Cuatro personas de diferentes edades y estilos aparecen en un collage de retratos, cada una mirando hacia la cámara con expresiones serias o neutras.
POLÍTICA

Esperpento procesista: Lluís Llach desata una guerra de insultos y reproches en la ANC

La reforma de los estatutos ha aumentado la tensión entre los críticos y el sector oficialista

Lluís Llach llegó a la presidencia de la ANC para relanzar el proyecto y está acelerando su proceso de descomposición. La entidad que un día fue referente del independentismo cívico ha acabado reducida a un arma arrojadiza entre dirigentes procesistas. En las últimas 24 horas, el enfrentamiento y la división interna han rozado el esperpento.

Lluís Llach, levantando el puño y hablando apasionadamente en un micrófono.

Todo empezó con una carta personalizada que envió Lluís Llach a los militantes este domingo. Fue con motivo del inicio de la votación telemática sobre la reforma de los estatutos de la entidad. Este tema ha generado una gran tensión entre el sector oficialista y los críticos, que tienen ideas contrapuestas de lo que debe ser la ANC.

Los críticos, encabezados por el exvidepresidente del Parlament, Josep Costa, acusaron a Lluís Llach de romper la neutralidad y querer condicionar la votación. Dirigentes del sector oficialista han contraatacado con reproches y descalificaciones.

El espectáculo demuestra que la entidad ha tocado fondo y aleja aún más a la ANC de las bases independentistas. Esta entidad ha pasado de ser un movimiento de masas transversal a una organización marginal en manos de la élite procesista. Todo un símbolo de la decadencia procesista.

Cruce de reproches y descalificaciones

Las expresidentas de la ANC Elisenda Paluzie y Dolors Feliu han recriminado a Lluís Llach su carta a la militancia. Paluzie ha dicho que en su etapa como presidenta nunca hicieron campaña a favor de la reforma de los estatutos. “Con este correo está más claro que nunca que el objetivo es que deje de ser una asamblea donde todos somos iguales y pase a ser una entidad presidencialista dirigida desde arriba”, ha tuiteado.

Julià de Jódar, mano derecha de Lluís Llach, le respondió reprochándole su ausencia en la protesta contra el Rey Felipe VI en Montserrat. “Os inhabilita para encabezar el movimiento”, ha dicho, “en los hechos sois intelectuales autonomistas”.

Elisenda Paluzie ha contestado que está en la Universidad de Glasgow representando a la ANC y que lleva 35 años haciendo activismo. "No estoy jubilada", ha dicho con segundas, "hago lo que puedo cuando puedo". También ha ironizado diciéndole a Jódar que "seguro que todos han aprendido mucho sobre todo de usted".

Paluzie ha acusado a la dirección de la ANC de utilizar el “chantaje emocional”, las descalificaciones y la intolerancia. Jódar responde acusando a los críticos de "hacerse las víctimas mientras crean un partido para hacer crecer el pantano autonomista".

Lluís Llach no se ha pronunciado sobre la polémica. Sí lo ha hecho la expresidenta de la entidad, Dolors Feliu, respaldando la posición de los críticos. También Josep Costa, que ha contraatacado a Lluís Llach con su propio manifiesto contra la reforma de los estatutos.

"La dirección de la ANC está enviando mensajes a los socios por todos los canales oficiales, pidiendo el SI a una reforma de estatutos que apenas tiene el apoyo de la mitad del Secretariado. Más de 200 socios os pedimos que no aceptéis esta forma de hacer", tuiteó.

Socios y simpatizantes, abochornados

La guerra entre dirigentes y exdirigentes en X ha provocado el sonrojo de muchos socios y simpatizantes de la ANC. Del independentismo en general, que ha dejado de confiar en estas entidades hace tiempo. En los tuits de Paluzie, Jódar y Costa pueden leerse muchos mensajes críticos con la deriva de los dirigentes procesistas y sus estructuras.

El sector oficialista quiere introducir cambios como pasar de la mayoría calificada a la mayoría simple y permitir la perpetuación de los cargos. Los críticos lo ven como un intento de apropiarse de la entidad. De fondo sigue el debate sobre si la ANC tiene que seguir siendo un movimiento cívico o tiene que transformarse en un partido.

Mientras, van perdiendo adeptos y capacidad de movilización social como quedó demostrado en la protesta en Montserrat. Un acto que sirvió también para evidenciar los vínculos entre la entidad y Carles Puigdemont.

➡️ Política

Más noticias: