Primer plano de Marc Buch con traje mirando fíjamente a cámara

OPINIÓN

Marc Buch, el alcalde que rompe el relato sobre el castigo a delincuentes reincidentes

La máxima autoridad municipal de Calella ya sufre las primeras consecuencias por haberse desmarcado del buenismo que impera sobre esta cuestión

Hoy en día, no es fácil desmarcarse del discurso imperante sobre ciertas cuestiones. Uno de los temas estrella en los que la inquisición buenista no te deja pasar ni una es en todo lo relativo a la inseguridad. Y aún más cuando esta inseguridad es provocada por inmigrantes. Todo el que ose salirse del marco establecido es rápidamente señalado como xenófobo, racista, reaccionario o de extrema derecha.

Esto hace que no hay espacio para el debate sobre una cuestión que, guste o no, preocupa a los ciudadanos. Los datos sobre el aumento de los hechos delictivos ya han dejado claro que lo que antes llamaban "sensación de inseguridad" ha pasado a ser una realidad que sufre la gente de a pie. Pero Marc Buch, alcalde de Junts en Calella, ha decidido romper con todo ello y hablar alto y claro sobre este tema. 

Todo surge a partir de un incendio provocado por un grupo de once jóvenes que acumulan 260 detenciones, tal y como contó Marc Buch. Este grupo de delincuentes, además, recibió a la policía con machetes y bates de béisbol. Tres de ellos fueron detenidos tras ser acusados de provocar el fuego que causó seis heridos. No se ha publicado su nacionalidad, pero por las palabras del alcalde, se deduce que algunos de ellos son inmigrantes.

"Exijo la aplicación de medidas, incluída la expulsión", expresaba Buch en su cuenta en X. Al día siguiente, en una entrevista en TV3, pedía que se actúe "con la máxima contundencia", mandándolos "al sitio que les corresponde: a la cárcel" o directamente expulsarlos. "Si han venido a hacer de la delincuencia su sistema de vida, lo que tienen que hacer es marcharse de nuestra casa", exclamaba. Unas palabras que ya han tenido las primeras consecuencias para la máxima autoridad municipal de Calella.

Marc Buch se ha encontrado completamente solo con sus demandas. Nadie de su partido ha salido a defenderlo o a apoyarlo. De acuerdo que Junts, ahora mismo, tiene varios líos entre manos, como la guerra interna que vive el partido o vender la moto a su gente de que su mesa de diálogo con Pedro Sánchez es diferente a la que siempre han criticado de ERC. Pero nadie ha salido a romper una lanza a favor de un alcalde suyo, que simplemente busca soluciones para la situación insostenible que vive su localidad.

Tampoco la oposición en Calella está por la labor. El papel de ERC, Comuns o la CUP roza lo bochornoso. Unos dicen que "no haremos de la seguridad un problema político", los otros que se necesita "atención social y a la educación" y los últimos directamente han acusado al Buch de promover "el alarmismo". Si once tíos que han sido detenidos 260 veces no es algo por lo que alarmarse, apaga y vámonos.

Evidentemente, ni el conseller del Interior ni el Govern no se ha pronunciado al respecto. Aunque, vistos los precedentes, casi que es mejor. Aún recordamos cuando salieron a desmentir que hubiera un problema de inseguridad en Manresa y tres semanas después estaban presentando un plan de choque en la ciudad para poner más policías en las calles.

Estaremos atentos a la evolución del caso Calella, pero por el momento tenemos a un alcalde que ha dado un paso al frente para hablar sin tapujos de este problema. Y lo ha hecho de forma serena y madura, y con un estilo que difícilmente puede ser tachado de populista ni nada por el estilo. Simplemente se ve a un alcalde preocupado por su gente. Y todo esto, a pesar de que le cueste quedarse solo ante el resto de la clase política. Una clase política que sigue atrapada en un buenismo impropio ante una cuestión que preocupa cada vez más a los catalanes.