Primer plano de Sílvia Orriols con una bandera catalana de fondo
OPINIÓN

La División Panoli y el riesgo de la División Panzer

Un independentista peligroso es un procesista desengañado: solo falta que las circunstancias les acompañen

Se acumulan los indepes cabreados. No es una buena noticia por dos razones. Una es una razón conductual y la otra una razón ambiental.

La razón conductual es esta: que un independentista peligroso es un procesista desengañado. Lo que hace peligroso ahora a un independentista es precisamente su cabreo, lo cual es perfectamente evidente. No es la ilusión, el lirio en la mano o tener razón lo que hace que un proyecto político salga adelante. Más bien, es la supervivencia y la frialdad.

La razón ambiental es esta otra: que las circunstancias parecen - aquí solo hay aproximaciones - disponerse de tal manera que pueden hacer que la razón conductual tenga fuerza. Parece un juego de palabras, pero es puro Maquiavelo (el de verdad, no la fantasmada que se creen en Podemos). O sea, que el buen político es aquel cuya virtud (fuerza) le lleva a mantenerse firme ante el innegociable capricho de las circunstancias y, si es el caso, aprovecharlas (“fortuna”, que decía Maquiavelo).

Dos mujeres mayores caminando junto a una bandera estelada mientras una mujer joven pasa por el lado opuesto.

¿Qué circunstancias son estas? En esencia, también son dos. Una es que huele a muerto en la Unión Europea: los identitarismos políticos escalan posiciones, la economía real va cada vez peor (jóvenes, vivienda, poder adquisitivo, etc.) y la tensión migratoria se acumula. La otra es que está en marcha un proceso de federalización de España que reforzará las capacidades operativas de las Comunidades Autónomas.

Virtudes del pesimismo analítico

Pues bien, vamos a darle forma al pesimismo ¿Qué panorama tendríamos en España con unos indepes auténticos en Cataluña, una Generalitat más poderosa y la disipación de la UE de fondo? Porque no se ha insistido lo suficiente en algo: que el fracaso del proyecto procesista se debe simple y llanamente a la indescriptible ingenuidad de la clase política catalana.

Y esto, claro, no es particular de la clase política. De hecho, solo es el reflejo de la sociedad catalana: superioridad moral, ganas de juerga y envidia. Solo una interiorización progresiva de la envidia puede explicar que desde Cataluña se hayan hecho caricaturas de tales dimensiones de España; por no ver, no vieron ni que España a lo tonto lleva en pie cientos de años y ha sido una de las naciones más determinantes del mundo moderno.

Carles Puigdemont en una conferencia con una bandera catalana de fondo.

Además - lo sé por propia experiencia - presentan una alergia visceral a cualquier comentario que ponga en el centro la realidad y no sé qué parida democrática. Si me paro a pensarlo, solo conozco tres nombres de indepes que no dan este perfil de panolis: David Madí, Bernat Dedéu y Santiago Espot.

¿Qué quiero decir? Pues esto: que a nivel ideológico, la candidez procesista se apoyaba sobre una realidad material muy clara: el confort. Esto explica que todo el procés tuviera un aura lúdica, como de pardillos que descubren que existen los servicios secretos, el ejército y la sangre. En este sentido, siempre me pareció muy acertado aquel libro que escribió Albert Soler, destacado columnista crítico con el procés, y que llevaba por título Estábamos cansados de vivir bien.

Instinto de realidad en Orriols

¿Pero y si esto no dura? ¿Y si efectivamente hay un empeoramiento real de las condiciones materiales? En tal caso, España ya no podría contar con que los indepes presentarían batalla con la División Panoli. Al contrario, podría ser una división Panzer en versión catalana. O sea, todos esos cientos de miles de personas pero con hambre y algo que perder.

A mí me entró algo parecido al miedo cuando escuché a Orriols criticar la república de ocho segundos de Puigdemont. Una periodista, de cuyo nombre no quiero acordarme, le reprochó a Orriols que dijera que Puigdemont no había conseguido apoyos internacionales ¿Y qué respondió Orriols? “Es que en ocho segundos es difícil conseguir apoyos internacionales”, dijo, ante la cara de boba de la periodista, que realpolitik le debe sonar a nombre de colonia.

¿O es que alguien se cree que las constantes muestras de apoyo de Orriols a Israel son una anécdota? ¿O es que los ingleses no apoyarían a Cataluña para jorobar a España con Gibraltar si fuera el caso? ¿Nadie se acuerda que hay una tensión natural entre España y Holanda?

Decenas de personas, de espaldas, se manifiestan con banderas de Israel para pedir la liberación de los secuestrados por Hamás

Se gira la tortilla de panolis

Y hablando de panolis: podría ser España la que hiciera el panoli en un contexto de disolución de la Unión Europea. Es decir, insistir en la socialdemocracia y en los 27 mientras tienes a AfD ganando espacio en Alemania y una segunda vuelta en Francis entre Le Pen y Mélenchon (2027, cojan palomitas). Y no sé si nos acordamos, pero Geert Wilders ganó las elecciones en Holanda hace menos de un año.

En fin, para acabar también habría que recordar dos cosas. La primera es que el problema catalán es cíclico. La segunda es que, ante este problema, España tiene una situación formalmente mucho más difícil. Porque en tanto que es un problema cíclico, cuando España gana un asalto, en realidad solo gana tiempo. A Cataluña, en cambio, le basta ganar una vez.

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