Trapero, el ídolo caído del independentismo
Las masas procesistas se revuelven ahora contra el hombre al que aclamaron en su día
Junqueras, Rovira, Puigdemont… y ahora Josep-Lluís Trapero. Uno a uno se están cayendo todos los mitos que durante años el procesismo se había esforzado en construir para sostener un relato que también se está derrumbando como un castillo de naipes. Lo hemos visto esta semana con las declaraciones de exaltos cargos de ERC, según los cuales nunca hubo una voluntad real de proclamar la independencia.
El mayor de los Mossos durante el Procés, Josep-Lluís Trapero, fue efectivamente uno de los grandes símbolos del aparato procesista. Formaba parte del selecto club de Cadaqués que rodeaba al presidente Puigdemont. Y fue aclamado por aquella frase viral (bueno, pues molt bé, pues adiós) cuando un periodista le recriminó que hablara en catalán.
Pero como ha sucedido con los líderes políticos procesistas, su estrella también se ha acabado apagando con el paso de los años. Los independentistas empiezan a ver que no es el mayor de la policía que habían soñado en una República Catalana imaginaria. Como sus compañeros de viaje aquellos años, no actuó más que movido por unos intereses alejados de toda épica.
Enfadados con el mayor
Esta semana ha sido noticia por haber justificado el uso de gas pimienta en la manifestación de retorno de Carles Puigdemont, en agosto. En una carta a la ANC, ha defendido la actuación policial por las “acciones violentas” que comprometieron la línea policial. El director de los Mossos dice que tuvieron que responder con “el medio menos lesivo” para contener a las personas que querían entrar en el parque de la Ciutadella.
Esto ha suscitado el enfado mayúsculo de los independentistas, que acusan a Trapero de haber mentido y de actuar como venganza tras haber perdido el rastro de Puigdemont. Hay quien apunta que sus afirmaciones son la constatación de “quien le ha visto y quien le ve”.
Hay muchos mensajes de independentistas decepcionados con el mayor, pero otros que afirman que siempre ha sido eso. "Esto es porque no lo conocíais antes", dice un mensaje en las redes sociales, y otro que "toda la policía es igual". Además, algunos recuerdan que era este mismo Trapero quien reconoció que en 2017 tenían un plan para detener al gobierno catalán encabezado por Puigdemont.
Auge y ocaso de Trapero
Fue en 2017 cuando un viejo miembro del cuerpo de Mossos llamado Josep-Lluís Trapero fue designado por Puigdemont como máximo responsable de la policía catalana. Un nombramiento clave en el proceso de independencia que supuestamente estaba llevando a cabo el Govern y donde la policía jugaba un papel determinante. En pocas semanas tuvo que afrontar los atentados de la Rambla y Cambrils, el referéndum del 1 de Octubre, la declaración unilateral de independencia y la aplicación del 155.
Trapero acabó imputado por un delito de sedición al haber indicios de su connivencia con los separatistas en el asalto a la Consejería de Economía. Pesaba sobre los Mossos la sospecha de que se habían inhibido permitiendo así muchas de las ilegalidades que se cometieron en el procés. Aunque Trapero negó cualquier relación con Puigdemont y dijo que nunca se alineó con la idea de la independencia.
Trapero fue finalmente absuelto y acabó siendo destituido por el consejero de Interior de ERC, Joan Ignasi Elena. Su restitución ha venido de la mano de Salvador Illa, la estocada final a la imagen de Trapero como ídolo del independentismo. Una demostración más de que el procés construyó ídolos de barro que han acabado por derretirse.
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