No a la involución
Hay que poner en valor la resiliencia del PSOE y su secretario general, Pedro Sánchez, al que muchos ya daban por muerto políticamente
De nuevo los sondeos y estudios demoscópicos han quedado muy lejos de la realidad. Y eso, a pesar de que entre el 1 y el 17 de julio se publicaron más de 100 encuestas, pero los resultados que dieron las urnas el 23 J, distan mucho de lo pronosticado. Por lo que la utilidad de esos trabajos ha quedado en entredicho.
El PP, recuperando votos que habían ido a ciudadanos y arañando el voto útil a Vox, ganó las elecciones con 136 escaños, aunque muy lejos de la mayoría holgada que pretendían, para gobernar sin hipotecas.
Los socialistas mejoraron sus resultados, con respecto a 2019. 122 diputados ahora, por 120 entonces. Sin embargo, Sumar obtuvo 4 escaños menos que IU Podemos en las anteriores elecciones generales y eso, unido a la debacle de ERC, cambia sustancialmente el paisaje político, a la vez que enrarece mucho la situación.
Entre todo este alud de datos, hay una buena noticia que no nos debería pasar inadvertida: el batacazo sufrido por Vox, que ha pasado de 52 escaños en 2019 a 31. El pésimo resultado de la formación liderada por Santiago Abascal aleja la posibilidad de un Gobierno de coalición PP-Vox. En esta ocasión, por fortuna, España es diferente y no nos vamos a incorporar al grupo de países de la UE con un Gobierno liderado o compuesto por partidos de ultraderecha.
Mención especial, por el éxito alcanzado, merece el PSC. Los socialistas catalanes liderados por Meritxell Batet han ganado en las cuatro provincias, obteniendo 19 escaños, 7 más que en 2019 y la friolera de 1.200.000 votos. En contrapartida, ERC pierde más de la mitad de votos y empata a siete diputados con Junts mientras que la CUP desaparece del Congreso. En conjunto, el independentismo se ha dejado en el envite el 42% de los soportes que tuvo en 2019. Las cifras hablan por sí solas.
Si Feijóo quiere ser investido presidente, deberá pactar con la ultraderecha y añadir al acuerdo a Coalición Canaria y a UPN y aun así se quedaría a 5 escaños de la mayoría absoluta, y no parece que ninguna otra formación esté por acercarse a los de Abascal. De hecho, Andoni Ortuza, presidente del Euzkadi Buru Batzar, máximo órgano de dirección del PNV, ya ha comunicado al líder de los populares que ellos ni siquiera se van a sentar a negociar. Ante esa situación, Núñez Feijóo ha anunciado que hablará con Pedro Sánchez, al que insultó durante toda la campaña, obsesionado por derogar el sanchismo, para que los socialistas faciliten su investidura. Ver para creer.
Tampoco lo tiene fácil Pedro Sánchez para seguir en La Moncloa, porque además de los votos de su formación, necesita los de Sumar, ERC, Bildu, PNV y BNG y que Junts, como mínimo, se abstenga; y eso, a día de hoy, parece imposible. Aunque ya se sabe que en política ni un enemigo es para siempre ni un aliado para toda la vida
La cuestión es que, de todo este proceso electoral, deberíamos sacar algunas lecciones que nos sirvan para el futuro: la primera debería ser que el dinero no lo puede todo y aunque se han gastado importantes sumas de dinero en sondeos y encuestas para hacernos creer que la victoria de la derecha era algo incuestionable, a la hora de la verdad, se ha visto que en la ciudadanía hay más sentido común y lógica de lo que algunos piensan.
De igual forma, hay que poner en valor la resiliencia del PSOE y su secretario general, Pedro Sánchez, al que muchos ya daban por muerto políticamente y, al final, va a resultar, que el cadáver va a ser el de Alberto Núñez Feijóo. Debe ser muy decepcionante salir al balcón para celebrar la victoria y que los tuyos griten “¡Ayuso! ¡Ayuso!” Quién sabe si la presidenta de la Comunidad ya ha empezado a moverse entre bambalinas para dar el sorpasso.
Estamos en una situación de bloqueo, incluso no hay que descartar una repetición electoral. Hoy todo está interconectado, la política también. Por eso, no hay que descartar, por ejemplo, que, en función de cómo vayan las negociaciones para la formación del Gobierno central, la precaria estabilidad del Parlament de Cataluña puede saltar por los aires.
Vamos a entrar en una etapa de negociaciones que van a propiciar todo tipo de bulos y especulaciones. Seamos prudentes y dejemos que cada cual haga su trabajo; los resultados llegarán.
Sea como sea, no quiero terminar sin dejar sobre la mesa algunos asuntos que a mí parecer son fundamentales: Uno, el mensaje de la ciudadanía ha sido sencillo, claro y contundente: No a la involución. Dos, si Pedro Sánchez logra formar gobierno (crucemos los dedos para que así sea), el próximo ejecutivo deberá poner mucha atención en explicar lo que hace y por qué lo hace. Ha quedado demostrado que la sociedad entiende cuando se explican las cosas y los motivos por los que conviene hacerlas. Y tres, evitar el ruido mediático y que las discrepancias entre los socios de gobierno, no se aireen más de lo indispensable. Es evidente que cuando la derecha mediática huele discrepancias se le ponen los colmillos largos como a los vampiros de cómic. Como decía mi abuela: que se queme la casa, pero que no salga el humo.
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