE como en el PSC ven como algo positivo que Junqueras haga de contrapeso de Puigdemont para impedir que se crezca aún más.
En el PSC son conscientes de que este nuevo Junts endurecerá el tono de la oposición en Cataluña e intentará ganar puntos de cara a la competencia con Aliança Catalana. Esto, lejos de ser un problema, puede ser una ventaja si ayuda a resaltar la centralidad del PSC frente a los extremismos de la oposición. Más si tenemos en cuenta el desgaste de la figura de Puigdemont, que sigue siendo muy discutido incluso entre las bases independentistas.
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