Manifestación con personas sosteniendo bengalas y una pancarta verde que dice "SALUT TERRA FUTUR" frente al Arco de Triunfo.
POLÍTICA

La Cataluña del 'no a todo' sigue ganando terreno

La izquierda y entidades ecologistas frenan grandes proyectos perjudicando a una mayoría

Fue el líder del PP en Cataluña, el diputado Alejandro Fernández, quien acuñó el término “perroflautismo contemplativo” para referirse a la Cataluña del ‘no’ a todo.

Se trata de una minoría social que lleva años imponiendo a la mayoría sus obsesiones contra cualquier proyecto que genere progreso y desarrollo en la región. Detrás de esta minoría están los partidos políticos de la izquierda y organizaciones sociales, sobre todo del ámbito del ecologismo.

Sin ir más lejos, Cataluña se ha convertido en una región donde un macroproyecto como el Hard Rock café es capaz de hacer caer un gobierno. O donde la izquierda se moviliza contra una exhibición de Fórmula 1 justo después de que Madrid arrebatara a Barcelona la competición y todos los millones de inversión que conlleva.

La misma izquierda que hace solo unos días perpetró un escrache contra familias de turistas que comían en las Ramblas, consiguiendo así que la prensa internacional desaconseje Barcelona como destinación este verano.

Esta semana hemos asistido a nuevos ejemplos de cómo actúa la Cataluña del no a todo (o perroflautismo contemplativo).

Una minoría se impone frenando grandes proyectos

El gobierno catalán tiene ya casi listo el proyecto parque eólico marino experimental de la Costa Brava. Este consistirá en tres aerogeneradores con un cable marino soterrado de 25 kilómetros y una línea terrestre de 16 kilómetros. Pese a que la línea de evacuación terrestre estará 100% soterrada, sindicatos como la Unió de Pagesos y el ayuntamiento de Armentera gobernado por ERC convocaron una concentración de rechazo.

Una multitud de personas marchando con banderas verdes y rojas, mientras una mujer sostiene una bengala de humo azul.

Otro caso más flagrante aún es el del pequeño parque solar proyectado en Das, un pueblo del pirineo catalán. Pese a cubrir solo 2,4 hectáreas, el proyecto ha generado un rechazo por parte de las instituciones locales ante la perplejidad del sector. Los alcaldes de la zona han tachado la instalación como una “salvajada”, mientras que las empresas dispuestas a invertir consideran que se trata de un boicot orquestado.

Lo peor de todo es que estos movimientos promovidos por una minoría acaban provocando la caída de las inversiones en Cataluña. Lo cual no solo se traduce en la pérdida de millones de euros y miles de puestos de trabajo, sino que también hace que Cataluña quede relegada como polo de desarrollo y motor económico.

La mayoría de los ciudadanos salen perjudicados

Esto tiene consecuencias directas sobre la mayoría de los ciudadanos. El ejemplo más claro es el del llamado apagón nuclear. Según una información, el cierre de las nucleares en Cataluña, que ha sido la principal bandera de la izquierda ecologista, pondría en riesgo el suministro y supondría el encarecimiento del precio de la electricidad.

Esto es así porque la energía nuclear supone un 60% del volumen de la electricidad que se genera en el territorio. La paradoja es que el cierre de las nucleares acabaría de un plumazo con la independencia energética de Cataluña, que se vería obligada a importar energía generada en otras comunidades.

Toda una contradicción, teniendo en cuenta que la gran mayoría de estos partidos y organizaciones están en la órbita del independentismo.

Hay otra paradoja, y es que los partidos que están detrás del ‘no’ a todo (ERC, CUP y Comuns) han sido los más castigados en las últimas elecciones catalanas. Y pese a tener cada vez menos apoyo social, siguen frenando proyectos y perjudicando el desarrollo económico y la creación de puestos de trabajo.

Quien lo acaba sufriendo es una mayoría de los ciudadanos de Cataluña, que sigue en manos de los caprichos de esta minoría.

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