Montaje de fotos de una imagen de Pedro Sánchez con una urna delante y, de fondo, la bandera de Euskadi
OPINIÓN

Las elecciones vascas como referencia

Ahora el PNV pretende llevar a cabo un nuevo Estatuto a la espera de que EH Bildu y el PSE formen parte del acuerdo

El pasado domingo por la noche en el palacio de la Moncloa respiraron aliviados. Después del fiasco en las elecciones autonómicas gallegas, el resultado obtenido por el PSE tuvo efectos balsámicos. Pero es que también Sumar consiguió un balance positivo, al lograr un escaño en la Cámara vasca, aunque no con su cabeza de cartel, si no con el representante de Izquierda Unida. Ese balance debería generar una cierta tranquilidad en el seno del Gobierno que, últimamente, parece un poco atribulado. Además, va a permitir tanto al PSOE como a Sumar encarar las elecciones catalanas y las europeas con relativo optimismo. 

Por el contrario, se ha confirmado un poco más el hundimiento de Podemos, que ha perdido los seis diputados que tenía y se queda fuera del Parlamento vasco. Lo cual nos viene a confirmar aquella máxima de que la izquierda, cuando se divide, pierde. También el PP sumó un escaño más, pero ni será relevante ni han logrado unificar al centroderecha, que eran sus objetivos. 

La victoria del PNV, aunque muy ajustada, ha supuesto un respiro, porque de haber ganado EH Bildu, los socialistas, como depositarios de la llave de la gobernabilidad, se habrían tenido que decantar por unos o por otros y eso, hubiera podido significar un serio inconveniente para la estabilidad del Gobierno central. Sin embargo, con estos resultados sobre la mesa se podrá reeditar la colaboración entre PNV y PSE, vigente desde 2016, que hasta el momento ha funcionado razonablemente bien.

Pello Otxandiano, candidato de Bildu

Ahora, con la campaña de las elecciones al Parlament ya en marcha, no estaría de más que los partidos catalanes, especialmente los independentistas, pero no solo ellos, echaran un vistazo a como se ha desarrollado el proceso electoral en Euskadi. Han sido las elecciones autonómicas más inciertas en los últimos años porque estaba en juego la hegemonía en el mundo nacionalista que se disputaban PNV y EH Bildu que, por primera vez, podía dar el sorpaso y a punto estuvo de conseguirlo. 

Fue muy positivo constatar que a lo largo de la campaña en ningún momento se intentó mezclar la política nacional con la autonómica. Es más, a diferencia de lo que ocurre en la política nacional, los políticos se han centrado en hablar de los problemas cotidianos.

Cuestiones como la supuesta degradación de los servicios públicos, el precio de la vivienda o propuestas para mejorar el Estado del bienestar han llenado de contenido las intervenciones de los aspirantes a lendakari que han orillado los temas identitarios. Es decir, sus propuestas han ido en la línea de mejorar la gestión del autogobierno que quieren ampliar y consolidar: Y es que todo indica que sacaron conclusiones del plan Ibarretxe y el desenlace del procés les ha servido para escarmentar en cabeza ajena. 

Los peneuvistas no acostumbran a dar puntada sin hilo. Por eso, supieron jugar sus cartas y, a cambio del apoyo a la investidura de Pedro Sánchez, obtuvieron el compromiso de que en dos años se traspasarían las competencias del Estatuto de Guernica aún pendientes. 

Sería muy interesante que algunos de nuestros políticos tuvieran como referencia la manera de barrer para casa del PNV. El Estatuto de Guernica es de 1979, el único que aún no se ha modificado. De hecho, en la legislatura que acabó el 21 de abril, Íñigo Urkullu intentó un proceso de reforma, pero muy pronto se vio que aquello difícilmente saldría adelante de forma consensuada.

Imanol Pradales, candidato del PNV

La posible inclusión del “derecho a decidir” embarrancó los trabajos e hizo descarrilar la comisión que se había creado. Por eso ahora el PNV pretende llevar a cabo un nuevo Estatuto más posibilista a la espera de que EH Bildu y el PSE formen parte del acuerdo. Además, es muy probable que los nacionalistas pretendan que EH Bildu baje a la arena de la política y se tengan que retratar con la realidad de la situación y así se vean forzados a aparcar parte de sus entelequias   

Parece que peneuvistas y responsables de la izquierda abertzale ya habían mantenido contactos en el mandato anterior para llevar a cabo la tarea. No obstante, todos saben que para reformar el Estatuto con éxito hay lograr el mayor consenso posible porque deberá pasar el cedazo del Congreso de los diputados y para eso es indispensable contar con el concurso de los socialistas.

Además, para EH Bildu es imprescindible que Sánchez siga en la Moncloa, al menos hasta que culmine el proceso de acercamiento de presos ETA a las cárceles vascas. Por consiguiente, es razonable pensar que la legislatura se apuntala un poco más. Al menos por lo que respecta a los partidos vascos.

Mientras aquí, unos piden una financiación singular y al día siguiente un referéndum, y a mí me asalta una duda: ¿para qué querrán una financiación singular si a lo que aspiran es marchar de España? Otros, en cambio, se aferran a bagatelas pasadas, dicen no renunciar a la unilateralidad y amenazan con vetos y retirar su apoyo al Gobierno central si los socialistas catalanes no ceden a sus pretensiones. Y eso que siempre hemos alardeado de que la política catalana no dependía de lo que sucediera en Madrid. 

En cambio, el candidato del PSC, Salvador Illa, propone establecer una negociación con el Gobierno para cerrar 50 traspasos pendientes y lograr un pacto de financiación que dote a Cataluña de los recursos que necesita, pero sin dar la espalda ni mirar por encima del hombro a nadie. 

A la espera de la decisión que la decisión que anuncie el próximo lunes, Pedro Sánchez, respecto a si dimite o no como presidente del Gobierno, va a condicionar todo lo que se ha escrito aquí en clave de futuro, Y es evidente que, suceda lo que suceda, habrá un antes y un después del 29 A.

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