Sergi Sabrià, el 'enemigo' del PSC con una misión imposible para Pere Aragonès
El flamante viceconseller forma parte de esa generación que ha hecho de la política una profesión. Junquerista confesó, será ahora el poli malo de Pere Aragonès
Sergi Sabrià es uno de los nombres más repetidos durante la semana en Cataluña. El flamante viceconseller -una figura que se 'inventa' Aragonès para darle valor y notoriedad- está llamado a ser el dóberman de ERC hasta las elecciones y decir todo lo que "Pere Aragonès no puede decir". Son palabras textuales de Sabrià, uno de los máximos exponentes de esa generación que solo ha sabido vivir de la política. En su caso, lleva más de 20 años empalmando cargos públicos: ha sido alto cargo en el primer tripartito, diputado en el Parlament, concejal y alcalde de Palafrugell.
Es un buen currículum para alguien que no tiene aún 50 años y que desde 2021 lidera la oficina de Pere Aragonès en Palau. Su perfil no es el de gestor, sino el del guardián del relato, alguien más preocupado en el mensaje y en el orden interno de ERC que en cuadrar presupuestos. Ahora, Pere Aragonès le da más notoriedad para marcar perfil propio, tener a alguien a su lado con 'mala leche' y repartir de forma indiscriminada a sus dos enemigos: el PSC y Junts.
Sergi Sabrià le tiene una especial tirria a los socialistas. Junquerista confieso, es uno de los ideólogos de la hoja de ruta de ERC en 2014, cuando se creyó capaz de sustituir al PSC en el Área Metropolitana. En 2020 le preguntaron en una entrevista quién era su rival en las elecciones del Parlament de 2021, y su respuesta lo dice todo: "El PSC. Siempre y en todas partes. Y normalmente les ganamos siempre. El PSC nos ganaba siempre y hace mil años que no nos gana. Ganar al PSC es ganar al rival de verdad. Robarle los votos al PSC es hacer crecer el movimiento. Nuestro rival siempre es el PSC". Su mala leche con los socialistas viene de lejos: pactó contra ellos en Palafrugell y no ha tardado ni una semana en atizarlos como viceconseller.
A decir verdad, Sabrià tampoco es demasiado amigo de Junts per Catalunya. Es tan hombre de partido que todos los demás son vistos como algo malo. Sobre todo los que compiten electoralmente con Esquerra. Si se fijan, los republicanos ponen el foco sobre Sabrià solo cuando algo pasa. Fue el portavoz de Esquerra con Quim Torra de president, cuando sus cuadros estaban en la cárcel o habían renunciado. Entonces fue especialmente duro con Junts, como durante la campaña en el Parlament. Después, desapareció del foco mediático hasta ahora, que ERC lo vuelve a necesitar.
El tono de Sabrià cuando da declaraciones desprende cierta prepotencia, cierta chulería. Quienes lo conocen aseguran que es alguien con sentido del humor y afable, pero con cierto despotismo y mano de hierro. Era el hombre del partido de Oriol Junqueras y el encargado de controlar el gallinero. Un perfil de los que no abundan en Esquerra y por eso ha sido -hasta hace poco- el fontenero de Junqueras.
Dicen las malas lenguas que fue Oriol Junqueras quien situó a Sabrià como responsable de la oficina de Aragonès en la Generalitat. Para tenerlo controlado, para saber qué sucedía en Palau mientras él estaba en la cárcel. Los rumores señalan ahora que Sabrià se ha pasado al lado de Pere, como Marta Rovira, y que por eso ha sido recompensado. Lo cierto es que Sabrià es de los pocos con poder real en los republicanos desde hace más de una década.
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La nueva tarea de Sergi Sabrià
En pocos días, ya hemos visto a Sabrià moverse por los medios para dar estopa a Junts, el PSC y al Gobierno de Pedro Sánchez. Porque este es el nuevo trabajo de Sergi Sabrià, el máximo responsable de la Generalitat en "estrategia y comunicación", algo que no casa mucho con la sequía, el informe PISA, la inseguridad o la gestión de la inmigración. Sabrià no está por estas cosas, su trabajo es el de hacer el trabajo sucio, el de decir todo aquello que no queda bien en la boca de Pere Aragonès.
El problema es que parece muy difícil que Sergi Sabrià consiga cambiar la manca de liderazgo de Pere Aragonès. Aunque endurezca el tono, aunque baje al barro para atacar a Illa y Puigdemont, parece imposible que eso pueda reforzar la figura del president.
Esquerra está convencida que le falta comunicación, que el problema que tienen es que no son capaces de transmitir su mensaje. Quizás aquí está el error del partido y de su responsable en estrategia y comunicación. El discurso llega, hay muchos medios públicos y privados que forman parte de su maquinaria mediática. Lo que pasa es que el ciudadano no compra su relato. Aunque sea Sergi Sabrià quien lo transmita ahora.
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