Que no te engañen: todos los partidos están llenos de gente como Koldo
Todos los partidos tienen esa persona oscura, que sabe tus secretos, que te ha hecho el trabajo sucio y que, una vez llegas al poder, se cobra sus facturas
Koldo García Izaguirre. Nacido en Barakaldo el 1970. Condenado a cárcel por delito de lesiones, indultado por Aznar y vuelto a condenar años después. Militante socialista, empezó a trabajar de portero de un club nocturno -como nos gustan los eufemismos- en Pamplona.
Sus contactos dentro el partido socialista le permitieron pasar a ser escolta de Nicolás Redondo y concejal del PSN en Huarte, en Navarra, a partir de 2011. Amigo de Santos Cerdán, Koldo era de esos que están dispuestos a cualquier cosa, que confunden el no tener miedo con no tener líneas rojas. De los que se ensucian las manos, hacen las llamadas chungas y lo apuestan todo a un número. En el caso de Koldo, su ruleta fue Pedro Sánchez y le salió cara.
El poder de Koldo García fue creciendo tras la llegada de Sánchez en Ferraz primero y del PSOE en la Moncloa después. Chico para todo de José Luis Ábalos, parece que tenía tanto o más poder que el propio ministro. Koldo era, en resumen, un militante que se creyó con el poder absoluto porque "se lo había ganado en el partido".
Fíjense: Koldo García fue el asesor principal de un ministro, consejero de Renfe y vocal del consejo rector de Puertos del Estado. No tenía experiencia, no tenía formación. Es algo que, leyéndolo ahora mismo, pone los pelos de punta. Lamentablemente, no es algo nuevo. De Koldos, en los partidos, hay muchos.
Los partidos políticos en España están llenos de personas que llevan décadas pagando su carnet y que creen que esto les permite ocupar posiciones de responsabilidad si su formación llega al poder. Gente que ve en la política un modo de ganarse la vida y que es capaz de cualquier cosa. Mi percepción es que es algo que se ha acentuado en los últimos años con la nueva clase política, más pragmática, más preocupada por mantener el poder que de perseguir el bien común.
Aquí se unen, si se dan cuenta, dos variables. De un lado, el militante que acaba en un alto cargo por el que no está preparado. Personas que durante un año son directores generales de salud pública y unos meses después están en educación para acabar la legislatura de jefe de la oficina de empleo. El partido como agencia de colocación, como forma de conseguir lo que sería imposible en la empresa privada.
Si además este personaje es capaz de todo y se cree protegido por sus superiores, sucede lo de Koldo. Es lamentable, pero es así. Cualquier formación tiene ese personaje oscuro, que puede llevarte con coche en algún sitio prohibido, que tiene en su teléfono contactos peligrosos y que hará el trabajo sucio que le piden sus superiores. Dile después a Koldo que no se lo puede cobrar, que tras hacerte llegar al poder, no puede sacar tajada de contratos millonarios.
Así funciona nuestra política: lo prioritario es el poder, llegar a él y mantenerlo. La batalla de las ideas, la búsqueda del bien común se ha convertido en una copia mala de 'House of cards', donde todo vale. Y aquí, los Koldos García siempre serán bienvenidos.
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