Fuego en contendores, en las calles de Barcelona en una manifestación convocada por el Tsunami Democratic en diciembre de 2019

OPINIÓN

Epidemia de fascismo

Ya no sabe una dónde meterse para escapar de la pandemia fascista que, al parecer, últimamente lo contagia todo

Ya no sabe una dónde meterse para escapar de la pandemia fascista que, al parecer, últimamente lo contagia todo y de la que no nos vamos a salvar ninguno. Vamos casi todos, al parecer, camino de ser no ya la tumba ni el cementerio, sino el apocalipsis zombi del fascismo. Fascista eres si te opones al procés y a la amnistía.

Fascista, si protestas por las buenas y condenas, las protestas por las malas “porque a mí no me engañas, sois todo lo mismo”. Fascista, si pides que en las escuelas catalanas se respete el derecho a (¡por lo menos!) un 25% de español porque está visto que saltarse la ley y las sentencias judiciales, si se hace en favor de una agenda separatista, no es lawfare, sino “jugada mestra”.

Fascista si pides que alguien se haga responsable de los destrozos causados por el Tsunami, incluida la muerte, accidental, pero que se pudo evitar, de un ciudadano francés de edad avanzada y salud delicada en medio de todo aquel desastre. Fascista si dices que Israel tiene derecho a existir y a defenderse de organizaciones terroristas.

Fascista si pides cuentas del sigiloso desmantelamiento del Estado del benestar por parte de gente que se autoproclama de izquierdas, pero luego abandona a una anciana enferma de Alzheimer en medio de la calle a 2 grados porque no hay ambulancia para llevarla del hospital público a la residencia. Fascista si pides que desalojen El Kubo y la Ruina de okupas y delincuentes mientras miles de familias en Barcelona carecen de una vivienda digna. Etc.

Fuego en contendores, en las calles de Barcelona en una manifestación convocada por el Tsunami Democratic en diciembre de 2019

Sin duda algo estamos haciendo mal muchos que nos oponemos a todas estas cosas para que tanta gente vea normal llamarnos fascistas. Para que te justifiquen lo injustificable en nombre de la sacrosanta obligación de “parar el fascismo”. ¿No será más bien justo al revés lo que está ocurriendo? En este país, por su atormentada y por momentos bestial historia, pocas cosas dan más miedo que ser tildado de fascista. Por no parecer fascista, hay quien está dispuesto a decir y hacer barbaridades, a dejar pasar abusos tremendos, injusticias atroces, abyecciones sin fin.

Los fascistas, como las meigas, haberlos “haylos”. Pero… ¿Tantos? ¿De verdad? Igual que nunca hubo ni de lejos tantos héroes antifranquistas como ahora se dice (de haberlos habido, Franco no habría durado ni 40 años ni 40 minutos…), si actualmente el fascismo nos devorara como algunos pretenden hacer creer, muchos “antifascistas” no podrían pegarse la gran vida que se pegan. Política y de la otra.

Decenas de personas con banderas españolas se manifiestan en Madrid en contra de la Amnistia

¿Y si aterrizamos un poco el sentido común, tanto a la derecha como a la izquierda? Ese histórico eje (derecha-izquierda) debería ser una dialéctica firme, seria, honesta; no un secuestro sistemático del lenguaje y la normalidad. No digamos un amordazamiento del disidente (de cualquier signo y color) para justificar lo injustificable.

España está llena ahora mismo de frustrados por una izquierda que ha dejado de ser consistente y coherente con la Constitución y hasta con la Ilustración, y de escaldados de una derecha desconcertante, que de bandazo en bandazo, ya no se sabe qué defiende ni de quién. Ni qué va a pasar con todos los catalanes, no separatistas, procesistas ni delincuentes, a los que nos ha pillado en medio la máquina de picar confianza de la amnistía. Ya una se pregunta si la amnistía es para los golpistas del procés, o para los dirigentes políticos nacionales que aspiran a la impunidad sistemática de su manera infinitamente decepcionante de hacer política. O de deshacerla.

Yo creo que la mejor vacuna contra el fascismo, ahora mismo, es empezar a perder el miedo a que te llamen fascista simplemente por llevar la contraria. A quien sea. La libertad era eso, ¿se acuerdan? No tener miedo de meterse en política.