Salvador Illa sale airoso del debate en el Parlament y encara ya los presupuestos
El PSC consolida el gobierno con concesiones a ERC y los Comunes sin compremeter su línea roja: el referéndum
Satisfacción en el PSC por el balance del primer match ball que tenía Salvador Illa después de ser investido President de la Generalitat, el pasado 8 de agosto. El debate de política general se ha resuelto sin ninguna magulladura que lamentar y el gobierno socialista ha conseguido sacar adelante todas las votaciones. Son conscientes de las concesiones que han tenido que hacer, sobre todo con el financiamiento singular, pero a cambio han consolidado sus alianzas para dar estabilidad a la legislatura.
Una vez atado el apoyo de ERC, gracias al financiamiento singular, y de los Comuns, con los avances en materia de vivienda, Salvador Illa pone rumbo a los presupuestos. Unas cuentas que implicarán un nuevo esfuerzo negociador, pero que no deberían presentar ningún contratiempo. El PSC considera que una vez superado este escollo habrán estabilizado la primera fase de la legislatura, y además con algo importante: aunque han tenido que ceder con el financiamiento, han conseguido alejar la amenaza del referéndum.
La sensación es que después de un gobierno débil como el de Pere Aragonès, Illa ha conseguido apuntalar un ejecutivo sólido que va más allá de sus 42 diputados. Comuns, y sobre todo ERC, se han esforzado por marcar distancias y que no parezca que en Cataluña gobierna un tripartito. Pero la realidad es que con el independentismo dividido, los partidos procesistas en crisis y la derecha sin la fuerza suficiente para hacer de contrapeso, al PSC se le antoja un gobierno cómodo y sin sobresaltos.
La clave, mimar a los socios de investidura
Tanto republicanos como comunes han querido desligar las votaciones del debate de los presupuestos, pero una cosa va ligada a la otra. Illa se ha comprometido a plasmar en las cuentas los primeros avances en la fiscalidad catalana (Agència Tributària de Catalunya) para contentar a Esquerra. En un claro guiño a los Comunes, el PSC ha pedido la regulación de los alquileres de temporada a un Govern que, además, ha anunciado 50.000 pisos y 4.400 millones de inversión en vivienda pública.
La consigna de los socialistas parece clara, y es que gobernando en minoría y con Junts buscando las cosquillas la prioridad es atar en corto a los socios de investidura. Por eso el PSC está diseñando unas cuentas con importantes concesiones a ERC y los Comuns. Por ejemplo eliminando la reducción de la fiscalidad del juego para obstaculizar los macroproyectos y la promesa de reducir el IRPF a las rentas más bajas.
Encima de la mesa sigue habiendo cuestiones calientes como la ampliación del aeropuerto y el calendario de la financiación singular, que ERC quiere que sea rápido y al PSC le interesa demorarlo. Pero en Palau entienden que no serán un obstáculo insalvable para alcanzar un acuerdo. Sobre todo porque lo contrario daría oxígeno a la oposición, sobre todo a Junts, y eso no interesa a ERC y los Comuns.
La incógnita Puigdemont
Junts es precisamente la gran incógnita de esta legislatura. Mientras que PP, Vox y Aliança Catalana han puesto las cartas encima de la mesa en cuanto a su papel en la oposición, sigue sin estar claro qué rol quiere jugar Junts. Por un lado dejan vacante el cargo de jefe de la oposición, y por otro muestran un perfil duro amenazando además con boicotear el Gobierno del PSOE en Madrid para fastidiar a Illa.
El PSC quiere centrarse en las negociaciones con ERC y los Comunes, pero no puede evitar mirar de reojo a Junts. Mientras sigan con la estrategia de la pataleta no serán una amenaza para el gobierno de Salvador Illa. La duda es si después del congreso nacional (25, 26 y 27 de octubre) que encumbrará a Carles Puigdemont, Junts se lanzará a la ofensiva para pasar cuenta con los socialistas.
El el PSC cada vez tienen más claro que lo mejor es que se aplique la amnistía cuanto antes y Puigdemont vuelva a Cataluña para ejercer de líder de la oposición. Creen que su crédito político está agotado, y es mejor tenerlo apaciguado en el Parlament que enfurecido en Waterloo -lo cual le hace impredecible. Su radicalidad no hará más que resaltar la nueva centralidad que está construyendo el PSC para consolidar un poder hegemónico al estilo del viejo pujolismo.
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