El País Vasco vota una nueva era más alejado que nunca de Cataluña
Desde las 9 de la mañana, poco más de 1.700.000 vascos están llamados a votar para escoger su nuevo Lehendakari
Ha llegado el día, los ciudadanos del País Vasco están llamados a votar desde las 9 de la mañana y hasta las 8 de la tarde. En total, 1.795.206 electores escogerán el futuro Parlamento y, de facto, a un nuevo Lehendakari para una nueva etapa.
Imanol Pradales, de 48 años y del PNV, tiene todas las papeletas para sustituir a su compañero de partido Íñigo Urkullu. Sin embargo, por primera vez en democracia los nacionalistas podrían no ser la formación con más votos. Pello Otxandiano, de 41 años y cabeza de cartel de Bildu, podría imponerse por la mínima tanto en votos como en escaños.
Son, pues, las elecciones más abiertas de la historia de Euskadi, por lo que hace al resultado. La política de pactos parece clara: El PNV y el PSE gobiernan juntos y no hay ningún motivo para que no reediten su pacto si llegan a la mayoría absoluta, 38 diputados. Los pronósticos marcan que los nacionalistas vascos obtendrían entre 28 y 30 diputados, mientras que los socialistas se moverían en una horquilla de entre 9 y 11. Parece plausible, pues, que logren sumar más de la mitad de los escaños.
No se contempla ahora mismo ningún otro escenario que no implique al PNV e Imanol Pradales. Podríamos ver un gobierno suyo en minoría, pero parece poco probable que Pello Otxandiano pueda lograr la lehendakaritza aunque gane en votos y escalos al PNV. Más aún tras sus palabras esta última semana sobre ETA, evitando tildarla de organización terrorista y creando una polémica de la nada.
De lo contrario, Imanol Pradales ha ido encontrando su tono durante la campaña y se ha alejado de un perfil más informal para optar por un estilo más conservador. El PNV hace unos meses que vive condicionado por Bildu y parece que ha entendido ahora -aunque quizás sea demasiado tarde- que copiar nunca sale bien.
Un País Vasco alejado del Procés
El independentismo vasco sigue siendo minoritario y eso lo han entendido tanto el PNV como Bildu en esta campaña. Los dos sacan a relucir su nacionalismo y lanzan mensajes a Pedro Sánchez para pedir más autonomía y competencias, pero nada de hablar de independencia. Hasta Bildu lleva en su programa la idea de estado confederal.
Los vascos son ya de facto poco dependientes de Madrid y su voto va más allá de la bandera. O eso parece viendo que unos 58 diputados de 75 serán nacionalistas. El votante más de izquierdas y joven se decanta por Bildu y abandona Podemos, mientras que el conservador opta por el PNV, que juega ahora a ser más moderno y centrista.
Socialistas y populares obtendrán entre los dos entre 16 y 20 escaños, mientras que Sumar podría llegar a los 3 y Vox repetir su único diputado.
Suceda lo que suceda, pues, el Procés no llegará al País Vasco. Si sigue el gobierno entre el PNV y el PSE, los nacionalistas seguirán siendo socios de Sánchez a cambio de contrapartidas, mientras que, si -aunque parece imposible- Bildu llega al poder, la idea sería copiar el modelo actual de ERC, alejado de la unilateralidad y el referéndum sin pacto.
Descartada cualquier opción de independencia, Bildu y el PNV buscan diferenciarse hablando de un nuevo acuerdo con el Estado. Mientras los primeros hablan de un pacto confederal, los segundos apuestan por un Estatuto de relaciones bilaterales, como ya sucede con el concierto económico.
Las palabras de Otxandiano sobre ETA las ha aprovechado también Pradales para diferenciarse y atacar a Bildu. De hecho, en el último debate, el candidato del PNV hasta se puso por primera vez corbata, mostrando un perfil más conservador tras toda la polémica sobre ETA.
El País Vasco parece que en cierto modo ha aprendido de Cataluña para no cometer los mismos errores. Mientras el partido de Otegi quiere ser un PNV woke como ERC, los nacionalistas de toda la vida pretenden mantener el poder rejuveneciendo a su líder y manteniendo a los buenos mandando en el partido y en el Congreso.
En pocas horas sabremos quién ha ganado las elecciones vascas y, quizás, hasta cuál de los dos será de seguro Lehendakari. Lo que está claro es que el País Vasco no quiere ser Cataluña ni cometer sus mismos errores de esta última década.
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