Montaje con una imagen en blanco y negro del Parlament de fondo, un primer plano de Junqueras con cara de circunstancias, un plano medio de Rufián cabizbajo rascándose la frante y un plano medio de Pere Aragonès mirando al horizonte

POLÍTICA

Los posibles pactos postelectorales abren una nueva división dentro de ERC

El nuevo cancerbero de ERC, Sergi Sabrià, deja caer que ERC podría entenderse con Junts y eso pone en alerta a los que quieren el tripartito

Un sector ERC se quiere replegar en el procesismo y por lo tanto volver a entenderse con Junts. Otro sector, en cambio, quiere salvar los muebles y buscar el tripartito. Esta diferencia dentro de ERC revela que el intento de estabilizar el partido es todavía eso: un intento.

Fontanerías Sabrià

La elección de un candidato es un momento tenso para un partido: hay que aparentar unidad y al mismo tiempo adelantarse al adversario interno. Al margen, claro, de que un candidato arrastra multitud de posibles cargos, o sea, de interesados. En el caso de ERC, esto se vivió hace poco y la resaca todavía les dura.

La cuestión es que necesitaban un candidato para las próximas autonómicas. Los contendientes fueron Junqueras y Aragonès: al final, ganó Aragonès y todos los que le siguen. Una vez controlado el partido, Aragonès hizo una remodelación del Govern para, entre otras cosas, calmar las aguas. Por el momento, parece que no le funciona.

Plano medio de Sergi Sabrià hablando desde el atril del Parlament de Catalunya

Esta remodelación consistió en elevar a viceconsejero a Sergi Sabrià, asiduo a las moquetas y pieza indispensable de todo partido. Su función: mantener el orden de puertas para adentro, comunicación y electoralismo. Por lo demás, Sabrià es un hombre de partido y nada más que un hombre de partido. Aragonès le ha dado un cargo para, en resumen, darle cuerpo institucional a su función: que ERC tenga capacidad de fuego. Cosa que ahora mismo se dirige contra Illa y para lo que Sabrià es muy útil dada su aversión congénita al el PSC.

En el otro lado del ‘ring’ están los que quieren un tripartido. El último en apoyarlo fue Joan Tardà, que escribió una columna en El Periódico para justificarlo. El arsenal, el habitual: hacerle frente a la extrema derecha, los retos comunes del progresismo y la necesidad de llegar a acuerdos.

Ahora, Tardà ha vuelto a tocar el silbato ante la última jugada de Sabrià para atacar al PSC y, de paso, a la posibilidad de un tripartito.

Hundir el acorazado Illa

Illa es la pieza a batir: se le percibe como la centralidad y como el que podría llevarse el gato al agua en las próximas autonómicas. Otro asunto es con quién gobernará. Pero eso, ahora, no importa: el objetivo de ERC, Sabrià mediante, es atacar al PSC. Por ello, Sabrià ha dicho que Junts y ERC comparten cicatrices y que “tenemos que volver a generar oportunidades de volver a gobernar juntos”.

A esto, Tardà ha respondido con un mensaje en redes. Y Rufián, que pasaba por allí, lo ha retuiteado, o sea, que también apoya el tripartito:

Tardà le viene a decir al “compañero” Sabrià que no. Que ahora ERC quiere practicar en el Ayuntamiento de Barcelona para, después, extender el tripartito a la Generalitat. Y que “el debate sobre la próxima legislatura todavía no lo hemos iniciado”. Lo cual no deja de ser llamativo porque, en su columna de El Periódico, Tardà pidió que ERC, PSC y los Comuns se entendieran para “la gobernación de las instituciones”.

En resumen: en Palau ya verán si en el futuro pactan con el PSC y mientras tanto van a por Illa. Para ello, el encargado es Sabrià, que intenta desempolvar la independencia como factor unificador con Junts. De fondo, las tensiones internas con los que hacen de comadronas del tripartito en Barcelona. Y la apariencia de unidad, pues es eso: apariencia.