Desmontando Hormigueros: Broncano y la oportunidad de desinfestar el access
Por qué es importante que Broncano pueda aguantar más de un asalto en el duelo contra Pablo Motos
El desembarco de David Broncano en el access de TVE apunta a ser uno de los hitos de la temporada. En una franja televisiva dominada por un programa como ‘El Hormiguero’ de Pablo Motos, que desde hace varias temporadas ha ido abandonando el entretenimiento familiar para abrazar un discurso cada vez más polarizado y cargado de un sesgo ideológico evidente, la llegada de Broncano ofrece una bocanada de aire fresco, especialmente en un momento donde la pluralidad de voces lleva siendo escasa demasiado tiempo.
Pablo Motos, con su dominio indiscutible del access prime time, ha convertido ‘El Hormiguero’ en un espacio hostil, donde la crítica boba al Gobierno se ha convertido en la norma. El programa de las marionetas de felpa, con múltiples polémicas a sus espaldas, utiliza su altavoz privilegiado para hacer llegar el discurso de la derecha española más podrida de la última década.
Lejos de fomentar el debate, ‘El Hormiguero’ incide en polarizar y reforzar posiciones prefabricadas, alegando la legítima defensa ante un cuarto poder que quiere exterminarlos. Digno de ‘Cuarto Milenio’. Este giro hacia la derecha más rancia no solo es preocupante, sino que además ha pervertido la naturaleza original del programa, que antaño se distinguía por su capacidad de unir a familias frente al televisor con humor y entrevistas ligeras.
David Broncano puede intentarlo
En este contexto, la aparición de David Broncano en la misma franja horaria, con un modelo probado como lo es ‘La Resistencia’, supone una oportunidad única para contrarrestar este monopolio ideológico. Broncano, con su irreverencia y su humor absurdo, ha demostrado ser una de las voces más frescas y originales de la televisión española. Su estilo, que combina entrevistas desenfadadas, comentarios agudos y una capacidad inigualable para conectar con un público joven, tiene el potencial de atraer a una audiencia que se siente huérfana de alternativas en la antesala al prime time.
Sin embargo, para que este programa tenga un impacto real, es crucial que Broncano y su equipo no se conformen con repetir la fórmula que tan bien les ha funcionado en Movistar+. Esta etapa en la televisión pública requiere que aspiren a lo más alto, trayendo a grandes invitados, generando momentos relevantes y, sobre todo, captando la atención de un público más amplio.
La audiencia de nicho que ‘La Resistencia’ ha cultivado es digna de admiración, pero en la arena del prime time generalista, y más del de un canal público, es necesario llegar más lejos, convertirse en una verdadera alternativa que pueda competir cara a cara con ‘El Hormiguero’.
Broncano tiene la capacidad y el carisma para intentarlo. Su humor, que en ocasiones puede parecer irreverente, es también profundamente inteligente y refleja una visión del mundo que, sin ser doctrinaria, ofrece una perspectiva necesaria, con sentido común. Su posicionamiento político, abiertamente de izquierdas, es una contraposición necesaria a la hegemonía ideológica de Motos, pero esto no debe ser el argumento.
Para que su programa funcione en audiencias y pueda hacer frente a ‘El Hormiguero’, Broncano debe ofrecer un espectáculo que sea entretenido, inteligente y, sobre todo, inclusivo, en lo que a targets se refiere.
En un momento donde la televisión española está monopolizada por la derecha más arcaica, la de los amigotes y los favores a cambio de foco mediático, es más importante que nunca que funcionen propuestas como la de Broncano. No solo por lo que representa en términos de contenido, sino porque una televisión pública fuerte, plural y competitiva es esencial para la salud de nuestra democracia en el terreno audiovisual.
Que un programa como el de Broncano triunfe significaría no solo el éxito de una propuesta alternativa, sino también la consolidación de un espacio donde el entretenimiento y el pensamiento crítico pueden coexistir, ofreciendo a los espectadores algo más que el espectáculo vacío que pasó de ser un show con marionetas a una mesa de agitación política con Los amigos de Pablo riéndose las gracias los unos a los otros.
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