Pedro Sánchez, dispuesto a todo con ERC y Junts
El Gobierno vuelve a ganar tiempo con el procesismo, que se contenta con chutar la pelota hacia adelante
Después de mucho ruido y pocas nueces, la reforma fiscal de Sánchez salió adelante. Esto dio un balón de oxígeno al Gobierno para encarar con calma los presupuestos. Y a tenor de las últimas presiones simbólicas del procesismo, Pedro Sánchez afronta los presupuestos con sendas reuniones personales con Puigdemont y Junqueras.
Según explicó el propio presidente Sánchez, “evidentemente” se iba a reunir con los (otra vez) líderes de Junts y ERC. Se esperan, pues, las convenientes fotos y apretones de mano, aunque no han trascendido fechas. En realidad, esto no es más que el resultado de que Junts y ERC hayan puesto orden interno después de las elecciones autonómicas del 12M. Es decir, que el PSOE ya tiene interlocutores firmes dentro del par procesista ERC-Junts.
Del mismo modo, asistimos al enésimo ejemplo de la estrategia socialista de ganar tiempo y, así, empujar las legislaturas. Por lo pronto, ahora habrá que esperar a que se concreten las reuniones, los temas, el lugar, etc. Después de esto, llegará un reguero de compromisos, buenas palabras y tal vez el anuncio de alguna concesión, que si llega a tiempo podría ser el catalán en Europa. Ahora mismo, por ejemplo, el PSOE calma un poco los ánimos en Junts desclasificando papeles del CNI.
Muchas cartas encima de la mesa
Paralelo a esto, se repite otro patrón que ya hemos visto: que el PSOE negocia por separado con ERC y Junts. Esto recuerda a las famosas “mesas del diálogo”, que se han disuelto sin mayor trascendencia y han servido al PSC para justificar su relato de la normalización. Ya lo dijo Jaume Giró en su día: estas negociaciones paralelas son arriesgadas por la simple razón de que Sánchez es el único que sabía cuántas cartas hay encima de la mesa.
De hecho, además del anuncio de estas nuevas reuniones, Sánchez recordó que Cataluña “ha pasado página del procés”. “La sociedad española no puede estar constantemente mirando atrás, debemos mirar adelante porque tenemos retos enormes”, dijo. Es más, Sánchez interpreta la reunión con Puigdemont como otro avance “coherente” en la normalización política de Cataluña.
Cabe recordar que, en su última entrevista en TV3, el expresidente Puigdemont habló de una “amnistía judicial” y una “amnistía política”. Esta última consiste en que Sánchez e Illa se reúnan con él, le autoricen la escolta, lo tengan como un interlocutor válido, etc. A la postre, esto se reduce a un simbolismo que Sánchez puede usar a conveniencia para ganar tiempo y apagar fuegos.
En definitiva, estas nuevas reuniones empiezan a empedrar el camino de los presupuestos. De fondo, la dinámica está clara: el procesismo necesita a Sánchez tanto como Sánchez necesita al procesismo. Y el gran estabilizador de esta alianza precaria, pero estable, es una ley de amnistía que no acaba de concretarse.
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