Trabajadores de la Cruz Roja y agentes de la Guardia Civil al lado de uno de los cayucos que ha llegado al puerto de La Restinga, a 23 de octubre de 2023, en El Hierro, Santa Cruz de Tenerife, Canarias
OPINIÓN

Hablemos de la inmigración: de qué hablamos

A pesar de la colosal entidad del problema de la inmigración, no se habla de él

Empecemos hablando de qué queremos hablar y cómo queremos hablar. La cuestión es de una envergadura tal que, incluso una somera aproximación a través de un medio digital que admite textos extensos, requerirá más de una aportación. La inicial es poco más que una exposición del método de la aproximación. Delimitar de qué queremos hablar evitará malentendidos, no todos.

El título es inexacto, por no decir equivocado, en todo caso, es insuficiente. Se trata de un fenómeno con componentes y motivaciones múltiples y calidoscópicas, no podía ser de otra manera por cuanto es un fenómeno humano. Lo llamamos inmigración desde la perspectiva europea, puesto que Europa es, junto con los Estados Unidos, el destino preferido de millones de personas que se desplazan de sus lugares de origen con la intención de vivir o de trabajar un tiempo en esos lugares.

También son destinos codiciados Canadá, Australia y Nueva Zelanda. De hecho, lo es todo el espacio que se denomina Occidente, que ha logrado una enorme ventaja en prosperidad y libertades respecto a otras regiones convirtiéndose por tanta diferencia en un polo magnético de atracción.

Unos guardias civiles, des de el puerto de Hierro (Canarias) arrastran con una cuerda una patera llena de inmigrantes subsaharianos

A pesar de las coincidencias culturales y políticas que los occidentales compartimos y ser los principales destinatarios del fenómeno, no tenemos de este una percepción relativamente unificada por la variedad de manifestaciones que contiene. No es lo mismo ver llegar a las fronteras de los Estados Unidos las columnas de miles de centroamericanos en marcha desde sus países con la ilusa creencia de que los dejarán pasar, que el goteo de las pateras a lo largo de las costas europeas con la repetida tragedia de los naufragios.

Los desplazamientos obedecen a varias causas. La guerra civil o internacional y las dictaduras provocan la huida de miles de personas. Se los considera refugiados y tienen derecho a pedir protección y asilo.

El asilo figura como un derecho humano en el artículo 14 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), ha sido desarrollado en la Convención de Ginebra sobre el Estatuto del Refugiado (1951) y en el Protocolo de Nueva York (1967) y también lo contempla la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea (2007). España lo reconoce en el artículo 13.4 de la Constitución de 1978 y ha sido regulado por la Ley del Derecho de Asilo y la Protección Subsidiaria (2009).

Plano general con una cola de inmigrantes recién llegados a El Hierro subiendo a un barco mientras unos Guardia Civiles los vigilan

Según la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEA(R), entrarían en la categoría de potenciales o efectivos refugiados más de 100 millones de personas. La magnitud del problema hace que la regulación, que fue concebida para casos individuales y grupos pequeños, parezca obsoleta.

El cambio climático añadirá millones de desplazados que constituirán la categoría de los “refugiados climáticos” y desbordarán la reubicación regional.

Las ínfimas condiciones materiales de vida de poblaciones sobredimensionadas en países de estructuras subdesarrolladas y clases gubernamentales insuficientemente preparadas y a menudo corruptas, provocan migraciones económicas masivas.

Las tres causas apuntadas se entremezclan y se confunden con frecuencia y se engloban en los conceptos -por eso mismo imprecisos- de migraciones, los desplazamientos, de emigrantes, los que se desplazan y de inmigrantes, los que llegan a un destino.

Llegada de la patera al muelle de La Restinga, a 21 de octubre de 2023, en El Hierro, Islas Canarias (España)

Las migraciones serán uno de los grandes problemas de Humanidad del siglo XXI. Pese a que sobrepasan los marcos nacionales no hay una regulación internacional para afrontarlo. Bajo los auspicios de las Naciones Unidas en 2018 se adoptó el “Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular”, pero es un acuerdo intergubernamental no vinculante y que respeta la soberanía de los Estados para gestionar las fronteras y las políticas migratorias.

A pesar de la colosal entidad del problema, no se habla de él, mejor dicho, habla la ultraderecha, parcialmente porque solo lo trata desde la vertiente “inmigración”, sectariamente porque lo enfoca desde la ideología de la xenofobia y el racismo y demagógicamente porque aprovecha algunos efectos distorsionadores de la inmigración en las sociedades receptoras para su implantación política.

Rescatar la cuestión de la inmigración de la apropiación que ha hecho la ultraderecha -en España Vox- es vital para evitar que se emponzoñe más.

Por eso tenemos que hablar abiertamente de ello, cogiendo el toro por los cuernos, sin temor a ser confundidos con la ultraderecha, y honestamente, asumiendo el riesgo de equivocarnos o de ser malinterpretados, riesgos probablemente inevitables.

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