
Junts sale al rescate de la ANC de Lluís Llach tras su enésimo fiasco
Carles Puigdemont y otros dirigentes han criticado la actuación policial y al Govern de Salvador Illa
Lluís Llach, persona cercana a Carles Puigdemont, en lo personal y en lo político, llegó a la Assemblea Nacional Catalana (ANC) para revertir su decadencia. Tras un año de mandato, la entidad está fracturada y acumula derrota tras derrota. La última, el enésimo fracaso de la convocatoria en protesta por la visita del Rey Felipe VI a Montserrat.

La llegada de Lluís Llach a la presidencia de la ANC creó suspicacias por su servilismo a Waterloo. Aunque siempre ha negado sus intenciones de convertir la plataforma cívica en una sucursal del chiringuito de Puigdemont, la estrecha relación entre ambos es evidente.
Estrategia de Junts para esconder el fracaso de la ANC
La última demostración, la reacción al unísono de los dirigentes de Junts contra la actuación policial en Montserrat. Incluido Puigdemont, que llevaba diez días sin dar señales de vida pese al escándalo de corrupción que salpica al PSOE. Y que ha decidido romper su silencio para defender a la ANC, y de paso cargar contra el Rey y contra Salvador Illa.
El presidente del grupo parlamentario de Junts, Albert Batet, exigió la comparecencia en el Parlament de la consejera de Interior, Núria Parlon. Le piden explicaciones por la “actuación desproporcionada” de los Mossos en Montserrat. Batet señala la “connivencia” del Govern Illa con el monarca, y acusa a la policía de “requisar banderas y hacer detenciones”.
La diputada Anna Navarro ha dicho que “hoy detienen y atacan independentistas mientras nuestro presidente sigue en el exilio”. La portavoz del grupo parlamentario Ennatu Domingo habla de “represión” del “derecho de manifestación”.
Está claro que en las declaraciones de los representantes de Junts hay una clara estrategia para utilizar el altercado con fines políticos. Las encuestas no van bien y necesitan marcar músculo independentista para recuperar la confianza perdida. Aprovechan para intentar desgastar al PSC, a quien Puigdemont acusa de un “plan para españolizar” Cataluña.
Pero hay también una intención de tapar el fracaso de la ANC de Lluís Llach desviando la atención sobre la supuesta brutalidad de la policía. La realidad es que, una vez más, una convocatoria que pretendía ser masiva acabó en una concentración de algunas decenas de personas, en su mayoría de avanzada edad.
La cruda realidad del procesismo
Oriol Junqueras también reaccionó, pero centrando sus críticas en la monarquía y evitando las críticas a la actuación policial. Mientras Junts y la ANC hacen frente común denunciando la represión, ERC marca un perfil más antimonárquico. La ANC siempre ha sido una entidad más cercana a Junts, mientras que Òmnium Cultural está en la órbita de Esquerra.
Lluís Llach sumó ayer otro fracaso, como todas las convocatorias y performances que ha realizado la ANC este último año. Su intención era recuperar la ilusión del independentismo cívico y volver a convertir la ANC en una organización de masas. La falta de juventud en las convocatorias es una muestra clara de la desconexión con el procesismo.
El independentismo comparte el rechazo a la monarquía, pero ve en las movilizaciones procesistas una estrategia estéril. De ahí que ya ni las manifestaciones antimonárquicas tengan éxito. Y que la ANC se conforme con hacer entrar al Rey en el monasterio por la puerta de atrás.
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