No os equivoquéis: el problema es vuestro
Las pensiones se plantean como un problema generacional que solo beneficia a los mayores. Y así es, pero solo por ahora.
Es llamativo eso de naufragar, que te rescate un barco en llamas y alegrarse. Náutica al margen, la insostenibilidad del sistema de pensiones se suele presentar como una carga cada vez mayor y que recae sobre los que no están jubilados. Y, efectivamente, así es. Pero solo mientras se pueda mantener el teatro.
Nadie parece reparar en la situación en la que quedarían millones - literalmente, millones - de personas si cayera el sistema de pensiones. Además, esta hipotética situación se nos plantea aún peor. Y es que si caen las pensiones lo más probable es que antes haya habido una caída general del sistema. Es como los títulos de los cuadros de los museos: apocalipsis sobre fondo de apocalipsis.
El corral contable
Cualquier sistema de pensiones que sea de reparto tiende al fraude, o sea, a que no funcione. Lo hemos explicado en multitud de ocasiones: los pensionistas cobran lo que permiten las condiciones económicas del momento porque nada se ha ahorrado. Es una versión contable y a lo grande de aquello de las gallinas que entran por las que salen ¿Y qué ocurre si entran más gallinas de las que salen? Pues que el gallinero es un lío.
Lo que ocurre es que, cuando las condiciones demográficas y económicas son buenas, un sistema de pensiones de reparto es un negocio sensacional, pero para el Estado. Es decir, cuando hay mucha más gente a pagar que a cobrar - o sea, cuando la tasa de dependencia es muy buena - todo el excedente de recaudación se dedica a otros gastos, fundamentalmente deuda pública. No se guarda nada: todo se gasta ¿Se me oye bien en los espacios infinitos del universo? No se guarda nada: todo se gasta.
La realidad real
El caso es que un sistema de pensiones de reparto defrauda a cualquiera que participe en él. Los jóvenes son los más perjudicados, pero no por nada, sino por una coincidencia de circunstancias. Por eso, más que decir que los jóvenes son los más perjudicados, tendríamos que decir que los actuales jóvenes son los más perjudicados. Y esta misma coincidencia de circunstancias es la que ahora sonríe a los pensionistas. Por ahora.
Cuando se habla de este tema ponemos demasiado el foco en los efectos presentes, entre los que se incluyen la desigualdad generacional. Pero no reparamos en el futuro. Y será en el futuro cuando surja - si surge - la realidad real, o sea, la que mostrará que el problema en realidad lo tienen los pensionistas.
Dinero del Monopoly
Antes de nada, hay que protegerse de talibanes y decir algo: esto no tiene nada que ver con la revancha de los jóvenes, con que los jóvenes sean unos lloricas, con la solidaridad intergeneracional y otras abstracciones convenientes. Tampoco con los justificados reproches de los pensionistas, que dicen que han trabajado mucho, que ya han cotizado y que la culpa no es de ellos. Y es cierto, esféricamente cierto. Pero es que no hablamos de eso. Hablamos de posibles riesgos. Y si nadie ve ningún riesgo, ni alberga ninguna suspicacia hacia las previsiones que hizo Escrivà, ni sospecha nada de nada... pues no sé.
Total ¿Por qué en realidad el problema lo tienen los pensionistas? Porque los rehenes son ellos. Se suele pensar que es al revés, que los partidos políticos son los rehenes de los pensionistas. Pero no. El poder está en los partidos políticos y el poder, por definición, solo es rehén de otro poder más grande.
Los jóvenes podrán estar más jorobados ahora, sí, pero no dejan de ser jóvenes. Su propia condición de jóvenes les permite algo parecido a “salir” del sistema: cambiar de país, cambiar de carrera profesional, arriesgar más con los ahorros o lo que sea. Con otras palabras: si todo cae, es mejor caer siendo joven que siendo pensionista.
El motivo es que los pensionistas están más atados al sistema. Hasta el punto de que la manera con la que se pagan las pensiones refleja la esencia del sistema: hay inflación, se sube la pensión porque está vinculada al IPC y se cubre con deuda, o sea, con emisión monetaria, o sea, con más inflación, o sea, con más deuda y así sucesivamente. Es un poco vertiginoso el tema. Lo que está claro es que no hay ninguna seguridad en arriesgarte a que te paguen con dinero del Monopoly.
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