Hablemos de la inmigración: el estado de necesidad de los inmigrantes
No hay ninguna duda de que la inmensa mayoría de los emigrantes huyen de un “estado de necesidad” severo
Los emigrantes que consiguen llegar a Europa traen un relato emotivo de su condición, aceptado acríticamente, por una parte, de la izquierda y por el “buenismo” transversal, dicen que padecen un “estado de necesidad” que los fuerza a abandonar su país.
No hay ninguna duda de que la inmensa mayoría de los emigrantes huyen de un “estado de necesidad” severo, dicho esto, hay que considerar las causas. Veamos con cierto detalle la situación general de los senegaleses que llenan piraguas, pateras, barcas de pesca desarboladas —embarcaciones listas para el desguace— y, con mucha suerte, desembarcan en la isla de Hierro. La semana del 2 al 8 de octubre fueron unos 2.300, y el 21 de octubre más de 800.
Cada uno habrá pagado a las mafias un buen puñado de euros. Se calcula que de la embarcación cargada con 320 personas del día 21 las mafias se habrán embolsado cerca de un millón de euros. La tarifa varía según la banda y según el pellizco que se llevan los intermediarios y los corruptos de las autoridades. Se habrá entrampado toda la familia, a veces toda una comunidad, y esperan resarcirse con las transferencias que suponen que podrá hacerles —creen que pronto— el pariente que ha emprendido la arriesgada aventura. El 2020 los envíos de los emigrantes senegaleses aportaron el 12,5% del PIB anual.
Senegal no es el país más pobre de África (es Zimbabue). Los datos macro son el marco obligado para calibrar las condiciones individuales y la comparación con los datos de España permite hacerse una idea más aproximada.
Con una población de 16.900.000 habitantes, pluriétnica i de mayoría religiosa islámica, la economía del Senegal (S) se sitúa en el lugar 109 de 196, la de España (E) en el 15a; el (S) tiene un PIB per cápita de 1.558€, (E) de 28.280€; el gasto público en salud del (S) es el 3,89% del PIB, (E) el 15,28%; el gasto público total del (S) representa el 25,74% del PIB (E) el 47,40%; el SMI del (S) es de 89,79€, (E) 1.260€; el riesgo de pobreza severa del (S) llega al 54%, (E) la severa al 7,7% (en el Senegal toda la pobreza es severa, la severa de España sería abundancia en el Senegal); en el índice de desarrollo humano el (S) ocupa el lugar 170 de 191, (E) el 27a.
Con estos datos no sorprende que el 75% de los hombres jóvenes el 2017 quisieran abandonar Senegal, y el 2020, según registros oficiales, la emigración ya representaba el 4,14% de la población, unos 700.000 senegaleses. La emigración real resulta difícil de calcular.
Y, aun así, Senegal es un país rico en materias primas: gas, petróleo, fosfatos, circonio, oro, si bien el PIB se nutre de la pesca, la agricultura (mayormente de subsistencia), el turismo y los servicios. Tiene una relativa estabilidad política y logró la independencia de Francia en 1960, ha habido suficiente tiempo para rehacerse de la dominación colonial. ¿Qué falla, pues, por qué tan elevado porcentaje de la población se sienta incitada a probar la incertidumbre de la inmigración? En cierto modo, Senegal es un país prototípico que ayuda a entender la emigración africana en general.
Sin políticas ni cultura de planificación familiar, la tasa de crecimiento natural de la población (2,68% el 2021) se sitúa muy por encima del incremento de la riqueza. Hay un excedente de población que no puede ser atendido en el país, el 2020 se tuvo que importar el 80% del arroz que se consume. Las élites sociales (escasas) y gubernamentales (sobredimensionadas), además del endémico problema de la corrupción del sector público (una percepción de nivel 72 de 180), no han sabido construir una modernidad estructural y cultural suficiente para dar una esperanza de vida mejor ni, sobre todo, para convocar a construirla. El lema oficial “Un Peuple, Un But, Une Fois” (Un pueblo, un objetivo, una fe) queda bien lejos de la realidad.
La excusa de la dominación colonial después de 63 años de independencia se vuelve contra la clase dirigente que no ha sido capaz de revertir las consecuencias de la colonización. Insistir en la excusa equivale a negar a las elites madurez y competencia para dirigir el país. Aquello que Barack Obama dijo en Kenia en la visita oficial de 2015: “No os quejáis tanto después de 50 años de independencia”, es perfectamente aplicable en Senegal.
¿Hasta qué punto obligan moralmente a los países receptores las malas condiciones estructurales de un país de emigración masiva? No es una cuestión moral, sino política y tiene que ser resuelta en el país de origen de la emigración, con la ayuda internacional que haga falta, pero resuelta allá para el bien de ellos y de Europa.
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