Dos hombres con barba y gafas, uno hablando en un micrófono y el otro mirando hacia él.
POLÍTICA

Alejandro Fernández deja en evidencia al excupaire Antonio Baños a cuenta de un taxi

El líder del PPC no pierde la oportunidad para volver a retratar el funcionamiento de la mentalidad cupaire

“De súper buen rollo”, así ha empezado Antonio Baños uno de sus últimos mensajes en redes sociales porque sabía que desataría la polémica. Según ha explicado el excuparie, ayer tomó un taxi en Barcelona y se encontró con la realidad de la ciudad. Es decir, que hay muchos propietarios que le alquilan el taxi a personas extranjeras, muchas veces de Pakistán, que hacen de conductores.

Esto ha despertado la inquietud de Baños, que explica que su conductor era “un chico que solo entiende inglés y que no sabe qué es la Meridiana”. Ante esto, Baños se pregunta con preocupación qué pasará si algún día, en lugar de una simple carrera, hay una “emergencia”. “Todo serán lamentos”, advierte Baños.

Esta anécdota ha tenido bastante recorrido en redes sociales, acumulando más de cien comentarios. Además de que son muchos los que recuerdan que no va en transporte público, los usuarios le dan la bienvenida a la realidad social. Otros aprovechan para contar experiencias similares, con taxistas que no hablan ni catalán ni español.

Imagen de taxi de Barcelona con el cartel en verde

El recado de Alejandro Fernández

Pero entre los comentarios al mensaje de Baños ha destacado el de Alejandro Fernández, que con su habitual ironía le ha lanzado un dardo. Con una escueta frase, Fernández ha hecho un nuevo retrato de la mentalidad antisistema. “Todo cupaire lo es hasta que le afecta a él el problema...”:

Hay que recordar que Alejandro Fernández se ha destacado por sus ‘zascas’ y bromas sobre la CUP. Entre otras frases y conceptos, Fernández acuñó la idea de “perroflautismo contemplativo”. Se trata de la versión irónica de la “Cataluña del no”, esa actitud política que reniega de los avances en general.

En cualquier caso, lo que esta anécdota refleja es que el debate migratorio y sus efectos sociales es ya una realidad cotidiana. Hasta el punto de que muchos miembros del establishment catalán empiezan a verse afectados. Ahí está también, por ejemplo, el robo a Jordi Basté en su coche a manos de un joven de origen nigeriano.

El debate migratorio, en definitiva, ha venido para quedarse. Y no ya solo por una cuestión política o asistencial, sino también por una cuestión de identidad. Más todavía en Cataluña, que tiene evidentes problemas para absorber todo el crecimiento demográfico, empezando por el retroceso del idioma. 

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