Una crisis de deuda: el purgante de la demagogia (I)
La economía española es un espejismo y en él vive la partitocracia: si todo esto se cae, aparecerán los problemas de verdad
La democracia española es un juego de demagogia entre partidos políticos. Desde las gradas, los padres, dejan hacer: la deuda y el déficit. Hasta que un día miren el reloj, se levanten y digan que vámonos. Y que la situación económica sea buena no es garantía de nada. Antes del crac del 2008, el otro crac, Zapatero, llegó a decir que “quizás España tenga el sistema financiero más sólido de la comunidad internacional”.
Explotar o no explotar, esa es la cuestión
Una de dos: o tiene que explotar una crisis de deuda o no. Si es que no, habremos descubierto cómo gastar más de lo que se tiene, cubrirlo con deuda y que no pase nada. Si es que sí, tiene que ser una cuestión de tiempo y de ir a confesarse. Un buen día, después de un rally en bolsa, explota un banco, un fondo, una aseguradora. Algo.
La deuda global - lo sabemos - es monstruosa: y también sabemos que la economía española es irreal. Sánchez arriba o Sánchez abajo, la realidad es la que es: déficits estructurales y todo tapado con deuda. Y mientras dure, la música será la misma: un electoralismo que huye hacia adelante. El desfalco económico a gran escala - más conocido como “macroeconomía” - se presta mucho a ello.
Un desfalco que viene firmado por los más altos modistas del poder: el Ministerio de Hacienda y el Ministerio de Economía. Véase por ejemplo la Seguridad Social, que vive de traspasos, o sea, de impuestos corrientes y molientes. Su deuda con el Estado ya alcanza los 106.000 millones de euros. Tengámoslo siempre presente: a efectos económicos, al Estado le da igual recibir el dinero de las cotizaciones, del IRPF o del IVA de los productos de jardinería. Nunca se insistirá lo suficiente en que la Seguridad Social es solo una partida contable.
España 2008 ¿España 2027, 2028, 2029...?
La situación de España no es especialmente original. Por no ser original, no lo es ni consigo misma: a Sánchez se le está poniendo cara de Zapatero.
Año 2008: explota la burbuja, es decir, que se impone la realidad y el folklore partitocrático se relativiza. Zapatero llama a Rajoy en pleno agosto: Mariano, oye, que hay que reformar el artículo 135 para ponerle límite al gasto porque me lo piden Merkel, Obama y sobre todo Hu Jintao. El presidente chino lo vio claro: si España caía, detrás iba la Unión Europea. No iba desencaminado porque, dos años después, la Unión Europea sacó a su bulldog monetario, Mario Draghi, para decirle a los mercados financieros que si tiraban a matar contra el euro se podían ir preparando porque ellos iban detrás.
Mario Draghi's "Whatever it takes"
“El BCE está preparado para hacer todo lo que sea necesario para preservar el euro. Y créanme: será suficiente”. No necesita mayor explicación. Draghi hizo el equivalente en economía a la disuasión nuclear.
En fin, España: luego llegó Rajoy y convenció a todos de que le dejasen hacer a él los ajustes. No harán falta los hombres de negro, dijo, porque ya seré yo el hombre de negro. Todos lo recordamos: recortes, congelar el sueldo a los funcionarios, subidas de impuestos, nacionalizar parte de la banca.
Lo dijo él mismo en sus memorias, tituladas ‘Una España Mejor’ y que, por cierto, son de una calidad sorprendente: “Viví en carne propia la contradicción weberiana entre mis planteamientos ideológicos y lo que me imponía una realidad bastante inmisericorde”. Sirva esto para relativizar la omnipotencia con la que los políticos plantean sus medidas económicas.
Lo que pasó con Zapatero antes del 2008 invita a la prudencia. No es una cuestión de ser apocalípticos o de ir con el lirio en la mano. Es una cuestión de que, objetivamente, ya ha ocurrido tener a un presidente que poco antes de una crisis dice que no hay ningún problema y que a pasarlo bien. Porque antes del boom inmobiliario, Zapatero llegó a decir a la fauna de Wall Street que “quizás España tenga el sistema financiero más sólido de la comunidad internacional”. The one and the only.
Zapatero defiende la solidez del sistema financiero español .
A Sánchez, en fin, le sacará de la Moncloa una crisis económica. O sea, algo que no esté en el radio de acción de su cadera. Pero que Sánchez es otro crac lo discutiremos la próxima semana.
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