Semana negra en las cárceles de Cataluña: así es la realidad en las prisiones
Situación límite en los centros penitenciarios catalanes tras una nueva oleada de agresiones a trabajadores
La situación en las cárceles catalanas sigue siendo insostenible. Alguien podría pensar que el brutal asesinato de Núria, la cocinera de la cárcel de Mas d’Enric (Tarragona), a manos de un recluso con antecedentes violentos, podía haber servido para, como mínimo, cambiar las cosas.
Sin embargo, los trabajadores de los centros penitenciarios en Cataluña siguen desprotegidos ante el aumento de violencia que sufren por parte de los reclusos. Y esta semana ha habido otra triste muestra de ello.
Ni las posibles irregularidades de la Consejería de Justicia (que, de no cometerse, podrían haber evitado la muerte de Núria el pasado marzo) han servido para que el Govern se ponga manos a la obra para intentar arreglar la grave situación que se vive en las cárceles catalanas.
Ni ha dimitido la consejera Gemma Ubasart, ni su número dos Amand Calderó ni han escuchado ninguna de las otras demandas de los funcionarios de las cárceles. Entre ellas, que se les reconozca como agentes de la autoridad (algo que serviría de elemento disuasorio para que los reclusos se lo piensen dos veces a la hora de agredirles) o que puedan utilizar aerosoles de acción adecuada, entre otras.
En este contexto, el Govern (con connivencia con los sindicatos CCOO, UGT, IAC CATAC y la Intersindical) básicamente les ofrece mejoras económicas. Algo que gran parte de la plantilla (que cuentan con el apoyo del sindicato CSIF) considera “repugnante”, acusando a los sindicatos afines a la administración de “tránsfugas”, explican a E-Notícies.
Mientras sigue esta inacción por parte de la Generalitat, las agresiones a funcionarios siguen aumentando. Sin ir más lejos, esta semana ha sido especialmente trágica en lo que se refiere a agresiones a los trabajadores penitenciarios en Cataluña.
El número de graves incidentes ha sido tal, que los funcionarios afirman a este periódico que están hartos “de arriesgarse la vida” para ir a trabajar. Vamos a repasar rápidamente qué ha pasado en los últimos días para que los lectores se hagan una idea de la actual situación en las cárceles catalanas.
Agresiones sexuales, palizas, machetes y más en las cárceles de Cataluña
La semana negra empezó el jueves pasado, cuando un interno de Brians 2 empezó a masturbarse en una ventana delante de varias trabajadoras. No fue la única agresión sexual sufrida por trabajadores de las cárceles en la última semana.
El siguiente jueves, un recluso de Lledoners avisó que no le funcionaba el aire acondicionado de su celda (sí, como lo leen). Una funcionaria acudió al lugar para verificar la incidencia y fue víctima de tocamientos por parte de este interno, que cuenta con una amplia lista de antecedentes por agresiones a trabajadores de la prisión, según han señalado fuentes penitenciarias a E-Notícies.
Según ha podido saber E-Notícies, las agresiones sexuales a trabajadoras de las cárceles catalanas se han triplicado en 2023 respecto al año pasado, pasando de 8 a 24 casos. Las víctimas fueron funcionarias, voluntarias, sanitarias, educadoras, psicólogas, maestras, dinamizadoras sociales, cocineras y monitoras de talleres, según la documentación a la que ha tenido acceso este periódico. Como ven, nadie está a salvo.
El miércoles pasado, un reincidente que hacía pocos días que volvió a entrar a la cárcel por una nueva causa (la primera vez que entró fue en 1993) provocó un importante altercado. Un funcionario terminó en la mutua con una fisura en un dedo y otro también tuvo que ser atendido tras recibir un puñetazo en la cara por parte de este violento recluso.
Proclamas islamistas y agresiones que 'se podían haber evitado'
El mismo miércoles, un magrebí multirreincidente de Tarragona agredió brutalmente a tres trabajadores de Mas d’Enric con un hierro que había arrancado. Lo hizo, además, mientras hacía proclamas islamistas. Uno de los trabajadores terminó con la cabeza abierta.
Lo más grave de todo es que los funcionarios aseguran que la agresión “se podría haber evitado” si la dirección del centro hubiera escuchado sus demandas: hacía más de un año que advirtieron de la peligrosidad del objeto utilizado por el recluso. Este magrebí multirreincidente llevaba solo unos días en la cárcel tras agredir a varios Mossos con un bate, rajar a un hombre en la calle y atracar a una menor de edad en menos de una semana.
Sin movernos del miércoles, en el régimen cerrado de mujeres de Brians 1, tres trabajadoras sufrieron heridas por inhalación de humo (de las que se están recuperando) después de que una interna con un largo historial de incidentes provocara un incendio. Esa misma mañana, la reclusa en cuestión ya había destrozado su celda.
Desgraciadamente, la semana negra en las cárceles de Cataluña no acaba aquí. Ya al día siguiente, el jueves, un interno agredió a tres funcionarios con puñetazos, golpes y mordiscos e instigó a otros reclusos a rebelarse contra los trabajadores. Los hechos ocurrieron en el centro penitenciario de Quatre Camins.
Finalmente, según ha podido saber E-Notícies, el viernes fue hallado un machete artesanal elaborado por un interno en Brians 2 de 24 centímetros de largo y una hoja de 12 centímetros. Por suerte, interceptaron el arma antes de que el preso pudiera agredir a algún funcionario. Sin embargo, más allá del incidente en sí, este hallazgo pone otra vez en evidencia a la Consejería de Justicia.
Y es que tuvo lugar en la zona de talleres, una zona que en la reciente normativa aprobada en Mas d'Enric (que la Consejería quiere que sea una referencia para otros centros) considera que es una zona de riesgo medio (hay dos niveles más altos: alto y muy alto. Pero el reglamento nuevo considera que los talleres son una zona de riesgo medio, a pesar de que, como se ha podido comprobar, es una zona que los reclusos pueden utilizar para confeccionar una arma artesanal como la descubierta esta semana).
Como demuestran todos estos incidentes, la situación en las cárceles en Cataluña es ya insostenible para unos trabajadores que no solamente se juegan la vida por el hecho de ir a trabajar, sino que además, la Generalitat pasa de ellos y de sus reivindicaciones.
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