Joan Ignasi Elena con el dedo índice levantado con dos mossos de esquadra al fondo

OPINIÓN

Mitos, bulos y verdades sobre la delincuencia en Cataluña

La izquierda utiliza y retuerce los datos sobre criminalidad para reforzar su relato buenista, a pesar de la gravedad de la situación actual

Editorial Arnau Borràs

Esta semana pasada conocimos el balance de criminalidad del año 2023 en Cataluña. En resumen, sube el global de delitos (+5,6%), las violaciones (+34,1%), los homicidios (+12,7%), las tentativas de homicidio (+18,9), los hurtos (+4,9%) o los robos con violencia e intimidación (+1,5%), entre otros, respecto al 2022. 

Sin embargo, a la hora de analizar los datos sobre delincuencia hay que tener en cuenta varios factores. Uno de ellos, de los más importantes, es la utilización interesada de los datos globales de criminalidad por parte de aquellos que defienden eso de que “no estamos tan mal”. Es decir, la izquierda buenista que parece más preocupada por defender a delincuentes que a sus víctimas.

Todos los delitos cuentan lo mismo

La trampa es esta: los organismos públicos cuentan todos los delitos por igual. Según las estadísticas globales, computa lo mismo el hurto de tres manzanas en el Mercadona que una violación de una niña de 14 años. 

Por lo tanto (y simplificándolo al máximo), si la policía consigue evitar 10 hurtos en un supermercado respecto al año anterior, pero ha habido 5 violaciones más, el balance global de estos dos ítems nos saldría un -5. Estaremos de acuerdo, pero, que no se trata de una cifra precisamente positiva a pesar de que el resultado final refleje un descenso global de los delitos. 

Aún así -y más allá de que el global de delitos haya aumentado igualmente respecto al año pasado-, los tipos de delito que generan más inseguridad entre la población han incrementado de forma destacada, como podrían ser los robos con violencia o las violaciones. También lo hacen los delitos más graves como los homicidios, las tentativas de homicidios o las lesiones por riña tumultuaria. 

Sin embargo, ahí tenemos a Joan Ignasi Elena diciendo que no nos preocupemos, que los principales delitos que se cometen “están orientados a bienes materiales, y el impacto psicológico que tienen, por lo tanto, es menos grave que los delitos contra las personas”. Muchas gracias, señor conseller, todo un alivio.

Otra trampa: utilizar los datos globales por cada 1.000 habitantes

Otro de los argumentos que esgrimen los defensores de que no ha aumentado la delincuencia es que la tasa de delitos por cada 1.000 habitantes es más baja este 2023 que años anteriores. Esto realmente es así, pero solo a medias: en 2023, la tasa es más alta que en 2022 o 2016, similar a la de 2015 o 2017 y, eso sí, más baja que en 2018 y 2019, años nefastos en lo que a criminalidad se refiere.


 

Si tenemos en cuenta los factores que hemos mencionado anteriormente de que todos los actos delictivos cuentan por igual, ni cogiendo la tasa de delitos por cada 1.000 habitantes se salvan según qué delitos. Curiosamente, los que generan más inseguridad entre la población. Proporcionalmente, en 2023 hubo la tasa más alta de homicidios y robos con violencia de los últimos ocho años y también más violaciones, tentativas de homicidio y lesiones por riña tumultuaria de los últimos siete. Realmente, no sé qué celebra la izquierda buenista, cuando la tendencia es claramente nefasta.

Por lo tanto, estos días hemos visto cómo algunos han querido relativizar el aumento de los delitos afirmando que en la década de los 2010 estábamos peor. Cómo si esto fuera motivo de alegría. Además, los delitos que generan más inseguridad y los más graves están en los peores indicadores de casi la última década. El afán de algunos de defender a violadores y atracadores llega hasta límites increíbles, que les hacen vanagloriarse de unos datos que no son para nada positivos. Sobre todo, mirando la tendencia de los últimos 7-8 años.


 

Delitos que no se denuncian

Otro de los mantras de la izquierda buenista para relativizar, en este caso, el aumento de violaciones es que “ahora se denuncian gracias a las campañas de sensibilización de las instituciones y gracias al feminismo”. 

Esto, como ya comentamos en E-Notícies, puede servir para explicar que actualmente haya más denuncias por violaciones que hace 20 años. Pero llevamos más de una década con campañas de sensibilización para animar a las mujeres que han sufrido violaciones a que denuncien. En ningún caso puede servir para justificar, por ejemplo, el aumento del 51% de las violaciones que ha habido en Barcelona en el último año. ¿Acaso en 2022 no había campañas de sensibilización? Se deben pensar que somos tontos.

Además, del mismo modo que es probable que hace décadas no se denunciaban tantas violaciones, también existe la realidad de que ahora algunos robos con violencia e intimidación no se denuncien. Y Samuel Vázquez, en esta entrevista a E-Notícies, nos ponía un claro ejemplo que, por lo menos yo, he visto con mis propios ojos.

Imagina un chaval al que la pandilla del barrio lo atraca y le roba el móvil. Llega a casa y ¿qué le dice su padre? Que le compra otro móvil, pero que ni hablar de denunciar y después tener que ir a juicio contra la misma pandilla que se encontrará el chaval cada día al ir al instituto.

Por lo tanto, sí, hay delitos que no se denuncian. Ahora y antes. Pero justificar el aumento exponencial de las violaciones en los últimos años y hablar de cifras negras solo cuando les interesa no es más que otra jugada de la izquierda que quiere retorcer los datos para reforzar su relato buenista.

Así pues, sabiendo que las interpretaciones no dejan de ser eso, interpretaciones, podemos llegar a varias conclusiones objetivas. Uno, que los delitos han aumentado respecto al año pasado y a años anteriores en términos absolutos. Dos, que mirando la tasa de criminalidad global por cada 1.000 habitantes no es tanto así, pero sí que lo es, precisamente, en el caso de los considerados delitos más graves o que generan más inseguridad entre la población. Y tres, hacernos creer que las violaciones han aumentado en 2023 respecto al año 2022 (un 34% en Cataluña, un 51% en Barcelona) por las campañas de sensibilización servirá para su relato, pero este argumento está alejadísimo de la realidad.

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