Una multitud de personas sentadas en un auditorio levantando tarjetas amarillas.
POLÍTICA

Cataluña, otra vez en manos de una minoría

Como si Cataluña no tuviera problemas, su futuro político dependerá ahora de unos pocos miles de militantes

Abonada al matiz, la política catalana no se ha caracterizado durante los últimos años por su estabilidad. Por el contrario, una pluralidad a veces pintoresca ha obstaculizado casi todos los proyectos políticos. Empezando por el de la independencia, que dice buscar la unidad con o sin mayorías, o sea, siempre.

Por méritos propios, el partido que más y mejor ha sintetizado esta situación ha sido la CUP. Ahora, ERC hace oposiciones para tomar su lugar.

Abusos de la estadística

De una ideología para algunos museística, la CUP tuvo una cuota de influencia bastante elevada durante el procés. La gestión que hicieron de ella, sin embargo, no ha dejado un buen recuerdo entre muchos, tanto votantes como líderes. En su reciente libro, la mano derecha de Artur Mas, David Madí, califica a la CUP de “secta política encallada a medio camino entre una versión cutre del comunismo y un club de cannabis”.

Personas sentadas en una conferencia, algunas con libretas y gafetes, con una multitud en el fondo.

De entre los episodios en los que una minoría tuvo una influencia decisiva sobre toda Cataluña, se recuerda con especial incredulidad el de la asamblea cupaire de 2015 para investir a Artur Mas.

Fue aquella votación en la que los militantes de la CUP empataron a 1.515 entre dos opciones. Es el equivalente a que uno tire 3.030 veces una moneda y obtenga el mismo número de cruces que de caras. Tal vez sea el único ejemplo literal de esa frase que repetía Jorge Luis Borges y que dice que “la democracia es un abuso de la estadística”.

Por no perder las costumbres, la política catalana y, por remisión, Cataluña, están ahora pendientes de lo que decidan las bases de ERC. Este viernes, 8.700 militantes decidirán si Cataluña repite las elecciones o no. Dado el clima político que hay en Cataluña, no está claro en qué sentido las bases de ERC decidirán abusar de la estadística.

El turno para ERC

La dirección de ERC ha optado por el corto plazo. Primero, evitar una repetición electoral y, segundo, garantizarse alguna cuota de poder. Una vez hecho esto, el partido decidirá qué hace con Oriol Junqueras para, finalmente, estabilizar la situación y adoptar un nuevo rumbo. Es decir, que hay mucho que ganar.

Estos beneficios son proporcionales a la trascendencia con la que la dirección de ERC quiere vender el acuerdo con el PSC. Empezando por el “concierto económico solidario”, del cual nadie sabe nada con precisión. En cualquier caso, se presenta a la militancia como un logro histórico para sugestionar así su voto. De paso, también sirve para pasar al ataque contra Junts.

Paralelo a esto, el resto de presuntos logros negociadores de ERC también están destinados a tapar el agónico espectáculo de los carteles del Alzheimer, los mariachis, el muñeco falso de Junqueras, etc. Todo con la inestimable ayuda del PSC y el PSOE, que quieren instalarse en Palau para desactivar cuanto antes la bomba de relojería que es Puigdemont.

Un grupo de personas de pie frente a un podio amarillo con el logotipo de Esquerra Republicana, mientras varias cámaras los graban.

Con respecto a la tipología de los votantes, la edad media es de 55 años y el 60% son hombres, frente a un 40% de mujeres. La mayoría son del Área Metropolitana de Barcelona, y se dividen en un sector más progresista y otro más nacionalista.

Por otro lado, se desconoce con precisión cómo están los ánimos. Hace poco más de un mes se suspendió la consulta a la militancia de Barcelona, que tenía que decidir si ERC entraba en el Ayuntamiento con el PSC. Como es habitual en estos casos, la excusa de la logística fue muy socorrida. Hubo demasiados votantes, dijo la dirección.

Se conoce que 90 días no han sido suficientes para habilitar otro sistema de votación.

Paradoja de la paradoja

Más allá de las cifras y las fechas, esta situación apunta a que la inestabilidad de la política catalana es estructural.

La variedad de coágulos ideológicos con sus respectivos intereses partidistas (unionismo, independentismo, izquierda woke, identitarismo, etc.) redundan en situaciones como esta de ERC o la famosa asamblea de la CUP.

Hombre con gafas y cabello canoso levantando un dedo mientras habla en un micrófono.

Para más paradoja de la situación, el viernes votarán el futuro político de Cataluña los militantes del partido que ha salido más perjudicado de las elecciones. A su vez, esto queda también pendiente de la decisión que tome el líder del segundo partido más perjudicado: Carles Puigdemont.

Mientras, aumento de la inseguridad, problema de la vivienda y servicios administrativos progresivamente más colapsados

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