Primer plano de Carles Puigdemont enfadado
POLÍTICA

Puigdemont se moja lo mínimo y mira a las elecciones

El expresidente decide con cuidado en que jardines se mete: con los agricultores sí lo ha hecho, pero no con la inmigración y la guerra interna


Puigdemont encara varias elecciones y por en medio tiene una amnistía. Y todo con incertidumbre incluida, ya sea dentro del partido o con las negociaciones con el PSOE. Por ello, no se quiere desgastar con polémicas. El único asunto mediático sobre el que se ha pronunciado ha sido el de los agricultores. Para lo demás, que llamen a Turull.

La música del expresidente

Dicen que la música está en los silencios. Que se lo pregunten a Puigdemont. A todos los efectos, él es el director de la orquesta sinfónica de Junts. A veces marca largos silencios - la inmigración y Casol - y a veces no - las protestas de los agricultores -. Esto sugiere que el expresidente tiene la lógica electoral en la cabeza y las elecciones marcadas en el calendario.

Puigdemont hace algo que no es fácil, que es pasar de ser un líder moral ‘outsider’ a ser un político. Esto implica un fuerte control de la imagen y el expresidente decide muy bien en qué jardines se mete y en cuáles no. Los dos temas sobre los que no ha dicho nada son ejemplos de temas que desgastan la imagen: inmigración y guerra interna.

Plano medio de Carles Puigdemont de pie detrás de un atril con un fondo azul en una rueda de prensa en Bruselas

Del giro con la inmigración no ha dicho nada explícito más allá de compartir artículos que sugieren su punto de vista. Fueron Turull y Nogueras los que salieron a explicarlo y a aguantar el chaparrón de que se habían pasado a la “extrema derecha”. Además, Puigdemont no le haría ningún favor al PSOE si ahora empezase con un discurso muy duro contra la inmigración. Al fin y al cabo, es un tema sensible y al PSOE también tiene aliados de izquierdas.

Y más sensible aún es la guerra interna, que además se ha complicado con acusaciones de machismo. Pero lo cierto es que la guerra interna esconde una diferencia de planteamientos políticos. Y el que defiende Borràs, más unilateral y contrario a los pactos, no conviene ahora mismo. Junts - o sea, Puigdemont - está en trámites de ser una especie de nueva Convergencia. La unilateralidad queda un poco lejos.

Primero, la amnistía

Con los agricultores sí ha salido a decir algo. Al fin y al cabo, defender el campo es bonito y para un discurso nacionalista y en teoría independentista es incluso indispensable. Aunque lo cierto es que tampoco ha arriesgado mucho: no hay ningún partido catalán que no se haya puesto de lado del campo. Es más, por las reacciones de todos los partidos parece que la legislación europea ha caído del cielo.

Como decimos, Puigdemont dirige una orquesta, pero sigue una partitura: la amnistía. Sin ella, no hay nada. Es su gran apuesta ideológica y política. Porque volver a Cataluña con la amnistía debajo del brazo, cientos de personas libres de cargos y el eslogan de haberle ganado un pulso a España vale su peso en oro. Aunque llegue tarde y haya que aguantar las críticas de ERC.  

Y como es casi seguro, no llegará a tiempo para las elecciones autonómicas. Por eso, entre que la amnistía llega y no llega, Puigdemont encara las europeas, que temporalmente resuelven bastante bien su situación personal. Por lo demás, lo que haga Junts en las próximas elecciones está en el aire.

¿Y con este panorama para qué molestarse con según que temas? Mucho mejor es sobrevolar los asuntos, levitar un poco sobre ellos. Hasta que la amnistía no sea firme y le permita pensar en su candidatura en condiciones, el expresidente no tiene ningún aliciente para hacer ruido. Ya le basta con el que tiene.

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