ERC y Junts, en horas bajas: sin músculo para hacer oposición
Con los liderazgos inutilizados, ni Junts ni ERC suponen por ahora un obstáculo para el Govern de Illa
El pasado martes, Salvador Illa abrió el debate de política general y ayer intervinieron el resto de grupos parlamentarios. De los discursos de Junts y ERC se aprecia que el procesismo todavía busca acomodo en la Cataluña postprocesista.
Y aunque sea simbólico, no deja de ser revelador que por parte de Junts y ERC no hubiera intervención de los líderes. En el caso de Junts, Puigdemont continúa en Waterloo, preso de la propia ley de amnistía, y ERC se consume en una guerra interna.
Pero al margen de las cuestiones simbólicas, tanto las intervenciones de Batet (Junts) como de Jové (ERC) muestran que el procesismo no ha encontrado un lugar desde el que hacer oposición.
Junts insiste en la figura de Puigdemont y en que todavía no hay “normalidad política”. Por su lado, a ERC no le queda más que decir con la boca pequeña que vigilarán que el PSC cumpla con los acuerdos. Pero pensado con detenimiento, esta sensación de que Junts y ERC andan descolocados es natural.
Y es que, casi de la noche a la mañana, ambos partidos pasaron de controlar las instituciones catalanas a perderlas. Otra de las caras de este hundimiento es el conflicto que hay entre ambos partidos, con ERC haciendo la guerra sucia contra Junts y Turull diciendo que no se habla con Marta Rovira. No hay, pues, ni unidad de acción, ni interna ni externa.
Junts, es decir, Puigdemont
En su intervención, el diputado Albert Batet no ofreció ninguna novedad destacada, ni parlamentaria ni estratégica. Por el contrario, Batet insistió en que Illa no se hace respetar en Madrid, en que todavía hay “represión” y en que el “conflicto político” no está resuelto.
Como se dijo en E-Notícies, este planteamiento es el precio que ahora paga Junts por haber hecho una apuesta de todo o nada. Es decir, que o Puigdemont era president o el partido se quedaba donde está ahora: en tierra de nadie. De fondo, Puigdemont teledirige desde Waterloo algo parecido a una oposición, que tiene un ojo puesto en Illa y otro en Sílvia Orriols.
Paralelo a todo esto, también está el problema de la ley de amnistía, que se revela como un cinturón de castidad para Junts. Empantanada en una carrera de obstáculos judiciales, la ley de amnistía no ha servido para colocar a Puigdemont otra vez en el mapa político. Todo lo contrario. Además de dar munición al PSOE y su idea de “reconciliación”, la ley de amnistía ha dejado a Puigdemont en la inoperancia política.
Ante estas críticas, Illa solo tiene que hacer lo que ha hecho estos días: lamentarse por el retraso e instar a los tribunales a que no pongan trabajas. Por el resto, la ley está dejada a su suerte y el PSOE puede lavarse las manos. En este momento, lo más probable es que Constitucional avale la ley, pero la verdadera batalla está en Europa. Y el juez Marchena ya ha dicho que sea como sea va a presentar recursos a la justicia europea.
ERC, perfil bajo y aguantar el temporal
Por su parte, a los republicanos solo les queda pasar por un largo periodo de silencio y de aclaración de su circunstancia. Mientras tanto, no se pueden permitir un perfil duro contra Illa y el PSC. El motivo es tan inmediato como que han hecho presidente a Illa. Y cuestión al margen es la resolución de la cruenta guerra interna que hay en el partido.
Mientras no haya una directiva nueva, en ERC solo puede cumplir con el calendario del Parlament de la manera más discreta posible. Como mucho, pueden hacer lo que hizo ayer el diputado Jové, que es explotar cuestiones anecdóticas, como la visita de Illa al Rey, las banderas o las declaraciones de García-Page:
Lo único que se vislumbra en el horizonte del discurso de ERC es la reivindicación del referéndum. Esta es la estrategia comunicativa y mediática que adoptaron los republicanos cuando llegaron a un acuerdo con el PSC. Es decir, la idea de que las concesiones del PSOE a ERC acercan a Cataluña al referéndum y a la independencia:
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