
El procesismo vuelve a hacer el ridículo en un acto contra el Rey Felipe en Montserrat
La ANC califica a los Mossos como 'cómplices del régimen' por requisar banderas y simbología procesista
Una nueva intentona del independentismo ha quedado en evidencia con el ridículo protagonizado en Montserrat, donde apenas unas decenas de personas se unieron a la protesta contra la visita del Rey. La ANC, con el apoyo de Lluís Llach, había convocado una marcha para bloquear el acceso al santuario de la Moreneta, pero la falta de participantes ha sido abrumadora.
La convocatoria, que pretendía ser un acto multitudinario, resultó en una respuesta mínima. En vez de los cientos de personas que se esperaban, solo unos pocos se unieron a la protesta. A pesar de este fracaso, Llach y la ANC intentaron presentar la manifestación como un “rechazo masivo y pacífico” al monarca, algo que distaba mucho de la realidad.

La ANC todavía vive en la década pasada
En su intento por mantener viva la llama del procés, la ANC sigue aferrándose a símbolos vacíos del procesismo. A pesar de que la sociedad catalana parece haber perdido el interés por estas protestas, los líderes independentistas insisten en la relevancia de este tipo de actos, en un intento de salvar lo que queda de su discurso:
Entre las quejas de los asistentes, se destaca la denuncia de confiscación de banderas independentistas por parte de los Mossos d'Esquadra, a quienes la ANC llamó "cómplices del régimen". Por su parte, Llach afirmó que "si España quiere este Rey, que se lo queden. Cataluña no quiere ningún Rey":
El evento de Montserrat es solo otro ejemplo de la creciente falta de apoyo a las protestas independentistas. Cada vez más, estas manifestaciones se limitan a pequeños grupos sin repercusión mediática, evidenciando el desgaste de un movimiento que ya no logra movilizar a la ciudadanía como antes.
El procesismo como refugio de la irrelevancia política
El fracaso de la ANC en Montserrat no es un hecho aislado, sino que refleja una tendencia más amplia del independentismo. Con un procesismo que se ha quedado sin gasolina, estos actos no son más que un eco de lo que fueron alguna vez. Sin embargo, los líderes procesistas siguen buscando la relevancia a través de todo este universo simbólico.
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