Primer plano de Pedro Sánchez en su escaño del Congreso bebiendo un vaso de agua

POLÍTICA

Impuestos y vivienda: la desigualdad se ceba con los jóvenes

La llamada ‘brecha generacional’ cada vez se hace más grande y no parece que nada ni nadie vaya a cambiarlo

El famoso título de la película con la que Javier Bardem ganó un Oscar no hace justicia a la situación demográfica de España. Más bien, tendría que ser “No es para país para jóvenes”. Como siempre, las razones son muchas, pero podemos resumirlas en dos: impuestos y vivienda.

Desigualdad y su relación con la edad

La desigualdad en España se reparte por edades y se concreta en los bienes inmobiliarios, que es el vehículo de inversión tradicional de las familias. Durante los últimos meses, hemos oído multitud de noticias sobre el alza de los precios de los bienes inmobiliarios. Por extensión, también sobre los más perjudicados de esta situación: los jóvenes.

Hay que tener presente que la vivienda es al mismo tiempo un bien de capital y un bien de consumo. O sea, una manera de ahorrar y de vivir. Pero ocurre que ahora ya funciona mejor como un bien de capital, es decir, para invertir. Lo cual tiene un efecto inmediato sobre la oferta: reduce la oferta residencial.

Hace poco, lo explicábamos desde E-Notícies: según los últimos datos de FUNCAS, el 60% de las compraventas de viviendas se hacen a tocateja. Lo cual indica que el mercado inmobiliario da salida a la enorme liquidez circulante. Esto penaliza a los más jóvenes, que no disponen del capital para entrar y salir del mercado inmobiliario. Las leyes de alquiler, los inversionistas y el turismo se han puesto de acuerdo para retirar mucha oferta de vivienda residencial. Todo esto ha llevado a que los jóvenes se diferencien entre aquellos que tienen familia con patrimonio y los que no.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, durante la Solemne Sesión de Apertura de las Cortes Generales de la XV Legislatura, en el Congreso de los Diputados, a 29 de noviembre de 2023, en Madrid

A todo esto, el negocio hipotecario ya no interesa a los bancos. El uno de febrero supimos que ya no iban a otorgar más hipotecas al 80%, que ya era un recorte con respecto al 100% que daban años atrás. Esto pone otra losa sobre la capacidad de los jóvenes para disponer del capital necesario para acceder al mercado inmobiliario. Capacidad que, a todos los efectos, es nula.

El Banco de España ofrece datos sobre cómo ha evolucionado esta diferencia de riqueza entre los jóvenes y los mayores en relación con la vivienda. Desde 2002 hasta 2020, prácticamente se ha doblado la diferencia de capital que representa el valor de la vivienda principal entre los hogares más jóvenes y los más mayores. Y en el resto de bienes raíces (plazas de aparcamiento, terrenos, locales, etc), la diferencia también se ha disparado en menos de 20 años. En resumidas cuentas: la desigualdad a fecha de 2020 es abrumadora.

Esto explica el otro dato que también ofrece el Banco de España: desde 2002 a 2020, los hogares encabezados por un menor de 35 años han bajado a la mitad. No sorprende entonces que la media de emancipación en España esté en los 30,3 años.

Y después las pensiones

El otro gran problema: que los impuestos descapitalizan especialmente a los jóvenes. Y en España, cuando se habla de impuestos, hablamos ‘de facto’ de pensiones y de la Seguridad Social. Para ilustrarlo, hay datos que ponen en relación la carga fiscal que aguantan los hogares con las prestaciones sociales - la parte del pastel - que reciben. El último observatorio de Fedea sobre el reparto de los impuestos ofrece estos datos.

Casi el 40% de los ingresos de los hogares encabezados por jóvenes están destinados a impuestos (directos e indirectos). En el caso de hogares encabezados por personas entre 65 y 85 años es la mitad. Esto se debe, claro, a las cotizaciones sociales, que los jubilados no pagan. El informe de Fedea también habla de la captación de ayudas. Y el panorama no es mucho mejor para los jóvenes: su renta solo ve mejorada un 26% por las ayudas, de las cuales solo un 11,5% son en transferencias en forma de dinero.

Es decir, es una situación en la que el Estado grava especialmente a los jóvenes para poder mantener a los que, de antes, ya eran más ricos: los mayores. Es importante señalar que esto no es “culpa” de una u otra generación. Se debe más bien a la coincidencia progresiva de circunstancias que ha llevado a un sistema que de manera natural refuerza la desigualdad entre generaciones.

Las personas que ya están jubiladas alegan que han pagado (y mucho) durante toda su vida laboral. Pero el problema es que ese dinero ya está gastado y nunca se ahorró. Es decir: a año nuevo, presupuestos nuevos. Y los ingresos para la Seguridad Social, el Estado, los obtiene de la recaudación de los impuestos. Algo que se demuestra en el hecho de que la Seguridad Social vive de traspasos del Estado central. De hecho, ya se sabe que la Seguridad Social va a entrar en déficit aun y contando con los traspasos. La razón es la revalorización de las pensiones y las pagas extra. Todo ello incluso a pesar de los buenos datos del empleo.

En esencia: parte de la precariedad de los jóvenes consiste en financiar un estado de cosas que no está ni pensado ni destinado para ellos. El futuro dirá adónde conduce esta situación.