Los CDR, contra Carles Puigdemont
El expresident ya no es intocable para los radicales del procés
Hubo un tiempo en el que los Comités de Defensa de la República (CDR) rendían pleitesía a Carles Puigdemont. Un tiempo en el que los radicales del procés pasaban información al expresident y le consultaban la estrategia a seguir. Eran, efectivamente, otros tiempos.
Ahora, en plena crisis del espacio independentista, los CDR llaman a la abstención en las elecciones españolas del próximo 23 de julio. Piden castigar a las formaciones indepes, de las que no se salva ni el partido de Puigdemont.
“Creemos que los partidos merecen una reprobación en las urnas, como advertencia de cara a las elecciones autonómicas que se acercan”. Así lo expresan en un comunicado donde lamentan la “degeneración” del procesismo. Según su visión, partidos como Junts y ERC “ponen en cuestión la validez del mandato del 1-O”.
Los CDR dicen defender ese mandato y critican la ruptura de la unidad estratégica del independentismo. “Con la tónica de pactos” tras las municipales “han apuntalado al PSC del 155 en varios ayuntamientos”, añaden.
Por todo esto piden una abstención masiva de castigo a los partidos en unas elecciones que, además, consideran de un país extranjero.
Rebelión contras las cúpulas
El llamamiento de estos comités coinciden con el incendio desatado en el Consell de la República, institución presidida por Puigdemont. Sus bases han estallado ante la llamada a la votación masiva que ha hecho el expresident de forma unilateral. Una decisión que no comparten buena parte de los inscritos en esta plataforma independentista.
Esta es solo una muestra de la creciente desafección entre las cúpulas de los partidos y las bases más radicalizadas. La ira de los radicales fue inicialmente dirigida hacia ERC, que hace tiempo optó por el camino de la distensión. Ahora le toca el turno a Waterloo, que hasta hace poco era ajeno a la oleada de indignación contra los partidos.
Puigdemont, en el foco
Las cosas han cambiado, y Carles Puigdemont ya no solo no es intocable sino que además es uno de los principales señalados. Muchos han perdido la confianza en su capacidad de reconducir la situación y hacer efectivo el mandato del 1-O. Algo que podría reflejarse muy pronto en una abstención histórica que hunda a los partidos independentistas en el Congreso y el Senado.
Esto se suma a la deriva de Junts, que tras los pactos municipales y en las diputaciones ha quedado sin poder territorial efectivo. Por eso Puigdemont llamó a la desesperada a la votación masiva el 23-J.
Un gesto que aumenta su impopularidad ante una masa independentista cansada de sus líderes.
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