ERC, PSC y Aliança Catalana, en el punto de mira de la CUP
Los ‘cupaires’ muestran una contundencia que no suele ser proporcional a los apoyos electorales que obtienen
En la política en general y en la política catalana en particular no hay la más mínima unidad de acción. El caso más llamativo es el del independentismo, que decía perseguir el mismo objetivo y no consiguió la unidad en ningún momento. Y una vez hundido el procesismo la polarización no solo no se ha reducido, sino que ha aumentado.
Nuevamente, el caso del independentismo es paradigmático: ERC y Junts se odian mutuamente y Aliança Catalana desprecia y es despreciada. Pero si hay un actor político que se destaca por su oposición general y por sistema, ese es la CUP. En el caso de los cupaires, esta contundencia contra los demás contrasta con su evidente retroceso electoral.
La semana pasada, por ejemplo, las juventudes de la CUP vandalizaron la sede del PSC en Vilanova i la Geltrú. Según explicaron los jóvenes en redes sociales, protestaban porque el PSC había aceptado cambiarle el nombre a la plaza “1 de octubre”. Su respuesta fue hacer pintadas en la sede socialista, con mensajes como el de “carnicería”.
Así mismo, el pasado domingo, la CUP y todos los satélites que tuvieron a bien seguirle fueron hasta Ripoll a protestar y, de paso, vandalizaron también la sede de AC. En el caso de Ripoll, la estrategia de la CUP resulta difícil de entender. Porque precisamente en Ripoll es donde Aliança Catalana tiene más apoyos electorales, mientras que la CUP sacó el 3,84% de los votos.
Por su parte, ERC tampoco se ha librado de las iras performativas de la CUP. Cuando los republicanos pactaron con el PSC, grupos cercanos a la CUP bloquearon la sede de ERC en Barcelona. “Pactar con el PSC es una traición al país”, decían los carteles que los cupaires pegaron por las paredes.
La nueva estrategia de la CUP
Esta actitud, que no se corresponde de manera proporcional a los apoyos electoral de la CUP, se enmarca en la nueva estrategia del partido. Según ha explicado la nueva directiva, la CUP es la única “alternativa” de izquierdas e independentista en el Parlament. En este sentido, no ahorran en críticas tanto para la izquierda como para los independentistas.
La CUP, en definitiva, parece insistir en su estrategia de confrontación maximalista para tener un perfil propio muy distintivo. El problema es que un perfil político así suele ser minoritario. En cualquier caso, este es el camino por el que ha optado la CUP, que se enfrenta a su legislatura más determinante.
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