Montaje de fotos de Marine Le Pen, Víktor Orban y Georgia Meloni, los tres con rostro serio
OPINIÓN

El fenómeno de la ultraderecha: sus contradicciones europeas

La consigna de las ultraderechas “rescatar la soberanía nacional secuestrada por Europa” es una falacia

Puede que algunos de los que votarían a la ultraderecha el 9-J, si descubrieran sus contradicciones sobre Europa, se lo pensarían. Les dedico este artículo.

“Unidas en la desunión” sería la divisa perfecta de las ultraderechas. No hay ninguna concepción política que lleve tan intrínsecamente arraigada la división, la desunión y el potencial enfrentamiento como la de la ultraderecha, cuya identidad esencial es el nacionalismo de cada una, incompatible, enemigo por definición, del nacionalismo de las demás. 

No existe una “Internacional de la ultraderecha” por mucho que lo diga la izquierda. La reunión presencial o testimonial de líderes ultraderechistas organizada por Vox en Madrid, “Europa Viva 24”, ha sido un disfraz de campaña, camuflando los nacionalismos representados. 

Las estrellas, Marine Le Pen, Georgia Meloni, Víktor Orbán, Santiago Abascal —Javier Milei era el schowman invitado—, defienden “proyectos nacionales” que se repelen mutuamente.

“Make France great again” (Haz Francia grande otra vez) solo puede llevarse a cabo en oposición al “Make Spain, Italy, Germany, etc., great again”. Lo que es aplicable a cada “make great” nacional respecto a los otros. Ninguna ultraderecha explica cómo haría grande su país sin pisar a los otros países.

Primer plano de Marine Le Pen

No obstante, se observa un giro estratégico de las ultraderechas en relación con la Unión Europea, que es lo que les duele y combaten. A “Europa” —cuanto más abstracta mejor— dedican fervorosas palabras elogiando su pasado: cristiano, blanco e imperial, obviando las trágicas consecuencias de aquel pasado.

Marine Le Pen representa una ultraderecha de referencia en Europa. Su partido, Rassemblement National —la idea de “reagrupamiento” es muy propia de los que más dividen—, tiene una historia de frecuentes cambios de guion y de actores —incluso de nombre, hasta junio de 2018 se llamaba “Front National”—. Le Pen, finalista en las elecciones presidenciales de 2017, proponía la salida del euro y un referéndum para el Frexit. Perdió frente a Emmanuel Macron, europeísta convencido. 

En las presidenciales de 2022 volvió a ser finalista e insistió con un antieuropeísmo genérico, ahora sin salir del euro, y volvió a perder contra Macron. 

Para su tercer asalto a la presidencia de Francia, Le Pen, la lección aprendida, se presenta como “nacionaleuropeísta”. La nueva estrategia consiste en el “entrismo”: estar en las instituciones europeas para desde ellas blanquear y aplicar políticas de ultraderecha y socavar la construcción europea. Es lo que hacen cuando pueden Meloni y Orbán que ya están dentro. Utilizar “Europa contra Europa” será la estrategia de moda en la globosfera ultraderechista.

“Hacer grande” cada nación de Europa dentro de una “Europa de las Naciones”, que es el horizonte que contemplan las ultraderechas, es materialmente imposible. Las costuras de la Unión Europea, si aguantaran, no permitirían “hacer grande” a   cada una   de las naciones de Europa; y si las costuras reventaran, Europa se hundiría “again” en el caos y la guerra, como en buena parte del siglo XX. 

El presidente de VOX, Santiago Abascal, interviene durante un acto de campaña de VOX, en la plaza Llibertat, a 4 de mayo de 2024, en Salt, Girona, Catalunya (España)

La consigna de las ultraderechas: “rescatar la soberanía nacional secuestrada por Europa” es tanto una falacia —los Tratados respetan la soberanía de los Estados miembros, que solo ceden determinadas competencias, no la soberanía— como la mayor contradicción con la “grandeza nacional” que pretenden. 

Hoy ninguna nación de Europa es más que una “enana” frente a las potencias existentes: Estados Unidos, China, Rusia, o las emergentes: India, Brasil, Sudáfrica.  Solo Europa puede agigantar a sus naciones “enanas”. 

Es la estrategia apuntada por Charles De Gaulle: el limitado poder de Francia, aun contando con el arma nuclear y el veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, se tenía que completar con el poder de una “Europa potencia”.

Abascal no llega a tanta lucidez. En cambio, es lo que se propone Marine Le Pen —sin abandonar el antieuropeísmo ideológico, “No a Bruselas, sí a Francia”—, aunque entre “Hacer grande” a Francia y construir una “Europa potencia” existe una contradicción insuperable: o lo uno o lo otro, y la grandeza de Francia a costa de Europa es inalcanzable, supondría arruinar las otras “grandezas” o chocar frontalmente con ellas.

Solo es acertado “Hacer grande” a la Unión Europea, que es la mejor creación contemporánea de Europa, para que pueda proteger a cada uno de los Estados miembros.  Lo otro es humo de ultraderecha.  

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