Montaje con un plano medio de Pedro Sánchez riendo mientras aplaude y un plano medio de Salvador Illa con cara seria
POLÍTICA

Operación salvar al soldado Illa

Aunque dependiendo de cómo vengan los acontecimientos, más bien será salvar al soldado Sánchez y a toda la legislatura


Por una variedad de circunstancias, Cataluña se ha convertido en el laboratorio político de España. El experimento lo diseñó Pablo Iglesias, que siempre fue un teórico, y lo ejecuta Pedro Sánchez, que siempre fue un político. Este experimento no es otro que pactar con los nacionalismos para ponerle al PP un muro que no pueda saltar. Y después Sánchez se dio cuenta de que, de paso, también podía ganarle a los nacionalistas.

Érase una vez Pedro Sánchez

Pedro Sánchez tiene fama de improvisar: juego corto, regate y mañana será otro día. Por una especie de pensamiento binario, esto se entiende como que, a cambio, Pedro Sánchez no tiene estrategia. Pero nada dice que no se puedan tener ambas cosas. Y ya sea que Sánchez las tenga o no, el caso es que un día de hace nueve años apareció en los telediarios y ahí está.

Luego, vinieron unos años confusos por los que desfilaron Albert Rivera, Pablo Iglesias y Mariano Rajoy. Recordemos que hubo un tiempo en el que Sánchez firmó un pacto de gobierno con Albert Rivera. Pero no funcionó: había que pasar por Podemos y se pasó. De esa relación, Sánchez se quedó con una sola cosa: la clave es el multipartidismo, que incluye a los nacionalistas.

La tesis de Iglesias viene de la sociología electoral de España: el PP quedará primero, pero nunca sumará más que la izquierda y los nacionalismos. O sea, que no gana el pichichi, sino el equipo. Por lo menos mientras no se muevan las placas tectónicas de la política española. Además, la derecha ha reaccionado tal y como contemplaba esta teoría: replegándose en la defensa de la unidad de España y encontrándose ahí con la competencia de Vox.

Todo o nada

Aplicado al caso catalán, esta estrategia se reveló como una especie de ‘fracking’ político. Con las nuevas herramientas, se podían obtener recursos que hasta entonces eran inaccesibles.  Y otra vez, el contrincante se dejó ganar por omisión. El procés ha dejado a un electorado desengañado que ve en el catalanismo descafeinado de Illa una manera no demasiado dolorosa de pasar página.

Por esto, Pedro Sánchez se deja desangrar por Junts y por ERC: si les quita la Generalitat, habrá ganado la partida. Es en este punto cuando estas tesis convergen con las del independentismo unilateral: después del procés, la vuelta de Junts al juego político solo puede acabar en victoria del PSC. La incógnita está en cómo será esa victoria. Ante esto, más de uno ya intenta coger sitio en un posible tripartito.

Salvador Illa, ministro de Sanidad entre 2020 y 2021

Los acontecimientos se han ido encadenando de tal manera que las próximas autonómicas en Cataluña serán un punto de inflexión en esta estrategia. Antes, tendremos un aperitivo con las gallegas, que son por cierto un ejemplo perfecto del jardín en el que se ha dejado meter el PP. Para ganar tiene que arrasar, o sea, que no exista Vox.

Las catalanas: si Illa desaloja al procés de la Generalitat, ERC y Junts se quedan sin la plataforma que les ha permitido ser lo que son. Pero si no gana, toda la estrategia quedará desmentida en un solo día. Salvador Illa, en definitiva, es el último muñeco de Pedro Sánchez y el más importante.

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