Agricultores manifestandose en la puerta de Alcalá
POLÍTICA

El sector primario: el gran perjudicado de la política económica europea

Pescadores y agricultores se enfrentan a algo que va mucho más allá de la economía

Unos ganan, otros pierden y en este caso pierde el sector primario. Esta semana era noticia que la Comisión Europea había planteado una reducción de la actividad de la flota de arrastre en el Mediterráneo del 78%. A efectos prácticos, esto implicaba la desaparición del sector, algo que llevó a los pescadores a la huelga.

Pero después de negociaciones maratonianas y el frente común de España, Francia e Italia, la UE matizó su propuesta. Según explicó el comisario de Pesca, los pescadores podrán faenar los mismos días si aplican una serie de medidas de conservación. Entre estas medidas, destacan el uso de un determinado tipo de redes o la aplicación de algunas técnicas novedosas.

Plano americano de un pescador con chubasquero rojo cogiendo una caja azul llena de peces encima de su barca azul

En realidad, esto no es más que volver al estado de cosas anterior, es decir, una progresiva carga regulatoria sobre el sector pesquero. Los pescadores catalanes ya avisaron de que la flota de Cataluña se ha reducido en un 50% durante los últimos años. Esto explica otro dato fundamental que dieron las cofradías catalanas: “los ingresos por ventas en la lonja se han reducido un 12,5% de media”.

La situación, en fin, es calcada a la que ya vivimos con los agricultores, que fueron a la huelga cuando se añadió la última piedra regulatoria. Esta coincidencia entre campo y mar no es una casualidad, sino que apunta a una dinámica que ahora mismo está instalada en el seno de Europa. Hablamos de un cambio geopolítico que sacrifica al sector primario.

Una cuestión más política que económica

Europa está inmersa en un proyecto de intentar convertirse en un gigante político que pueda competir con China y los Estados Unidos. Y es que a nadie se le escapa que, de un tiempo a esta parte, las élites comunitarias se han dado cuenta de que Europa retrocedía a marchas forzadas. Y el primer gran ámbito en el que Europa ha intentado hacerse un hueco ha sido en el tratado de libre con Sudamérica.

Este tratado - el famoso “Mercosur” - fue revalidado hace poco, para alegría de Ursula Von der Leyen, que cada vez representa más el papel de lejana burócrata bruselense. Este acuerdo comercial consiste, en resumen, en una liberalización económica en la que unos sectores ganan y otros pierden. Así lo refleja un informe interno del Ministerio de Economía español, del cual El Confidencial se hacía eco estos días.

Y este informe, que está en línea del relato oficialista, admitía que el sector primario sería el más perjudicado por la liberalización. Más aún: para mayor gloria de las paradojas climáticas, el acuerdo del Mercosur también da por descontado que aumentarán las emisiones de dióxido de carbono.

Foto de los tractores cortando las carreteras de acceso en Barcelona

Se podría decir a muy grandes rasgos que Europa va a “subcontratar” al sector primario en terceros países, que no tendrán los límites ecológicos impuestos en Europa. En el caso de la agricultura, esto dejó imágenes pintorescas, como la de empresas españolas que se iban a Marruecos para después exportar a España el producto.

“Todas las partes ganan, pero el impacto positivo será más visible en el lado latinoamericano”, dice el informe. La pregunta entonces es por qué los europeos se alegran tanto de un acuerdo que beneficiará más a Sudamérica. El motivo es precisamente que Europa no solo busca economía, sino geopolítica, más concretamente desplazar a China y a los Estados Unidos. “Este acuerdo no es solamente una oportunidad económica, sino una necesidad política”, dijo Von der Leyen.

Las cifras del descenso

Con la indiferencia que caracteriza a las previsiones macroeconómicas, los datos hablan de descensos en producción (0,24%), empleo (0,12%) y exportaciones (0,46%). Al mismo tiempo, los precios se mantendrán como ahora, a pesar de que aumentarán las importaciones. El motivo es que estos productos vendrán de fábrica con precios más competitivos, fundamentalmente porque tendrán menos restricciones productivas.

Dos personas sonrientes se saludan cordialmente frente a un edificio.

Por el resto, la teoría que maneja la UE habla de un efecto composición (compensatorio) con otros sectores y mayor valor añadido en los productos europeos. A la hora de la verdad, esto se traduce en más sector servicios, o sea, más terciarización de la economía. Esto implica algo que por ahora es solo una previsión: y es que la mayor especialización dará lugar a productos europeos más competitivos que estimularán un crecimiento potencial de la demanda.

En definitiva, es fácil verle las costuras a un acuerdo que, para Europa, tiene una vocación mucho más política que económica. Los países sudamericanos, en cambio, han apostado por beneficios económicos inmediatos, dejando a la UE con su relato de que en el futuro será más competitiva. Y precisamente por ser político, este acuerdo le vuelve a asfaltar el camino a los partidos identitarios de Europa.

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